Eva Pizarro nace en Jaraco (Xeraco), municipio de la costa Valenciana, situado en el sureste de la provincia, en la comarca de Safor. Como ella dice, llegó al mundo del vino por casualidad, pero más bien fue por curiosidad y porque el mundo del vino necesita de personas como Eva, Sumiller y profesora gastronómica con 15 años de experiencia.
Lleva con orgullo su condición de valenciana, pero su bagaje profesional le permitiría ser riojana, gallega o de cualquier zona elaboradora de vino, de buen vino. Su profesión se ha convertido en pasión, la misma que usa cuando dirige una ponencia en un congreso gastronómico, imparte una clase en GASMA, (Campus de Gastronomía y Management Culinario de la Universidad CEU Cardenal Herrera ubicada en Valencia, enfocado al desarrollo del sector Gastronómico y Culinario) o se encarga de armonizar los platos que se sirven en el Restaurante Fierro con todo tipo de bebidas, no solo vino, para que los comensales disfruten de una experiencia gastronómica inolvidable
Infatigable, siempre está inmersa en algún proyecto en el que el vino es hilo conductor y por si fuera poco, aún le queda tiempo para escribir un libro de título sugerente, donde nos relata que y quienes la han llevado a ser una de las sumilleres y embajadoras del vino más activa de nuestro país, las experiencias vividas que marcaron su vida profesional, los vinos que cambiaron su vida y las personas que la han hecho crecer y que siguen acompañándola en el descorche de botellas o como a ella le gusta decir, quitando tapones.
Un libro muy recomendable para aquellos que quieran descubrir, de primera mano, la magia que este mundo del vino encierra y al que cualquiera puede acceder sin complejos ni temores, pero si con la idea de disfrutar y compartir botellas, tal y como Eva Pizarro hace cuando tiene oportunidad, por algo muchos de sus amigos tenemos el lema de “más beber y menos catar”
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¿Cómo has llegado al mundo del vino, cual ha sido ese “clic” que te motivo?
Pues como muchas cosas en mi vida, llegó por casualidad, yo estudie la Diplomatura de Turismo y entré a trabajar en un hotel dirigiendo el departamento comercial. Entre otras cosas llevaba la comercialización de los espacios gastronómicos, por tanto debía conocer la oferta gastronómica de los mismos. Cuando veía los vinos sentía una gran frustración porque manejaba algo que no entendía, que no conocía, así que decidí ponerle remedio.
Vi que se daba un curso de vinos cerca de mi localidad y me apunté.
Seguramente no era el curso de vinos más indicado para mi, que era una novata, allí se manejaban vinos de un grandísimo nivel y de todas las zonas del mundo. No fueron los vinos lo que me fascinó, que también, eran maravillosos. Fue la pasión con la que aquel profesor hablaba de ellos, hablaba de cops de Coeur, vinos que emocionan, capaces de trasladarte a recuerdos de tu infancia…
Vamos, que me enganchó totalmente, y quise saber más, saberlo todo y convertirme en aquel profesor capaz de descubrir a sus alumnos un mundo increíble.
¿Qué importancia tiene la formación para trabajar en el mercado del vino?
Toda, la formación es la base de la profesión del sumiller junto a la vocación de servicio. La formación es el pilar fundamental si se trabaja en el mercado del vino, ya sea en la distribución, formación, etc.…
Es un mundo muy amplio, zonas de producción, uvas, climas, estilos de elaboración, tendencias… con el añadido de que cada año empiezas de nuevo, cada añada es diferente y es necesario estar al corriente de como ha sido cada vendimia.
Además el vino evoluciona una vez elaborado, con lo cual hay que saber hacer un ejercicio de mirada al futuro para saber cómo va a ser esa evolución y cuál será su mejor momento. Esto solo se sabe con la formación, con el conocimiento de todos los factores de los que depende un vino.
Las tendencias cambian, el gusto del cliente, surgen nuevas bodegas… uno no puede dejar de formarse nunca.
La formación también es la clave para la profesionalización de un sector dominado por el intrusismo, y será entonces cuando se puedan reclamar salarios y horarios acordes al perfil profesional.
¿Qué es lo que más te gusta de este sector?
Toda la parte hedonista que implica, el disfrutar, tanto del vino como de la gastronomía. Los momentos mágicos que se generan en torno al vino, y las amistades que se forjan.
E indudablemente la formación, sembrar esa semilla en los alumnos y ver como florece una vocación.
¿Qué te gustaría mejorar dentro de la situación actual del sector vinícola de nuestro país?
Quitarle la etiqueta del algo difícil, algo snob, una bebida elitista. El vino lo puede disfrutar cualquiera, sepa o no sepa de vinos, hay que fomentar el consumo ya que el vino es parte de nuestra cultura, favorece el desarrollo de las zonas rurales, y contribuye a conservar nuestras tradiciones e historia.
¿Cómo valoras las campañas de comunicación y Marketing de las bodegas o los Consejos Reguladores?
Creo que la mayoría están lejos de conectar con el público, lo que decíamos antes, muestran una imagen alejada de la gente joven, del consumo casual. Se suele ligar el vino a ocasiones especiales, con gran ceremonia de servicio, de copas carísimas, de decantadores imposibles…
Hay que fomentar el vino en otros ambientes. Por ejemplo por las noches como alternativa a las copas, entre la gente joven como opción a la cerveza. Dejarnos de protocolos y fomentar su consumo sea frío, en vaso de plástico, como sea… acercarlo a la gente de forma natural y sencilla.
¿Cómo crees que sería una buena comunicación en el mundo del vino? Atendiendo a su origen o como producto final.
Las dos son necesarias. Se ha puesto el énfasis sobre el producto final, pero comunicar su origen tiene mucho que ver con la parte emocional del vino, las personas que hay detrás, las condiciones, el entorno, el contexto… todo ello nos permite poder conocer más sobre el producto final y con ello nos permite disfrutarlo en su totalidad.
¿Qué le pides a un vino cuando catas?
Personalidad, identidad. Un vino nos debe hablar de donde viene, de las condiciones de su añada y de quien lo elabora.
¿Cuál ha sido tu mayor metedura de pata o tu situación más ridícula de tu trabajo relacionado con el vino?
Pues no recuerdo ninguna especialmente grave, quizás cuando más sorpresas nos llevamos es cuando catamos a ciegas, ahí no hay trampa ni cartón.
¿Qué botella tienes guardada para esa ocasión o cual has bebido para no olvidar?
Tengo muchas que he ido comprando en viajes, en visitas a bodegas… cada vino tiene su momento, su compañía y algunas siguen esperando el suyo.
He bebido muchos vinos que jamás olvidaré, si algo tienen en común, es que han hecho especial ese momento.
Recomiéndanos un vino para regalar a alguien que no es consumidor habitual de vino.
Cada persona debe ir recorriendo su camino en el mundo del vino, ir evolucionando, probar cosas e ir descubriendo lo que le gusta.
Como sumiller, me parece la función más importante en nuestro trabajo, saber leer lo que necesita cada cliente e intentar acertar.
Muchas veces nos empeñamos en recomendar lo que a nosotros nos gusta y quizás ese consumidor aun no está preparado para disfrutar según que vinos. Por eso creo que es muy importante respetar el momento y las necesidades de cada uno y saber interpretarlas.
Para alguien que quiera un vino disfrutable y lleno de matices que estimulen su paladar: un Riesling de Alemania.
Para bebedores entrenados: un vino generoso, Jerez, Oporto, Madeira… acompañados de tiempo para perderse en sus mil matices.
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