El desarrollo sostenible es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos y enfrentaremos. Y, en esta lucha, es preciso utilizar todos los recursos que tengamos a nuestro alcance. En este contexto, la inteligencia artificial se presenta como una solución eficiente que puede ayudar en algunos de los conflictos más complejos. Pero ¿Qué problemas presenta? ¿En qué nos compromete su uso?
Algo tan novedoso como la Inteligencia Artificial (IA), y con tanto futuro, muchas veces abre campos nuevos para la ética y la moral. Y por eso, queremos explicarte aquí a qué retos se va a enfrentar esta tecnología y qué posibles dilemas pueden surgir.
¿Cómo se puede utilizar la IA para los retos sostenibles?
Lo primero de todo pasa por entender los retos a los que hacemos referencia cuando hablamos de un desarrollo sostenible. Estos van desde el fin del hambre en el mundo, hasta modelos estables de producción de alimentos. Así como un trabajo decente y digno para todas las personas, protección del clima y de la vida submarina y mantener los ecosistemas terrestres (entre muchas otras necesidades). Es decir: es un modelo complejo en el que están muchos factores interconectados.
La IA obviamente no es la solución de todas ellas. Pero, bien aplicada o dirigida hacia aspectos estratégicos, sí que puede ser una solución eficiente.
Por ejemplo: ha demostrado ser una excelente herramienta para optimizar los trabajos y para la producción agrícola. Es decir, puede influir de forma directa y crear una manera más eficiente de producir alimentos, aprovecharlos más y, por lo tanto, repartirlos mejor.
También puede ser una excelente manera de mejorar la medicina, a través de sistemas mucho más precisos con capacidad de personalizar los tratamientos y, a la vez, ahorrar tiempo y recursos del sistema médico actual.
Es una herramienta que puede predecir comportamientos, hábitos de consumo y, por lo tanto, encargarse del abastecimiento de según qué productos. Lo que ayudará a evitar el stock y a tener un consumo más eficiente.
Una herramienta más
Ahora bien, lo interesante de la IA no es que sea una solución a todos los problemas. Sencillamente es una herramienta más que podemos utilizar para enfrentarnos a los desafíos y los retos de sostenibilidad del nuevo siglo. Y es que de la misma manera que sucede con el big data, se puede utilizar para realizar mejoras, así como para empeorar algunas situaciones. ¿Te explicamos algunas?
– La IA, junto con el big data, puede ayudar a solidificar prejuicios, atacar comunidades y alentar comportamientos de odio contra determinados colectivos. Y es que la inteligencia ciega, y a veces, machaca o incide más a algunos sectores de la población.
– Al no estar distribuida de manera equitativa puede aumentar las diferencias entre países. Focalizándose así en la desigualdad y en la pobreza. O, en otros casos, incentivando cierto colonialismo o control de los países del norte a los del sur.
– Puede suponer un reemplazo para trabajos, aumentando el paro y la pobreza. Especialmente la de aquellos empleos menos cualificados que utilizan mano de obra no formada. Por lo tanto, puede ser un riesgo para el trabajo.
Estas son solo algunas de las muchas formas en las que la IA puede ser un obstáculo en el camino del progreso. ¿Qué problemas y cómo se concreta esto? Vamos a verlo.
¿Qué dilemas éticos pueden aparecer?
Estos son algunos de los debates que pueden empezar a surgir y que, de hecho, ya están surgiendo:
¿Puede ser un factor que genere igualdad o desigualdad?
Ya lo apuntábamos más arriba. ¿La IA provocará que compitan los países por obtener esta tecnología y creará, entonces, más desigualdades entre los pobres y los ricos? Esto dependerá, entre otras cosas, de a quién va dirigido el servicio que presta. Si sencillamente se tratara de un asunto económico y supletorio para empresas, o si respondiera a unos fines comunes y establecidos que permitieran un desarrollo estable de la economía.
¿Va a ser algo que solo optimice beneficios o que reparta ganancias?
Por ejemplo, en el caso de la solvencia en los cultivos y en la producción. ¿La IA se va a utilizar como un medio para enriquecer a las empresas y que puedan producir más, o esa producción extra va a ser repartida y servirá para erradicar las hambrunas? Esto dependerá directamente del enfoque que se vaya a seguir. Y, por lo tanto, será esencial delimitarlo.
¿Quién va a poder acceder a dicha información?
Las nuevas tecnologías tienen la capacidad de generar una tremenda cantidad de información. Tanto pública como privada. Cabe preguntarse aquí si esos datos se podrán utilizar para beneficio de todos o si serán algo exclusivo de las grandes empresas. Así como el uso que se les dará. Estas son cuestiones importantes, ya que puede estar ahí, por ejemplo, la información acerca de tu historial de la salud o de la proyección que vayas a seguir (posibles enfermedades genéticas, etc.) y esta información puede impedirte conseguir un trabajo, un préstamo, etc.
¿Qué supone una dependencia así de la tecnología?
¿Se puede situar tanta confianza en las máquinas o también hay que contar con un factor humano de cambio y evolución? Otra línea de debate ético que ha atravesado siempre el siglo XX es la dependencia que tenemos de la tecnología. ¿Es beneficiosa? ¿O, por el contrario, darle todo el poder de la posesión de la información a una máquina provoca un sistema deshumanizado y, por lo tanto, injusto?
Aunque esta parece una pregunta casi filosófica, tiene sentido cuando hay que dirimir, por ejemplo, si una persona tiene que ser operada o no. O si un proyecto puede tener validez en el futuro o no. Como ves, hay un cambio de claroscuros en este tema que hace que sea fascinante.
En cualquier caso, la IA promete ser una de las grandes fuentes de trabajo en el futuro. Y será uno de esos elementos tecnológicos que cambien por completo el mundo. Por eso, si quieres formarte en algo con muchísimo futuro y estar a la vanguardia del cambio, no lo dudes. Empieza ya nuestro máster en Inteligencia artificial.
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