Muchas organizaciones que ven la necesidad de cambiar su forma de hacer, su forma de vender, su forma de prestar el servicio, su cultura empresarial… creen que no pueden, que su empresa es diferente. Que saldrá mal. Que es mejor quedarse como hasta ahora. No ven que al menos un tercio de su plantilla, lo está deseando, pero en silencio.
La necesidad del cambio en las organizaciones
Hay un viejo dicho que dice que cuando empiezas a pensar en la simple posibilidad de cambiar cosas en el futuro, ya es tarde. Es más, algún tipo de cambio ya está en marcha. Solo que no lo controlas tú.
En el tipo de dinámicas de mercado en las que estamos inmersos, donde la transformación cultural es clave para la supervivencia de las organizaciones, el cambio es algo habitual, es lo único constante, porque todo lo demás es móvil. Es cierto que, cambiar, mejorar y avanzar es posible llevarlo a cabo de múltiples formas, y es aquí donde surgen dos conceptos a tener en cuenta: velocidad y tracción.
Velocidad
No es lo mismo cambiar por evolución (que es lento), que cambiar de forma disruptiva (que es rápido y en ocasiones traumático). Si lo queremos en una cambio planificado y dirigido por nosotros, donde conservemos la esencia, nuestra identidad y cultura distintiva, podemos ir a media velocidad y gestionar una transformación.
Tracción
Nosotros podemos planificar o ser arrastrados por los acontecimientos, pero cuando las cosas se suceden bajo una lógica estratégica, según lo planificado y con cambios incrementales cada vez más rápidos, mas “sencillos” y más acertados, lo que tenemos es tracción (un concepto muy utilizado en el mundo startup).
La cultura de una compañía
No todos los equipos son iguales. Ni siquiera aquellos equipos que se parecen, se comportan de forma similar dentro de la organización. Dependerá del tipo de cultura de compañía que exista y del mapa de relaciones que se desarrolla en ella.
Existen culturas muy paternalistas, culturas familiares, culturas con fuerte orientación a resultados, culturas desestructuradas, culturas facilitadoras, culturas competitivas, de fuerte liderazgo…, o bien un compendio de todas ellas.
Cada cultura de compañía es diferente, y es de las pocas cosas que no podemos replicar de una organización a otra, tal cual. Por tanto, hace a las organizaciones, únicas.
¿Qué es la cultura empresarial?
El problema surge cuando la cultura de una compañía (conjunto de normas, directrices, estilos, formas de hacer, creencias y valores), no es la realmente queremos, no es la deseada, no aporta valor al negocio. Es entonces, cuando hay que cambiar.
Factores importantes en la cultura empresarial
Todos los que trabajamos en una organización creamos cultura de compañía, todos. Aunque lo cierto es que no todos con la misma intensidad. Dos, son los factores más importantes:
- La propiedad o la dirección de la compañía. Es clave, sin su complicidad, nada se hará y nada funcionará
- Los líderes (formales o informales), ya que generan un contexto a su alrededor que facilita o limita que las cosas sucedan
La meta final de todo ello es conseguir una adecuada alineación de la plantilla con la estrategia de negocio de la compañía.
Cambiar la cultura o cambiar enfoques, procesos… personas
Hemos afirmado antes que la cultura de compañía se puede cambiar y se debe desarrollar. Pero si lo que queremos cambiar es el servicio, el producto, cómo vendemos o como hacemos de algo un estilo propio, la cultura de compañía es una de nuestras principales herramientas.
Y esto no es una opción más. El avance tecnológico está poniendo de manifiesto la necesidad del cambio de perspectivas, del cambio de las culturas empresariales y de la transición hacia nuevos modelos de negocio, con estructuras y estilo diferentes.
El verdadero cambio son las personas
El miedo surge cuando pensamos que habrá rechazos, resistencias por parte de la plantilla. Y es cierto, pero la estadística organizacional nos dice que 1/3 de la plantilla se podría resistir, 1/3 no se posiciona, no rechaza, pero no apoya, por lo que depende de cómo comuniquemos y gestionemos la situación, peo existe 1/3 mas que está en silencio a la espera de que alguien diga que es el momento de cambiar cosas.
Todo depende de nosotros y de cómo lideremos el cambio, donde quisiera destacaros 3 factores determinantes:
- Nuestra capacidad de tener una visión a largo plazo.
- El compromiso real y constante de la Dirección.
- Saber comunicar, transmitir e inspirar a los demás.
Es cierto que hay estrategias, metodologías y palancas para tener éxito en estos escenarios, pero sería demasiado largo para un post como este. Así que si decides que quieres dedicarte a cambiar procesos, enfoques, culturas… organizaciones. Vente a IMF, te enseñaremos a hacerlo.
José Díaz Canseco, Director Académico de Personas en IMF business School.
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