La RAE define el apalancamiento como el efecto de apalancar, es decir, de “levantar o mover algo con la ayuda de una palanca”. Si bien puede parecer extraña la expresión, es cierto que es muy usada en términos económicos, ya que apalancar no es otra cosa que lograr un objetivo usando un soporte, un pie, una ayuda, una palanca.
Qué es el apalancamiento financiero
Si nos centramos en el concepto apalancamiento financiero hablamos de cómo una empresa decide usar el endeudamiento para aumentar nuestra capacidad monetaria y así acceder a una inversión (ya sea financiera o no).
Es decir, nuestro interés por un determinado proyecto nos lleva a la necesidad o al interés de adquirirlo aportando una parte de nuestros recursos y otra adquiriendo una financiación ajena por la cual habrá que (normalmente) abonar una cuantía monetaria como coste o interés.
Lo primero que habría que analizar es las razones por este endeudamiento que pueden ser esquematizadas en dos:
- Necesidad: no siempre tenemos el 100% de recursos para adquirir un bien, por lo que el endeudamiento de una parte (es decir, apalancamiento financiero) nos permitirá tener acceso a dicho bien. Pongamos, como ejemplo, la compra de un piso mediante una hipoteca.
- Interés: nacido del coste. Está estudiado que el coste de aportar recursos propios (normalmente especificado como coste de oportunidad) es mayor al de los recursos ajenos (intereses explícitos e implícitos), por lo que la teoría (recordemos los principios de Modigliani-Miller) nos anima a endeudarnos ya que el proyecto nos dará una mayor rentabilidad al tener un coste menor.
Cómo calcular el apalancamiento financiero
Obviamente al apalancarnos entramos en la clásica dualidad económica: rentabilidad/riesgo. Está claro que no es lo mismo adquirir un bien apalancándonos al 50% que al 90%, ya que el proyecto de no funcionar (pongamos la compra de una empresa que acaba siendo un fracaso) conlleva no sólo una pérdida de una inversión si no un pago añadido de intereses que de abonar todo con nuestros recursos estaríamos exentos.
Esta problemática debe ser sopesada ya que el apalancamiento lleva a una relación directa entre la rentabilidad y riesgo, ya que a mayor endeudamiento menor coste medio de los recursos y más rentabilidad, pero mayor riesgo.
El cálculo es sencillo, ya que únicamente debemos dividir la financiación solicitada entre el total del coste del bien (o para una empresa, el total de la deuda financiera con el de los activos invertidos).
Así tenemos un dato en términos porcentuales (y por tanto comparable fácilmente) de este concepto que, obviamente, se aplica tanto en la economía de las grandes empresas como en la familiar.
Y, como es lógico, no debemos ponernos nerviosos ante un apalancamiento financiero, no en vano, debemos aprovechar el sistema y sus herramientas para crecer, pero siempre con cabeza y sabiendo que debemos ser capaces de devolver ese dinero prestado junto con sus intereses.