Según la mayoría de los profesionales del Derecho, en las universidades se enseña al alumnado la teoría, pero no cómo defenderla ante un tribunal. Se adolece de falta de práctica por parte de los abogados recién incorporados al ejercicio profesional. No conocen las técnicas de argumentación jurídica y, si las conocen, pocas veces las han puesto en práctica.
El argumento jurídico
Una de las mejores maneras de abordar esta situación es el estudio de un máster en prácticas jurídicas. De este modo, el futuro profesional puede paliar la falta de formación con una maestría justo en la parte de su carrera que menos domina, a la hora de pasar a la acción frente a un tribunal.
El nuevo abogado no debe sentirse mal por este hecho, ya que es una debilidad común a casi la práctica totalidad de los estudiantes que salen de la facultad. El argumento jurídico no suele ser su fuerte y deben realizar preparaciones extras para poder afrontar lo que es una necesidad a la hora de desarrollar su profesión.
Es necesario que las facultades acaben con el enfoque que dan a la carrera de abogacía. En la actualidad se centran en conocer todo acerca de las normas jurídicas. Desde qué se prohíbe hasta cómo se interpretarán las leyes y normativas. Lo que ordenan, a qué autorizan, cómo facultan… pero ¿cómo se usan? ¿Cómo puede un letrado emplear toda esa teoría en su defensa práctica?
Por lo general, este aprendizaje suelen hacerlo los abogados por su cuenta, empleando mucho tiempo y gran cantidad de esfuerzo. Afortunadamente ahora existen algunos recursos, como el estudio de un máster de abogacía online, que centran su atención en estas cuestiones.
No obstante, podemos hacer un repaso de algunos tips esenciales para que el abogado sepa reconocer algunas técnicas de argumentación jurídica.
Un buen argumento resulta fundamental para que un letrado pueda defender su causa de una manera apropiada y convincente. Está formado por una serie de herramientas técnicas que le permiten acercar el hecho al tribunal y a la otra parte.
Técnicas de argumentación jurídica
Los principales tips para un buen argumento jurídico
Solo con una buena base en esta temática puede alcanzarse el éxito en la defensa de un cliente.
El tribunal tiene que escucharnos
La sobrecarga de trabajo de los tribunales de Justicia es evidente. De hecho es una queja de viva voz por parte de abogados y jueces, que sienten que pasan horas y horas trabajando y, sin embargo, afrontan una acumulación escandalosa de casos por resolver.
Esta es una de las razones por las que, en ocasiones, las lecturas se realizan con prisas, de manera somera y, a veces, delegando. Según algunos profesionales, muchos jueces y magistrados acaban fallando juicios cuya argumentación ha sido sintetizada por los secretarios judiciales.
Esta es la razón por la que resulta de vital importancia conseguir que el juez nos oiga y podamos tener la oportunidad de mostrarle nuestros documentos y hacerle caer sobre algunas pruebas.
El tribunal debe entendernos
No hay más alternativa para un letrado que transmitir su mensaje de manera eficaz. No se precisa de una técnica muy complicada, en realidad hablamos de ciertos requisitos simples que nos pueden ayudar a llegar al tribunal:
– Usar un estilo sencillo y claro. No cansar con grandes peroratas. Es importante ser breve y hablar concisamente.
– Ser capaz de transmitir el conflicto de manera precisa y, en la medida de lo posible, sin tener que acudir a demasiados tecnicismos. La exposición de un abogado debe ser clara y entendible.
– Realizar una presentación de los argumentos muy ordenada, donde puedan distinguirse a simple vista los principales y los secundarios. Ser capaz de hacer hincapié en los argumentos principales. Para ello es bueno que, también por escrito, seamos capaces de usar los signos de puntuación, los títulos y los subtítulos para hacer énfasis en nuestra argumentación.
– Acostumbrarnos a preparar dos exposiciones sintéticas de nuestra postura. La primera se realizará al principio, de manera que queden claras las cuestiones que deseemos demostrar. La segunda se llevará a cabo al final, de manera que sirva de resumen sobre los hechos que, a nuestro juicio, quedan demostrados con nuestra exposición.
– Intentar realizar un argumento jurídico que parta de una idea sencilla, que iremos adornando con los hechos supletorios de manera progresiva. Tenemos que ser persuasivos.
Ponernos en la otra parte
Es importante que hagamos un ejercicio de reflexión e intentemos ponernos en el lugar del juez y del abogado de la otra parte. De esa manera podremos comprender cómo podrían argumentar y anticiparnos a ello.
No es adecuado que nos revistamos de todo el apasionamiento del mundo, dejando de lado la objetividad. Hay que mantener la calma y la mente fría para poder discernir adecuadamente y realizar una defensa idónea y profesional.
Si somos capaces de observar nuestra situación desde otros puntos de vista, conseguiremos que nuestra argumentación se vea muy reforzada. De este modo resultará más fácil persuadir al tribunal y convencerlo de que tenemos un mejor razonamiento que la parte contraria.
Para lograrlo es preciso un estudio a fondo de lo que pretende la otra parte y en qué se basa para conseguirlo. De este modo sabremos hasta qué punto sus hechos están probados y en qué medida están sus pretensiones respaldadas por la norma.
Obviar lo que no podemos demostrar
Es absurdo perder el tiempo en asuntos o partes del caso sobre los que no tenemos ningún control por falta de pruebas, tanto de hecho como de derecho. Sin embargo, debemos volcarnos y no ceder en lo que, tras analizar la situación de manera rigurosa, nos sentimos cargados de seguridad y razones bien justificadas.
Seguir el precedente
Es importante que a la hora de argumentar nuestra posición y mostrar la solución al caso, nos acerquemos todo lo posible a lo que ya dice la jurisprudencia. Los jueces son propensos a tener muy en cuenta los precedentes. De este modo intentan dirimir de la misma manera para todos los casos similares, así que no está de más reforzar nuestra argumentación con algunos casos similares fallados a favor.
Realizar una defensa educada sin exceso de sarcasmo y con visos de objetividad suele dar buenos resultados. Puedes aprender muchas más técnicas de argumentación jurídica en nuestro máster de abogacía online.
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