Ya lo dijo uno de los economistas más importantes del mundo “Guárdame del gasto pequeño que del grande ya me ocupo yo” (Manuel Pardo y Lavalle)
Todos conocemos el agujero de fin de mes, (todos los que trabajamos para mantenernos) que siempre, por mucha planificación que hagamos nos sorprende casi inevitablemente, y no estamos hablando de los gastos imprevistos. Cuando reconocemos la dificultad para fomentar políticas tanto domésticas como empresariales de ahorro.
En el entramado financiero el ahorro se traduce en inversión y crecimiento, en el ámbito doméstico se traduce en accesibilidad a calidades mayores o extras para ocio o mejora de nuestros entornos.
Es decir, el tabaco, el café diario incluso de la máquina de la oficina, la revista semanal, el snack, el gasto de papel de la impresora en la oficina, los pos-its… hasta el más pequeño producto tiene un coste que sumando y multiplicando por días, meses y años, agrava la capacidad y rentabilidad de los ingresos, reduciendo en más de un 20% el balance final.
Desde los departamentos financieros (bien gestionados) saben de la importancia de controlar hasta las mínimas comisiones y gastos del resto de departamentos, ya no se pueden permitir, sobre todo las PYMES, descubrir un agujero en el apartado limpieza por ejemplo, a final de año.
Desde el minuto cero, cada día debemos concienciar incluso en las familias que la planificación del gasto familiar debe llevar implícito un exhaustivo control de gasto de cada individuo. Y esto es responsabilidad en gran parte de cada persona. Podemos hacer reparto de asignaciones pero además hay que vigilar que sean bien gestionadas y ayudar a cada elemento a optimizar los gastos más pequeños.
Un ejemplo fue al comienzo de las primeras crisis económicas cuando McDonald’s con el solo control de la entrega de bolsitas de Ketchup, sumando 2 céntimos por cada una, conseguía ahorrar miles de dólares al año, miles… que luego podía emplear en mejores incentivos para los empleados o campañas de marketing.

Hay muchas maneras de poner en orden el “gasto hormiga” como puede ser la utilización de listas cerradas de compra, el manejo de efectivo en lugar de tarjetas, el control y apunte diario de lo gastado. No es obsesivo pensar en cada noche contabilizar el gasto exacto de nuestra vida diaria, en estos momentos de riesgos consumistas, es más que adecuado mecanizar sistemas de autocontrol. No importa la edad o situación socio laboral de las personas.
Aún cuando la filosofía de vivir el presente y el hoy sea fundada y congruente, conseguir un equilibrio entre vivir al día y vivir en el pasado mañana económico, hay que interiorizar, que no estamos hablando de ahorrar lo que nos sobra, sino que estamos viviendo con lo que “vamos a ganar a fin de mes” esto es adelantarse y entrar en el “por encima de nuestras posibilidades”.
Así las empresas utilizan el PRESUPUESTO como modus operandi, sin el cual no se puede gestionar un comercio, y en las familias la gestión del gasto individual será el camino de mejora a seguir para aumentar las posibilidades de calidad de vida.
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