El aumento de la incidencia de alergias en los alimentos desde la década de los noventa hasta la actualidad, ha supuesto una preocupación cada vez más creciente en la población general, la industria alimentaria y las autoridades sanitarias.
Los alimentos son en principio sustancias que aportan nutrientes al organismo y el sistema inmune los considera como algo neutro y tolerable. Cuando este sistema reacciona ante determinados alimentos es cuando se produce la alergia alimentaria. El porcentaje de las personas afectadas por estas patologías suele ser reducido (entre el 1 al 3 % de la población en general), pero en algunos sectores de la población, como son los niños menores de 3 años, puede llegar a alcanzar el 8 %.
Cualquier alimento es susceptible de provocar una reacción alérgica, pero son determinados alimentos que contienen la leche, el huevo, las frutas frescas y los frutos secos, el pescado y el marisco, las legumbres, los cereales y la soja los responsables. Los síntomas de las alergias alimentarias suelen aparecer en las 2 horas de ingerir estos alimentos, pudiendo afectar a varios órganos (piel, aparato digestivo, respiratorio) y ser causa frecuente de reacciones anafilácticas. Los más frecuentes son: urticarias, sarpullidos, sensación de hormigueo o comezón en la boca, inflamación de cara, lengua o labios, inflamación de garganta y cuerdas vocales, vómitos y diarrea, calambres abdominales, tos o silbidos al respirar, marea o aturdimiento, etc.
El único tratamiento es evitar el alimento y es por esta razón que se procedió a la modificación de la legislación alimentaria, siendo obligatoria la declaración de ingredientes en el etiquetado de los alimentos. Es por eso que se incluye el concepto de “alérgeno”, considerando muy importante la información al consumidor sobre aquellos ingredientes de los alimentos que se consideran como “alérgenos potenciales”.
El peligro real viene dado cuando existen ingredientes en los alimentos que no sean evidentes y que puedan producir una reacción alérgica en un consumidor sensible.
Así en el Reglamento de la UE 1169/2011, obliga que aparezcan en la lista de ingredientes los alérgenos que contengan los alimentos, siendo destacados del resto de los ingredientes de alguna forma. El mismo reglamento proporciona la lista de alérgenos conocidos, que será revisada de forma periódica, en función de los descubrimientos científicos.
Cualquier persona que consuma un alimento y que tenga una alergia alimentaria o sospeche tenerla se le aconseja:
1. Obviamente ir a su médico, para su control o correcto diagnóstico.
2. Leer con atención las etiquetas y prestar mucha atención a la lista de ingredientes.
3. Leer con atención los mensajes del fabricante, sobre todo cuando añade la frase..” Este producto puede contener trazas de…”. Es posible que el fabricante no utilice como ingrediente un alérgeno, pero puede utilizarlo en la fabricación de otros productos, informando a los consumidores.
Por José Peraita.
Licenciado en Veterinaria. Especialidad Bromatología e Higiene. Máster en Control de Calidad de los Alimentos y Máster en Educación.


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