El PGC actual español (RD602-2016, de acceso libre en el siguiente enlace) define los Activos como bienes, derechos y otros recursos controlados económicamente por la empresa, resultantes de sucesos pasados, de los que se espera que la empresa obtenga beneficios o rendimientos económicos en el futuro.
Y, si bien, debemos controlar todas y cada una de las facetas de la empresa (activos, pasivos y patrimonio neto), es en los activos donde deberíamos poner un poco más de hincapié, no en vano van a ser los responsables de producir rentabilidades futuras que hagan que la empresa sea solvente y pueda mantenerse en el mercado dando beneficios.
Dos vías para estudiar la gestión de activos
Esta gestión de activos o Asset Management puede estudiarse mediante dos vías, una comercial y una bancaria. Procederé a explicar cada una de ellas a continuación.
Gestión de los activos comercial
En este caso, el equipo directivo debe centrarse en sacar la máxima rentabilidad de sus bienes y recursos, es decir, no sólo de sus inmovilizados, si no del conjunto de sus activos como son los derechos de cobro.
Empezaré hablando del inmovilizado material e intangible. Los gestores deben realizar un detallado estudio de estos para evitar:
- Recursos ociosos: de tenerlos, la empresa deberá venderlos ya que el paso del tiempo y su desgaste los hará inservibles. Además, su posesión sin uso conlleva a costes de mantenimiento y a un espacio ocupado inservible.
- Recursos sobre-usados: lo cual puede llevar a costes por reparación o rotura prematuros, además de acortar su vida útil.
- Revisión de los tiempos y métodos de amortización: cada bien debe ser amortizado en función de un criterio específico para su funcionamiento.
En cuanto a los inmovilizados financieros debemos vigilar que el dinero puesto en ellos sea rentable, ya que son fondos paralizados destinados a un fin: ya sea control de una empresa o la obtención de beneficios vía especulación. Si un activo no produce la suficiente rentabilidad debe ser vendido y sustituido.
Las mercaderías son un tema importante, ya que debemos tener en nuestros almacenes los bienes necesarios para hacer frente a las demandas habituales de los clientes y un poco más para demandas excepcionales o estacionales. Su mantenimiento supone altos costes de mantenimiento y control, pero, por suerte, disponemos de diferentes métodos para su control: estudio de los periodos medios, modelo de cantidad óptima de pedido, método ABC o el just in time.
Debemos controlar todos los almacenes (de materias primas, productos en curso y terminados) para evitar costes añadidos de adquisición de stocks, de renovación, reaprovisionamiento o de realización de pedidos, costes de mantenimiento o de rotura…
La tesorería también debe ser, obviamente, controlada, como si fuera un almacén de mercaderías. No en vano de tener mucho dinero parado perderemos rentabilidad al no invertirlo, y tener mucho dinero invertido y poco en caja nos podría llevar a problemas de liquidez en nuestro día a día. Así debemos tener un mínimo de tesorería que haga frente a motivos de transacción, de precaución y de especulación propios de estos activos líquidos. Al igual que el almacén hay modelos sencillos para su control, como el de Baumol/Allais/Tobin (BAT) o el de Miller-Orr.
El control sobre los derechos de cobro es mucho más complicado, no en vano hay determinados sectores donde para conseguir clientes prácticamente todo debe financiarse. Un adecuado control de los plazos de pagos de estos y un equilibro entre los pagos al contado y a crédito es siempre una política recomendable.
Gestión de activos bancaria
Basada en un asesoramiento financiero en materia de las inversiones en las cuales una empresa puede invertir (inversiones inmobiliarias o no). Unas acciones de las entidades financieras para buscar rentabilidad en los recursos de sus clientes que, para grandes sociedades, puede derivar hacia lo hablado en el punto 1 ayudando a las estas empresas a gestionar sus propios activos.
Como siempre la idea de la banca es sencilla, un inversor quiere asesoramiento y no sólo en activos financieros, siendo los activos fijos (como las construcciones) grandes bienes de inversión que permiten de manera sencilla diversificar el riesgo de sus carteras.
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