El G-20 como cada año, se ha vuelto a reunir y en esta ocasión lo han hecho los días 15 y 16 de noviembre en Antalya. La ciudad turca ha sido la anfitriona en esta reciente edición siendo la encargada de acoger a todos los líderes del Grupo y a los representantes de los países invitados y demás Organizaciones de ámbito Internacional; se han congregado un total de 26 países y 7 entidades internacionales.
Los integrantes representan a los países más industrializados y emergentes como son Japón, EE.UU, Reino Unido o Alemania, a los países recientemente industrializados como México y finalmente la Unión Europea. A parte de los países que constituyen el Grupo, el país anfitrión, en este caso Turquía, ha invitado a la Conferencia a España (considerado ya como un invitado de carácter permanente) Azerbaiyán, Malasia, Senegal, Singapur y Zimbabwe para reafirmar el compromiso que al fin y al cabo, se tiene con el mundo.
Organizaciones Internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) entre otras entidades, desempeñan un papel fundamental en estos foros de consulta, ya que apoyan y orientan a los países en sus decisiones de cómo abordar cuestiones con el objetivo de que sus acciones tengan un mayor impacto en la sociedad.
Esta Cumbre se celebra regularmente desde el año 1999, en la que los países miembros debaten sobre la estabilidad financiera mundial y otros temas que gozan de prioridad en el escenario político-institucional.
Las determinaciones que confeccionan la Agenda del “Grupo de los 20”, no sólo afectan a los países que lo configuran, si no que también resultan de vital importancia para el resto de países, ya que el crecimiento de los Estados que forman parte del G-20, aglutina el 85 % de la economía mundial y esto repercute directamente también en los no miembros.
Se han establecido prioridades que llevar a cabo, con el fin de que se produzca un crecimiento inclusivo, sostenible y equilibrado. Estas líneas de actuación se han dirigido hacia un fortalecimiento de la recuperación mundial tras el impacto que causó la época de la Gran Recesión; las acciones a emprender giran en torno al impulso de las inversiones, al aumento de las cuotas de empleo y a la promoción del comercio para potenciar los efectos positivos de derivan de este.
Otra área que todos los países han decidido abordar es que se produzca una mejora del concepto “resiliencia” y de lo que el término supone. Debe regularse el sistema financiero y fiscal para que se conviertan en sistemas totalmente transparentes y si se requiere, realizar reformas integrales en el seno de los mismo y adoptar medidas que impliquen cooperación como ocurre con el Fondo Monetario Internacional. Desde los gobiernos debe emprenderse una lucha colectiva real contra la corrupción que daña la “espina dorsal” del sistema y produce desconfianza por parte de los ciudadanos.
El desarrollo sostenible ocupa una posición relevante en la Agenda del G-20 y así lo han puesto de manifiesto sus miembros; Por ello se pretenden abordar problemas como la sostenibilidad energética, el desarrollo o el cambio climático. Las negociaciones sobre el cambio climático de las que hace días que estamos hablando supondrán un antes y un después tras la Cumbre de Naciones Unidas que se celebrará dentro de poco en París. Estos encuentros son elementales para estrechar lazos de cooperación y acercar posturas, con la intención de avanzar al mismo ritmo que lo hace la sociedad y de poder hacer frente a los desafíos mundiales.
Los líderes son responsables con sus decisiones de garantizar el bienestar de los ciudadanos , ¡súmate a ellos con el Máster en Desarrollo Directivo y Liderazgo Sostenible!
Blanca Ros, tutora del Área de Desarrollo Sostenible de IMF
