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Puro Rofe: la apuesta sostenible de producción de vinos

No cabe duda que en los tiempos que corren, con la información a un “clic” o dentro de un teléfono, es normal que pensemos que todo está inventado o que poco nos queda por descubrir, y si lo trasladamos a este apasionante mundo del vino, no esperamos que algo nos pueda sorprender si nos referimos a elaboraciones, tipología de vinos, variedades, crianzas de botellas en lugares extraños o cualquier otra acción que atañe al vino.

Pero hay una parte en el mundo del vino, de la que se debería hablar mucho más, una parte que se sustenta en la tradición, el paisaje, el paisanaje y la pasión, está ultima imprescindible para que los proyectos a veces casi imposibles, salgan adelante.

Y de uno de estos proyectos (Puro Rofe) es de lo que os quiero hablar, uno los proyectos vinícolas que más me ha sorprendido en mucho tiempo, del que se hablará mucho y del que estoy convencido que será un revulsivo para otras comarcas vinícolas españolas en situación similar, o al menos eso espero.

Cómo surgió Puro Rofe

Puro Rofe surge de la casualidad, aunque perfectamente pudo haber sido la alineación de varios astros, la influencia de un ente divino o la fuerza del destino que Mecano nos cantaba en 1988,  que hizo se cruzaran los caminos de varias personas con un mismo fin  a las que debemos poner nombre y condición:

  • Rayco Fernández, un distribuidor Canario inconformista, en la búsqueda de un vino que expresara el carácter de una isla como Lanzarote y poder incluir en su portfolio.
  • Carmelo Peña, joven enólogo de Gran Canaria que acababa de regresar a la isla con la idea de hacer allí su propio vino, venía de trabajar con dos de los grandes de la enología de la península, el berciano Raúl Pérez y el incombustible portugués Dirck Niepoort
  • Vicente Torres, diseñador de interiores reconvertido a viticultor comprometido con el viñedo tradicional en Hoyo de la isla de Lanzarote y el cultivo orgánico alejado de tratamientos sistémicos que por desgracia están bastante extendidos en la zona.
  • Ascensión Robayna, agricultora muy comprometida con la sostenibilidad de la isla, de enorme sensibilidad por el entorno natural que la rodea y fuerte empeño por la recuperación del viñedo tradicional.  Otra de sus labores es la gestión de Sociedad Agraria El Jable, un  colectivo que cultiva alimentos de secano en la arena de playa o jable, concretamente Batatas.
  • Pedro, Olegario, Carlos y Ricardo, son otros de los viticultores que cultivan sus uvas en viñedo tradicional en Hoyo, Chaboco o Jeria, los cultivos tradicionales del viñedo lanzaroteño, que se han unido recientemente al proyecto.
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Todos ellos buscan mantener y proteger el patrimonio vinícola de la isla, un patrimonio exclusivo de viñedo singular y de enorme carácter; han puesto todo su empeño para que el cultivo sea rentable, que un viticultor pueda vivir de él o al menos obtengan un buen aporte a la economía familiar  para no abandonar este viñedo tradicional, o cambiarlo por sistemas de cultivo similares a los de otras zonas como el sistema en espaldera e incluso la plantación de variedades foráneas presentes en casi todas las zonas conocidas.

Es lo que está ocurriendo en los últimos años, algo que soy incapaz de entender, al igual que no consigo entender la “moda” (por llamarlo de alguna manera) que las bodegas de Lanzarote y otras de las Islas Canarias les ha dado por hacer vinos afrutados, de los que prefiero mejor no comentar nada.

Rofe, nombre que recibe del suelo de la Isla de Lanzarote

El Rofe, es el nombre que recibe el suelo característico de la isla de Lanzarote, un suelo formado por cenizas volcánicas producidas por el Timanfaya a mediados del Siglo XVIII, que cubrieron un tercio de la isla con una lluvia de cenizas a la que se conoce como Rofe.

Este material tiene la particularidad de absorber el rocío de la mañana sin que se evapore el agua, lo que genera una humedad con la que es posible el cultivo en una tierra árida como la de una isla, de origen volcánico con una pluviometría anual que apenas llega a los 100 litros por metro cuadrado, pura magia de la naturaleza.

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Las imágenes hablan por sí solas, muestran el paisaje excepcional en el que se aprecia  la dificultad en el  cultivo de la vid, vides de la variedad Malvasía, que tras más de doscientos años de adaptación a un suelo y clima característicos se ha trasformado, para adquirir un apellido propio en el que se puede intuir lo que el vino nos expresará,  Malvasía Volcánica, con gran arraigo a una isla tan singular.

Viticultura de Lanzarote

Vinos blancos secos de Malvasía Volcánica, tintos atlánticos con Listan Negro y vinos dulces con Moscatel, cuyas viñas solían estar plantadas en las mejores zonas del viñedo u ocupando un lugar privilegiado en él, para elaborar ese vino dulce que apenas se conoce por su consumo local y consumido prácticamente por su viticultor y allegados en ocasiones excepcionales.

Rofe, Masdache, Tilama, Chaboco, Hoyo, Jeria, es la nueva terminología que debemos añadir a nuestro diccionario vinícola, nombres de suelos, parajes, sistemas de cultivo que llevan sonando entre los incansables viticultores de Lanzarote,  que después de varios siglos, esperamos se muestren al resto del mundo.

Los vinos que se elaboran son frescos, de excelente acidez, marcado carácter atlántico, muy gastronómicos y sobre todo llenos de pasión y grandes historias que hacen referencia a su paisaje y paisanaje, vinos que consiguen llenar el alma cuando descubres todo lo que hay detrás de ellos.

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David Barro

Responsable de ventas nacional de Coalla Logística y tutor del MBA Enología de IMF Business School. Miembro de la Asociación Asturiana de Sumilleres desde el año 1996 Dilatada experiencia en establecimientos hosteleros, de los que cabe destacar: Restaurante Can Bosch, Hotel Miramar, Restaurante El Paxaru Pintu, Parador Nacional El Molino Viejo Y Restaurante Casa Gerardo.
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