Días de reflexión

El domingo 24 de mayo, culminará la revolución emprendida por todos los partidos políticos con el objetivo de hacer llegar a todos y cada uno de los ciudadanos españoles de la mayoría de Comunidades Autónomas, nuevas ideas dispuestas en forma de programa electoral.El carácter innovador del que se hacen eco las campañas electorales, cada vez es más sorprendente, casi tanto como al bipartidismo que estamos acostumbrados. Algunos apelan a los tradicionales “Meeting” que hace un tiempo eran lo más, pero señores, ¡Estamos en el 2015 y todo vale!

Los nuevos líderes dan rienda suelta a tu imaginación para despertar el interés de los votantes: visitas a los mercados para demostrar la integración del político en la sociedad, salidas nocturnas a los pubs de moda para meterse en el bolsillo al público más joven, realización de vídeos caseros que por un motivo u otro, al final todos acabamos viendo…

Llegados a este punto y aunque nos gusten más o menos, los candidatos locales y autonómicos, han hecho su trabajo, encabezando las campañas electorales de sus partidos.

A partir de este momento, y habiendo dicho todo lo que tienen que decir, el rol cambia y ahora es nuestro turno; por ello, y sin ánimo de influir en el voto, es importante considerar determinados aspectos, que van más allá de echarle un vistazo a la “oferta” de programas electorales, como dedicarle un momento a realizar un breve análisis a aquellos que puede que conformen el “nuevo ejecutivo”; aunque los términos “listas abiertas” todavía no formen parte de nuestro sistema electoral y sea complicado votar a nuestro representante de manera directa.

Hablemos pues del candidato, en definitiva, del líder. En numerosas ocasiones, en política, tenemos la costumbre de juzgar si un candidato es buen líder o no, dependiendo únicamente del factor “carisma”; pero esto no acaba aquí, el líder del siglo XXI, debe dotarse de herramientas que le permitan desarrollar su trabajo desde una dimensión ética. La acción humana, como hemos visto a lo largo de estos años, es impredecible. Resulta difícil determinar de qué forma va a utilizar su poder o su autoridad un político. Pero una cosa sí que sabemos, un líder debe poseer capacidad de juicio, actuar con integridad y estar al nivel de la confianza depositada por los ciudadanos; el carácter cooperador de un líder es esencial en el seno de una organización, el trabajo en equipo está a la orden del día y a esto se le debe añadir una dosis elevada de motivación en el trabajo. En definitiva, deben tomarse decisiones que contribuyan al Bien Común, al bien de todos y no sólo de una minoría.

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Por Blanca Ros