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Canibalismo energético intergeneracional

El petróleo es una sustancia única por sus fabulosas particularidades químicas y su irremplazable intensidad energética. El procesamiento industrial del petróleo permite disponer de una lista interminable de singulares productos como gasolinas, lubricantes, plásticos, detergentes, pinturas, barnices, disolventes, etc. Es difícil imaginar la existencia de las sociedades modernas sin los productos derivados del petróleo. En poco más de 150 años, el petróleo se ha convertido en el motor del crecimiento económico de la humanidad. Sin petróleo, las futuras generaciones no disfrutaran de las bondades de los productos petroleros y no dispondrán de una energía barata que sustente un crecimiento económico constante.

En otras palabras, el agotamiento del petróleo por las últimas 8 o 9 generaciones, definiendo que cada generación comprende 20 años, implica que las futuras generaciones verán seriamente reducida su capacidad de supervivencia y sin ningún sustituto real a corto plazo del recurso energético más importante de las últimas décadas. Es una situación nunca antes vista en la historia de la humanidad. Las actuales generaciones devoran rápidamente los recursos no renovables dejando a las futuras generaciones las migajas menos energéticas, más contaminantes y más difíciles de extraer y refinar. Una especie de canibalismo energético intergeneracional que pone en riesgo la supervivencia misma de sus propios descendientes, hijos y nietos.

Aproximadamente el 70% de los derivados del petróleo se queman en complejos sistemas de combustión. Resulta absurdo comprobar cómo las últimas generaciones se dedican a la quema indiscriminada de un recurso energético tan noble y con tal versatilidad de usos. Quizás las futuras generaciones desarrollen tecnologías más inteligentes e innovadoras para usar el petróleo, pero lamentablemente no tendrán esa oportunidad. Las estadísticas de diversos organismos internacionales, como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) indican que el petróleo convencional ha alcanzado su máximo nivel de producción en el año 2006.

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Hace miles de años, el control del fuego por la especie humana permitió desplazar a sus competidores naturales. La invención de la agricultura significó la conquista territorial por el hombre de una parte significativa del planeta y la formación de las primeras ciudades. La revolución industrial inició el proceso de mecanización de diferentes actividades económicas e introdujo el concepto de crecimiento infinito gracias a una energía barata, fácil de extraer y con una densidad energética insuperable. La ilusión de un crecimiento infinito basado en recursos energéticos finitos derivará en serias implicaciones y complicaciones para la supervivencia de las futuras generaciones humanas. El agotamiento del petróleo implica menor energía y el final del crecimiento económico. El resultado del canibalismo energético intergeneracional será una pesada herencia para las futuras generaciones.

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Alberto Ríos es Ingeniero Eléctrico especializado en Sistemas y Redes Eléctricas por el Instituto Politécnico de Bielorrusia, Máster en Energías Renovables por la Universidad Europea de Madrid, Doctor Ingeniero Industrial por la Universidad Carlos III, actualmente trabaja como Profesor Adjunto en la Universidad Europea de Madrid. Alberto Ríos colabora habitualmente con IMF Business School como autor de material didáctico y revisor técnico en las áreas de Energías Renovables y Eficiencia Energética.

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