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Afecto: concepto integrador y selecto del bienestar en la niñez

Generación tras generación, hemos escuchado hablar del afecto. Sin embargo, la definición y el valor que se le otorgue es totalmente diferenciada. Precisamente, son las diferencias las que nos hacen ser auténticos e irrepetibles en nuestra evolución como seres humanos.

Desde el marco de la Salud Mental en la infancia, han surgido hallazgos que de alguna manera han ampliado la conciencia sobre la relevancia que tienen las variables psicológicas y sociales a las cuales se enfrentan los niños. Los factores se convierten en desencadenantes de vivencias positivas que es lo recomendable o en negativas que podrían generar trascendentalmente sintomatología infantil.  Desde la salud subjetiva, las experiencias a las cuales se enfrente el niño se irán internalizando en su cerebro creando esquemas cognitivos de su propia realidad.

Por lo anterior, desde mi experiencia como profesional de salud mental me he detenido a observar y dilucidar la relevancia que tiene para el desarrollo y crecimiento del niño, la esencia del afecto en toda la amplitud de la palabra. El afecto tiene diversos significados y a pesar que es un concepto que debemos observar de manera amplia, debemos sentirlo de manera intensa en nuestra vida.

¿Qué es el afecto?

La afectividad contempla sentimientos profundos como; el amor, el cariño, el respeto y la valoración, al cual le asigno el nombre de efecto cálido y que se ha convertido en el criterio principal para evaluar el estado subjetivo del niño influido por su entorno adyacente. Este efecto en su proporción se visualiza cuando una familia o el contexto social del niño, le otorga la oportunidad de poder disfrutar de momentos especiales para el fortalecimiento de las habilidades que le serán oportunas y un desafío de mantenerlas para toda su vida.

La vida emocional del niño se constituye en un gran reto para todos los actores que le rodeamos. Los contextos mediadores de la afectividad como la:  familia, educación, y sociedad tienen un compromiso moral y una responsabilidad a nivel social de poder ser facilitador del aprendizaje de los niños, entregando las herramientas afectivas, efectivas y eficaces que contribuyan a su desarrollo de habilidades interpersonales e intrapersonales, que en su fusión se convierten en la inteligencia emocional. Por lo tanto, cuando nos dedicamos a brindar espacios de aprendizaje desde el afecto, el cerebro está atento a disfrutar de esa experiencia que desde las bases neurofisiológicas responden mediante emociones y sentimientos que afectan el cuerpo y la razón tal cual lo señala A. Damasio (Cuerpo y emoción en la construcción de la consciencia).

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¿Qué sucede si se priva al niño de afecto?

La ausencia de la afectividad puede provocar en el niño alteración de la evaluación cognitiva de su entorno social y alteración de la percepción que tenga de las emociones de su contexto próximo, lo cual pondría en riesgo el desarrollo objetivo de inteligencia interpersonal (Capacidad de interactuar y comprender a los demás).

Evitar la ausencia del afecto en la niñez es clave porque el cerebro del niño experimenta en la niñez dos periodos: crítico y sensible, ambos preparados para adquirir destrezas, habilidades, capacidades y conocimientos. Por ende, deben nutrirse desde la sincronía emocional  y social con su entorno.

La privación del afecto puede ocasionar un sinfín de afecciones mentales en la infancia y daños serios a nivel neurológico como por ejemplo la disprosodia emocional (alteración que ha permitido estudiar las relaciones entre lenguaje, estado afectivo, procesamiento emocional y comunicación).

El afecto es la base de la voluntad para comprender lo crucial que es el bienestar subjetivo en la infancia y es categórico generar consciencia que cada día los niños se enfrentan a una sociedad que lamentablemente los desafía a la sobrevivencia ante un sistema de vida que en la actualidad se encuentra enfocado en tratar y valorar aspectos materiales que darse un momento para reflexionar sobre la vida. La globalización y la vanguardia de la tecnología hoy dominan más la mente de un niño que una conversación con códigos afectivos. ¿En qué momento hemos suprimido el afecto?

¿Cómo educar a un niño desde el afecto?

Los profesionales, los padres y cuidadores, estamos en un terreno airoso cuando se trata de educar a un niño, porque esto conlleva responder a necesidades implícitas que debemos saber descifrar en el niño.

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Las habilidades sociales y emocionales, son el soporte fundamental de varios aprendizajes añadidos en la experiencia del niño en su infancia, los cuales aportarán en la formación de su carácter, y estructuración de su personalidad. Por ende, cada vez se hace más crucial preocuparse y ocuparse del bienestar subjetivo del niño.

“Queremos seres humanos integrales y no hay prioridad por educar desde el afecto”.

Mensaje a los padres, y cuidadores:

  • Genere espacios de dispersión que le permita acercase al niño, compartiendo experiencias mediante el juego y la creatividad que los integre y sincronice como familia. De esta manera se promueve el afecto y los roles desde los límites y el respeto.

Mensaje al contexto educativo:

  • Promueva el dialogo constructivo, la resolución de conflicto basado en la compresión del problema. Trabaje desde estrategias explicitas de mediación que son necesarias para contribuir a la sana convivencia.
  • Profundice en las expectativas del niño, no en el comportamiento que es solo la consecuencia de un estímulo. No se quede en la teoría, llévela a la práctica.

El sistema educativo que se preocupa en potenciar el área psicosocial, tiene ventajas de educar a niños con una visión social integradora.

Mensaje a la sociedad

  • Promover una impronta positiva y la valoración de la cultura. Como sociedad debemos centrarnos en un marco crítico, valorativo y reflexivo respecto a los modos de vida que entregamos de ejemplo a los niños. Desde un ámbito interdisciplinario los niños deben incorporar conocimientos basados en la configuración de ideas y experiencias positivas que alimenten su evolución como persona.

El triangulo instructivo

triangulo educativo afecto

 

  • Conceder afecto al niño es contenerle de manera incondicional. La confianza que el niño deposite en su entorno confirmará su autonomía para enfrentar experiencias futuras.
  • Conceder afecto al niño significa respetar su integralidad y verlo como un ente de derecho, pero también de deberes que promuevan la responsabilidad en la sociedad cuando sea adulto.
  • El afecto es promover el respeto a los demás, explicándole la importancia de la empatía (como valor) y la solidaridad, lo cual estimula o consolida la inteligencia interpersonal.
  • El afecto es poner límites sin el miedo de sentirse juzgada por el niño o por el entorno, ya que debe primar el deseo de empoderar al niño desde la aceptación de las normas sociales.
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El afecto no se mide con la acumulación de objetos inanimados que regalamos. El afecto se cualifica en las acciones basadas en la voluntad de querer formar y educar a los niños con el enérgico deseo que se formen como personas exitosas, no por la posición social, sino por el deseo de lograr sentirse autorealizado.

Autor: Jocelyn M Araya Guerra

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