Hace unas semanas se publicó un documento titulado “Energy Efficiency – the first fuel for the EU Economy”, en donde se pone de manifiesto la importancia que tiene en la Unión Europea llevar a cabo prácticas encaminadas a reducir el consumo energético. Hoy en día las inversiones en eficiencia energética se hacen imprescindibles dados los altos niveles de importación de fuentes de energía primaria, lo que ocasionan pérdidas de divisas de las arcas nacionales, cifradas al cabo del año en algo más de 400 billones de euros.
Es necesario que el sistema regulatorio europeo, y por ende, de los distintos países miembros de la Unión Europea, sea estable para que se puedan llevar a cabo inversiones con seguridad jurídica. Esto permitirá que se puedan movilizar muchos millones de euros, con lo que eso implica de creación de empleo y de crecimiento económico para los distintos países, y más en un contexto de crisis económica.
Para que se obtengan los éxitos deseados, se requiere la participación del capital privado, mediante colaboraciones públicas-privadas tanto en el sector de edificios, industrial y en el de pequeñas y medianas empresas, y precisamente esto no se debe ralentizar porque entonces los objetivos de eficiencia energética y de cambio climático fijados en los Acuerdos Internacionales no se cumplirán.
Independientemente de que los precios de las fuentes de energía primaria tradicionales (petróleo, gas natural, carbón) puedan bajar y hacer menos rentables las inversiones en eficiencia energética, no se tiene que impedir el desarrollo de un sector que tiene un enorme potencial de crecimiento. Para ello desde los ámbitos gubernamentales se tiene que facilitar que esto se desarrolle a través de mecanismos legales como las exenciones fiscales.
Hay que contextualizar que a nivel europeo se cuenta con compromisos en materia de ahorro y eficiencia energética. Concretamente en marzo de 2007, los líderes de la Unión Europea se comprometieron a reducir para 2020 el consumo de energía previsto en un 20%, mientras que en octubre de 2014 ese valor se incrementó hasta el 27% para el año 2030. En el año 2012 se aprobó y publicó la Directiva 2012/27/UE actualmente vigente, por la que se establecieron las normas para un suministro y uso más eficientes y se fijaron objetivos orientativos nacionales para fomentar la eficiencia energética.
A la vista de lo dicho anteriormente, se abre un panorama importante en un sector con un grandísimo potencial de crecimiento y que desde luego se tiene que aprovechar. Es por ello por lo que la necesidad de contar con profesionales cualificados y bien formados resulta completamente imprescindible.