Puede parecer obvia la afirmación, pero el primer objetivo que debe tener un empresario, por ende un emprendedor, es obtener beneficios. Las empresas se crean para ello, con ánimo de lucro. Si no fuese así debería llamarse ONG o empresa social, que el fin es otro muy diferente al que planteamos.
Es descabellado pensar que un emprendedor no tiene en mente esto, pero la realidad, cuando se empieza a gestionar el negocio, cuando pasamos de los modelos de negocio a la cruda realidad del día a día en el mercado, se nos olvida el fin último por el que se empezó toda la constitución de una empresa. El Beneficio.
¿Y a qué es debido? Uno de los errores más graves, y que acostumbra a ser mayoritario, es la de discernir que son costes y que son gastos. Poder establecer esa diferencia repercute muy notablemente sobre el margen operativo. Y es que hay que controlar al máximo estas partidas. Muchos de los costes son directos del producto, pero otros acaban convirtiéndose en gastos, y esos son los que perjudican al final el beneficio, ya que estamos contrayendo el margen comercial.
El beneficio es aquel que nos da para pagar todo. Cuando digo todo es todo, proveedores, nóminas, tributos, deuda y sus intereses, y así un largo etc. Cuando ya hemos descontado todo, eso es el beneficio. NO la nómina, ni poder pagar las facturas o hacienda. Eso son costes y gastos.
Si tienes claro cuál va a ser tu beneficio, tendrás un gran paso dado para poder controlar esos gastos y costes. Si los incrementas, no llegarás a tu objetivo. Entras en pérdidas, y por ende, algunas deudas pasan a ser de difícil solución. Para no llegar a este extremo siempre, y digo siempre, continuamente, hay que estar revisando los costes y gastos. Ellos nos darán, junto a los flujos de tesorería esperados, una visión a corto y medio plazo, donde podremos detectar en qué momento nos pueden desviar de nuestro objetivo, el beneficio.
Parece que esto sea obvio, e incluso nos digan que lo realizan, pero cuando llega el primer toque de atención a una deuda provocada, como no, por gastos y costes (acostumbran en la gran mayoría de las ocasiones a ser los culpables, y nunca las ventas estimadas) es sorprendente que se hubiese detectado a tiempo si se hubiese realizado ese control.
Por mucho que pensemos que lo tenemos todo controlado, que todos los meses son igual, que no hay cambios significativos, pues sí existen, y son siempre por el mismo defecto, olvidamos el principal objetivo, el beneficio. Ese que es la diferencia entre todo lo que se ha tenido que pagar y lo que se ha ingresado. Si controlamos lo que pagamos, llegar al beneficio es mucho más fácil.
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