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¿Los coches del futuro serán eléctricos?

El Gobierno español apuesta por la introducción de vehículos eléctricos en la sociedad actual. Para ello pretende introducir en tan solo dos años más de dos mil vehículos eléctricos de diversos tipos (turismos, furgonetas, motocicletas, etc.), y así sustituir el mismo número de ellos que se encuentran funcionando con gasolina y gasóleo. Éste es el objetivo del denominado PLAN MOVELE (Plan de Movilidad Eléctrica).

Uno de los pilares más destacados en la actual política energética nacional es la introducción de vehículos eléctricos en el parque automovilístico español, e ir sustituyendo de manera paulatina los vehículos que funcionan con gasolina y gasóleo, con el fin de demostrar la viabilidad técnica y ambiental de esta alternativa.

Dada su condición de novedad y el coste económico de estos nuevos vehículos, se han establecido una serie de ayudas directas por parte de las administraciones públicas, canalizadas a través del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), para incentivar su uso en un colectivo amplio de empresas, instituciones y particulares.

Los coches eléctricos no vienen solos, ya que es preciso una red de puntos de recarga lo suficientemente amplia como para que su implantación sea fructífera. El inicio de esto va a tener lugar en tres de las ciudades españolas más importantes, Madrid, Barcelona y Sevilla, donde se instalarán un total de 546 estaciones.

Las ventajas de este proyecto son indiscutibles, desde el punto de vista económico, energético y ambiental, destacando un ahorro energético anual de 2.772 toneladas equivalentes de petróleo y unas emisiones de dióxido de carbono no emitidas de 4.471 toneladas.

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Inicialmente, el uso de este tipo de vehículos tendrá lugar en entornos urbanos de grandes ciudades, por ejemplo, para llevar a cabo la limpieza viaria y la recogida de residuos sólidos urbanos en Barcelona. Un sector que también tendrá un enorme potencial es el de los taxis y el de los servicios públicos, como los de emergencia (policía nacional y local, ambulancias, etc.), cuya actividad se circunscribe al ámbito urbano.

La autonomía de estos vehículos en la actualidad es muy limitada, por lo que no se pueden recorrer grandes distancias sin recargar. Los fabricantes tienen todavía una tarea muy importante que realizar a corto y medio plazo, y es la de incrementar dicha capacidad de funcionamiento. Es por ello por lo que aún no son vehículos que nos podamos encontrar en nuestras autovías y autopistas.

Al utilizar electricidad para su funcionamiento y al estar distribuidos los puntos de recarga de manera atomizada, se abre un abanico amplio para el uso de las energías renovables, que tienen el carácter distribuido, frente las energías convencionales que lo tienen centralizado. Energías como la solar fotovoltaica, la minieólica, las instalaciones de microcogeneración y las pilas de combustible, tendrán la capacidad de generar electricidad para los vehículos del mañana.

¿EL FUTURO DEL TRANSPORTE ESTÁ EN EL ENCHUFE? el tiempo lo determinará.

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4 Respuestas

  • Mientras se mantengan los precios actuales de este tipo de coches (15-16000 euros por un coche minúsculo de apenas tres plazas) no hay demasiado futuro, aún con la subvención famosa del nuevo plan MOVELE. Espero que el gobierno sea consciente de que por ese precio la mayoría de los españoles optarán por los actuales.

  • Supongo que el plan MOVELE es un comienzo, en todo caso creo que habría que hacer una diferenciación entre lo que puede suponer el plan dentro de los vehículos de administraciones públicas y los vehículos de particulares o grandes flotas.
    Renovar la flota de vehículos de recogida de residuos o limpieza, que es relativamente pequeña, podría ser más o menos viable, pero una flota grande como la de taxis, policía o ambulancias, en mi opinión, es más compleja. Estos parques utilizan vehículos adaptados de los principales fabricantes de automóviles, vehículos que se producen a gran escala, con tecnologías maduras y costes de producción estables. Para estos fabricantes generar una producción de vehículos eléctricos, que a día de hoy no existe, es un proceso largo. Es cierto que hace tiempo que los fabricantes desarrollaron los primeros vehículos eléctricos, e incluso se han comercializado para pequeñas flotas, por ejemplo en aeropuertos, pero esta tecnología no se ha potenciado lo suficiente debido a que no son rentables grandes inversiones en el desarrollo de vehículos que no tienen mercado por las razones ya sabidas ( coste, autonomía, infraestructuras, duración de las baterías,…).
    Esta situación de los fabricantes está cambiando respecto a los vehículos eléctricos, pero la gran apuesta parece venir de los vehículos híbridos, sistemas Stop & Start y plug-in (vehículo híbrido con un sistema de recarga de baterías desde la red eléctrica, además de durante frenadas, retenciones,…).
    Con todo ello, acercar los vehículos eléctricos al gran público es un proceso aún largo, que requiere un esfuerzo mucho mayor por parte de fabricantes, y también de la administración ( hay que tener en cuenta que aproximadamente un 60% del precio de los carburantes son impuestos que sirven para financiar al estado…).
    En todo caso, lo que es cierto es que el escenario empieza a cambiar. Supongo, y espero, que el plan MOVELE sea el primer paso para ello.

  • Todos los inicios son difíciles, y los automóviles eléctricos no iban a ser la excepción.
    En la industria del automóvil se dan algunas circunstancias que tienden a dificultar su implantación. La industria automovilística ha sido terriblemente “conservadora” en lo referente a la adopción de novedades tecnológicas. La hegemonía de las grandes marcas se basa en gran medida en la capacidad de diseñar y producir propulsores térmicos que cumplan los requisitos exigidos por los consumidores y ahí siguen enrocados. Es cierto que el rendimiento de los propulsores ha mejorado mucho, pero ha sido en gran medida debido a la adopción de sistemas electrónicos de análisis y control (Bosch). El ciclo termodinámico en el que se basaban hace cien años es el mismo en el que se basan ahora.
    Pensemos por un momento que sucederá si las automovilísticas se encuentran que el corazón de sus productos es sustituido por un motor que se puede producir en masa, con una facilidad, fiabilidad y economía mayor que los tradicionales motores de combustión interna. Además, de tan pequeños que se puede poner uno en cada rueda. Su monopolio se tambaleará y China pasara también a convertirse en el gran productor, entre otras cosas porque dominan la producción de lantánidos y “tierras raras”, en particular de neodimio.
    Tampoco parece que haya grandes decisiones acerca del camino a seguir, acumulación de energía eléctrica en baterías, hidrógeno, otras formas de almacenamiento como los supercondensadores…. Obviamente ya he dicho, los inicios son difíciles porque no hay nada definido ni definitivo.
    Si a esto unimos la falta de estándares, a ver quién se atreve a salir a la calle con un vehículo con 100 Km de autonomía sin saber donde “repostar”. No hay estándares de recarga, ni de baterías para su sustitución rápida, las baterías no se recargan en el tiempo en el que nos tomamos un café (al menos de momento).
    Pero los motores no son la única problemática. Para transportar a una persona de 80 Kg de peso estamos moviendo una masa de 1300 Kg entre motor, plataforma, accesorios y chatarra variada. Eso si no pensamos en los imprescindibles 4×4, en los que algunos conductores tímidos se sienten mas protegidos añadiendo unos cientos de kilos. Simplemente reduciendo los pesos mediante la fabricación con materiales mas livianos se ahorraría un muchísimo. Lo cierto es que no prescindiríamos del petróleo, la diferencia es que en lugar de quemarlo lo podemos transformar en materiales estructurales del vehículo.
    Queda un gran camino por recorrer y no solo es tecnológico.

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