Además de a través de las paredes, las viviendas y los edificios ganan y pierden energía a través de los huecos en las mismas. Los edificios son concebidos con esos “huecos” en forma de puertas o ventanas ya sea para brindar el paso al interior o para que la luz pueda entrar.
Para evitar que esos agujeros supongan una pérdida energética o una demasiado fácil capacidad de intromisión externa, obviamente, se crearon las puertas y las ventanas.
El problema radica en que en muchas ocasiones esas puertas o ventanas de las viviendas no aíslan correctamente ya sea por su proceso defectuoso de instalación o pura y simplemente por el tipo de puerta o ventana utilizada.
Las ventanas en una casa pueden ser tan necesarias como molestas. Son imprescindibles porque dejan pasar la luz natural, permiten renovar el aire del interior de la vivienda y, a menudo, proporcionan estupendas vistas, pero… ¿Qué pasa cuando no aíslan lo suficiente?
Las ventanas, al igual que los muros y la cubierta son elementos que deben proteger, brindar confort y que deben cumplir una función aislante; de no hacerlo pueden convertirse en un serio problema: en invierno permitirían que parte del calor generado por la calefacción se escape del interior, y en verano, que el calor del exterior penetre en la vivienda.
Ante esta realidad, en invierno la calefacción debe trabajar más y pasar más tiempo encendida a fin de alcanzar la temperatura óptima, y en verano, el aire acondicionado tiende a estar encendido con mayor frecuencia y a requerir más tiempo para enfriar el hogar.
Ahora bien, ¿Qué consecuencias tiene la situación antes planteada?
a) En primer lugar, es posible hablar de una falta de confort en el hogar.
b) A su vez, es necesario mencionar que en ambas situaciones el gasto energético se ve incrementado, y por consiguiente se esta derrochando más dinero y energía.
En el caso de las ventanas, por parte de los ciudadanos, la primera opción ante un problema de aislamiento siempre suele ser cambiar las ventanas por otras mucho mejores (y más caras) que sin dudarlo nos recomendará el instalador de ventanas. Sin embargo, aunque esto generalmente resuelve la situación, la verdad es que dicha solución muchas veces es parcial: no hay que olvidar que casi todas las ventanas cuentan con un elemento muy utilizado en España: la persiana. El tambor de la persiana comunica el interior de la vivienda con el exterior, por lo que si no está bien instalado y aislado produce un efecto similar a dejar la ventana entornada permanentemente. Con lo que hemos encontrado casos en los que se habían instalado unas caras ventanas “oscilobatientes con rotura de puente térmico” (es curioso como el usuario era capaz de repetir esta arenga sin muchas veces saber qué significaba) pero se habían dejado las persianas antiguas con un gasto considerable y una ganancia térmica casi nula.
Una posible solución, si las ventanas iniciales son las correderas de toda la vida, es la colocación de dobles ventanas, ya que con esto la temperatura interna se logrará controlar aun más. Esta solución es mucho más económica que sustituir las ventanas que se tienen por otras, lo que puede permitir destinar parte del presupuesto a invertir en otras soluciones que mejoren la eficiencia energética del hogar. De esta forma invirtiendo menos dinero se tendrán hasta cuatro cristales y 3 cámaras de aire entre el interior y al calle con el efecto aislante correspondiente. Además la doble ventana permite que la persiana quede entre la ventana exterior y la interior con lo que se evita el problema de transmisión térmica.
Algo parecido pasa muchas veces con las puertas de entrada a las casas. Casi cualquier usuario se preocupará mucho en que la cerradura sea de seguridad o incluso que la puerta sea blindada para evitar que puedan entrar unos ladrones llevarse su dinero. Sin embargo es frecuente encontrar que bajo esas puertas podríamos introducir una moneda sin problemas. Así que, muchas veces sin darse cuenta lo que queremos evitar es precisamente lo que obtenemos: que nuestro dinero se vaya poco a poco escapando por las rendijas de la puerta.
La primera solución debe ser, obviamente colocar burletes o protectores abatibles que impidan la entrada y salida de aire con la puerta cerrada. En cualquier caso no podremos impedir que el calor se vaya o el frío entre cuando abramos la puerta. La mejor solución, su es posible, para estos casos es instalar una campana o doble puerta acristalada que permite mejorar mucho con una inversión pequeña y rápidamente amortizable.
Mejorando puertas y ventanas será posible ahorrar hasta un 35% de energía.
Director Área Energías Renovables y Medio Ambientede IMF Business School.
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