Todo el mundo tenía grandes expectativas en los resultados que tendría la cumbre de París. No es de extrañar que el texto firmado destaque, aparte de por su esperada aparición, por ser el más ambicioso de todos los que se tiene constancia.
Sí que se trata de un cambio, pero no climático, sino social.
De poco sirven aprobar proyectos si el resto de fuerzas mundiales (política y economía) no lo enfocan como un óptimo proyecto de futuro.
Considero que hay que estar de acuerdo con que se celebren este tipo de convenciones, nos enfrentamos a un problema a gran escala y es a gran escala como se debe asumir.
Leídas las 40 páginas del acuerdo llegado en París, en su versión en castellano, veo con incredulidad que las palabras energías renovables solo aparecen en una ocasión.
El potencial que ofrecen los recursos naturales y los mecanismos de generación limpia, parece que no termina de encajar, y eso que muchos de los países firmantes son grandes potencias en materia de renovables.
Se señala la importancia en implantar estas técnicas renovables en zonas de menos recursos y menos medios económicos, lo cual resulta contradictorio ya que en esos lugares donde también hay menor desarrollo industrial, con lo que los índices de contaminación son menores.
Se olvida, o se mantiene al margen, en ese aspecto que las grandes ciudades de todo el mundo son las que ahora están tomando medidas para disminuir sus niveles de polución, medidas cada vez más agresivas, pretendiendo así, en pocos meses reducir lo que han sido muchos años de desarrollo industrial, avance en transportes y aparición de vehículos emisores.
En otras entradas de este mismo blog, ya se han comentado numerosos casos de implementación de energías renovables en los objetos más cotidianos así como en infraestructuras ya existentes; una filosofía digna a tener en cuenta como comentaba en las urbes más desarrolladas, las cuales cuentan con los medios y la tecnología para implantarla así como para sustitución de las mismas en caso de que sea necesario, no así en zonas menos desarrolladas que lamentablemente no gozan de los mismos medios ni de la misma calidad de materiales.
Para los lectores interesados, se puede leer el acuerdo en castellano aquí.
Ana Belén Peña, experta en Energías Renovables
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