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El Titanic como metáfora de la deriva del sistema energético mundial

sindrome titanicEl sistema energético mundial se asemeja a un gran buque petrolero que se dirige inexorablemente y a gran velocidad hacia una zona de incertidumbre. Las consecuencias para la humanidad del acercamiento a esa zona podrían ser gravísimas para la supervivencia del sistema económico predominante y de las sociedades humanas.

El sistema capitalista, único sistema socioeconómico que han conocido las últimas veinte generaciones —salvo contadas excepciones y experimentos sociales—, basa su propuesta de crecimiento infinito en la extracción de recursos limitados para la creación de bienes y servicios y la correspondiente generación de contaminación y residuos, que se traducen en irreversibles agresiones medioambientales.

Los sistemas urbano, agrícola e industrial de las sociedades humanas exigen cada vez más y más ingentes cantidades de energía, mayoritariamente energía fósil, para mantener el omnipresente crecimiento económico. Casi el 90 % de la energía primaria mundial procede de energías fósiles: petróleo, gas, carbón y uranio. En los mencionados sistemas urbano, agrícola e industrial se ha empleado más energía en el siglo XX que en toda la historia precedente de las sociedades humanas.

Las incertidumbres del sistema se reflejan en el agotamiento y la escasez de los recursos fósiles y en la incapacidad de regeneración de los recursos renovables a la misma velocidad de extracción impuesta por el sistema imperante. La indisponibilidad de energía y recursos materiales para el sistema pone en serio peligro el funcionamiento del mismo, puesto que contradice la insostenible propuesta de crecimiento ilimitado, y podría desembocar en una situación de complejidad socioeconómica nunca antes vista y situar las sociedades humanas ante una auténtica crisis de civilización.

El protocolo de Kioto ha implementado una serie de mecanismos para atenuar el impacto medioambiental de las actividades económicas. Siguiendo los términos de la metáfora que abre este artículo, se ha desacelerado la velocidad del buque pero se mantiene el rumbo. La solución correcta implica no solo reducir el impacto medioambiental sino cambiar decididamente el exagerado consumo de recursos naturales.

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A menos que se cambie el rumbo, al igual que el afamado Titanic, el buque petrolero terminará irremediablemente alcanzando la zona de incertidumbre. La catástrofe del Titanic causó la muerte de muchos pasajeros debido a la insuficiente cantidad de botes salvavidas. En nuestra metáfora, mantener el rumbo implicará la expulsión del sistema de millones de seres humanos. Los pasajeros del Titanic se podrían haber salvado si hubiesen desmantelado los camarotes de lujo y empleado la madera para construir botes salvavidas.

 Dr. Alberto Ríos Villacorta

www.albertorios.eu

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Alberto Ríos es Ingeniero Eléctrico especializado en Sistemas y Redes Eléctricas por el Instituto Politécnico de Bielorrusia, Máster en Energías Renovables por la Universidad Europea de Madrid, Doctor Ingeniero Industrial por la Universidad Carlos III, actualmente trabaja como Profesor Adjunto en la Universidad Europea de Madrid. Alberto Ríos colabora habitualmente con IMF Business School como autor de material didáctico y revisor técnico en las áreas de Energías Renovables y Eficiencia Energética.

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El Titanic como metáfora de la deriva del sistema energético mundial

El sistema energético mundial se asemeja a un gran buque que se dirige inexorablemente y a gran velocidad hacia una zona de incertidumbre, como el Titanic.