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Especial MBA Enología: La etiqueta, factor clave en la venta de vino

Especial enología: la etiqueta en el vinoUn una sociedad de la imagen como la nuestra, la etiqueta de un vino es algo más que el soporte informativo de la marca, la bodega, los varietales, la graduación alcohólica y el tipo de crianza, si la tiene. Todo estos son datos de obligado cumplimiento y que, por lo tanto, no suponen ninguna ventaja comercial, más allá de la pertenencia una Denominación de Origen prestigiosa, como es el caso de Rioja, Ribera del Duero, Rías Baixas, Rueda, Priorato y pocas más. Así que el primer problema con el que se enfrente un bodeguero a la hora de lanzar una marca de vino al mercado, es el diseño de su etiqueta, complemento fundamental del modelo de botella. El objetivo es llamar la atención en un lineal o estante de una tienda especializada. Nada fácil, dada la proliferación de marcas en los últimos tiempos.

Por eso, y más allá de consideraciones asténicas, siempre discutibles, es conveniente que la etiqueta responda lo más fielmente posible al mensaje que queremos trasmitir. Es decir, primero es el vino y luego el mensaje. Hay que tener presente que la compre de una botella de fino está ligada más a emociones que a necesidades, y que para la mayoría de nuestros consumidores, el vino es una bebida de elección, desgraciadamente poco habitual.

Por ejemplo, sería poco adecuado diseñar una etiqueta barroca, llena de dorados, escudos y títulos nobiliarios para un vino joven o de ligera crianza en roble, por muy prestigiosa que sea la bodega o la zona vitivinícola. Deberemos optar por un diseño limpio, claro, con un mensaje sencillo y directo que permita una inmediata identificación con el comprador, generalmente alguien con no mucha cultura vitivinícola, y que busca en el vino un goce sin complejidades. Hay numerosos ejemplos, pero uno que refleja bien lo que digo es la etiqueta de Crash Red, el vino joven para gente de espíritu juvenil (aunque tengan ya una edad respetable) de Pago de los Balancines, que combina acertadamente creatividad con una referencia a los comics y la corriente artística Por-Art, obra de Álvaro Ortega y diseño de la agencia NoLine.

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Otro buen ejemplo, esta vez más sobrio, destinado a gente a la que le gusta sorprender, es el de Puntiapart, de la bodega La Vinyeta, cuya etiqueta contiene una imagen siluetada que se mueve al girar la botella, como en los antiguos libros animados. Entre una y otra, se ubica Tocat de l’Ala, de Coca i Fitó, que aúna simplicidad, sentido del humor y  originalidad. Y dentro de este concepto, pero más estilizado, sobresale en mi VMalcorta, de Javier Sanz, un ahoja de viña metamorfoseada en mariposa, donde el respeto y puesta en valor de la naturaleza es el mensaje.

Naturalmente, si de lo que se trata es de un vino de la gama alta, donde el mensaje trata de resaltar la calidad del viñedo y lo esmerado de la elaboración, no es conveniente recurrir a etiquetas que banalicen, aunque sea con ingenio y buen gusto, la seriedad de una oferta que suele  tener un precio elevado. Aquí las posibilidades son amplias, aunque sin dejar que la imaginación vuele demasiado. Las más glamurosa, y que aporta un valor añadido extra, es la iniciada en 1924 por uno de los tintos de Burdeos más prestigiosos: Château Mouton Rothschild. Este “Prémier Cru” fue el primero en integrar dibujos de los más cotizados pintores como Picasso, Dalí, Miró, Bacon, Chagall, Kandinsky, Braque, Andy Warhol, etc. en la parte superior de su etiqueta, creando un estilo que luego han seguido otras bodegas prestigiosas. En España Enate, Vega Sicilia y Fariña, entre otras, ilustraciones originales de Tapies, Chillida, Saura, Canogar, Hernández Pijuan, Cristina Iglesias o Miquel Barceló.

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Entre estos dos extremos cabe una amplia gama de posibilidades. Su utilización debe estar al servicio del vino, y no para inducir a engaño. Debe ser el DNI del bodeguero, donde el uso adecuado de la tipografía, las imágenes y los motivos ornamentales permiten que cada bodega pueda establecer un diálogo directo y sincero con su futuro consumidor trasmitiendo, en un mensaje claro e impactante, honestidad, respeto y calidad de acuerdo a su peculiar forma de entender su negocio vitivinícola. Todo, naturalmente, además de cumplir con las obligaciones legales e informativas.

De los que se trata es de seducir al consumidor con la vista de nuestra etiqueta para conquistar finalmente su fidelidad con el aroma y sabor de vino. Ese es el secreto.

 

Carlos Delgado tutor del MBA de ENología de IMF Business School

 

Carlos Delgado, Periodista, escritor, y crítico enogastronómico del diario “El País” y tutor del MBA Especialidad Enología de IMF Business School

@CarlosBoves

 

 

 

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Carlos Delgado

Periodista, escritor, y crítico enogastronómico del diario “El País” y tutor del MBA Especialidad Enología de IMF Business School. Fundador de OpusWine, editora de las revistas MiVino y Vinum. Creador y Comisario de las seis primeras de ediciones de Vinoble, el salón Internacional de los Vinos generosos, licorosos y dulces especiales en el Ayuntamiento de Jerez de la Frontera.

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Un una sociedad de la imagen como la nuestra, la etiqueta de un vino es algo más que el soporte informativo de la marca. ¿Qué importancia tiene?