El producto mínimo viable (PMV) es una metodología aplicable a los negocios, concretamente para la gestión de proyectos y el desarrollo de nuevos productos, que es muy útil en la era digital. Una de sus principales características es que ahorra tiempo y dinero a las empresas, identificando aquellos proyectos que no van a funcionar antes de invertir en ellos.
Negocios como las startups, que se caracterizan por ser más ágiles que las empresas tradicionales en todos sus procesos, son quienes más provecho pueden sacar del PMV.
Cómo poner en marcha el MVP
El MVP nace como consecuencia de una necesidad que tenían los desarrolladores de productos de las empresas y que les hacía perder mucho tiempo. Estos profesionales saben que una cosa es tener una idea y otra es que realmente funcione. Los negocios no pueden permitirse el lujo de gastar tiempo y dinero en proyectos que están condenados al fracaso, necesitan tener ciertas garantías y por eso nació esta metodología.
Pasos para implantar el producto mínimo viable en nuestro negocio
1. Propuesta de valor. El primer paso es definir la propuesta de valor de nuestra idea o proyecto y esto se hace respondiendo a una serie de preguntas. Por ejemplo, deberíamos preguntarnos qué es útil para la gente, cuáles son las soluciones que ofrece o en qué se diferencia de cosas similares. También hay que definir, con la mayor exactitud posible, cuál es su valor diferencial y cómo será utilizado por los consumidores.
Todas estas cuestiones son necesarias dejar aclaradas en la fase inicial, de diseño del PMV, ya que constituyen la “prueba” que demuestra que la idea a desarrollar es realista y eficiente.
2. El tiempo de prueba. Es muy importante establecer tiempos claros y reales en la gestión de proyectos. Cuando estamos en fase inicial tenemos que poner un periodo de prueba adecuado al producto (y a nosotros mismos). Es importante poner una fecha adecuada, ya que un periodo más corto o más largo de lo que el producto necesita puede perjudicarle a la hora de salir al mercado.
3. La prueba del público objetivo. ¿A quién va dirigido nuestro producto? Al público en general, a niños, a ancianos, a hombres, a mujeres… son muchas las variables que podemos encontrar y es vital definirlo bien. Por eso, a la hora de buscar a una audiencia que pruebe el PMV, esta tiene que coincidir con el público objetivo, porque los resultados deben ser lo más semejantes posible.
Fases para implantar el PMV
4. Pruebas en el mercado real. Una vez que hayamos realizado las pruebas iniciales con parte de nuestra audiencia, el siguiente paso es probar el PMV con el público “real”. Este es un paso crucial porque con ello vamos a averiguar si el mercado acepta nuestro proyecto o idea. Si resulta positivo, tenemos muchas opciones de que la penetración sea buena, si no, el lanzamiento puede provocar importantes pérdidas económicas para nuestro negocio.
Para llevar a cabo con éxito este paso, tenemos que establecer dos fases:
– Fase alfa. Aquí vamos a elegir solo a un grupo de personas, de manera que el público será controlado y pequeño. Es importante avisar que nuestro producto está en fase de experimentación y que puede ser modificado y adaptado.
– Fase beta. Una vez que la anterior haya funcionado, abriremos nuestro producto mínimo viable a una audiencia normalizada, sin límites. Lo importante es que veamos claramente cuál es la aceptación del mercado, si realmente aportamos algo diferente y posibles mejoras que haya que realizar antes de lanzarlo.
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5. Ajustes y modificaciones del producto. Los pasos anteriores nos llevan a este último, que es fundamental y muy valioso a la hora de mejorar nuestra idea. Tenemos que organizar y leer todos los feedbacks recibidos durante el periodo de prueba, lo que nos aproximará al objetivo principal del MVP: saber si merece o no la pena.
¿Qué hay que tener en cuenta?
Hay que tener en cuenta que los comentarios de los consumidores deben analizarse cuidadosamente. No todos van a ser útiles para el negocio, por lo tanto, habrá que hacer una selección previa con el foco puesto en la rentabilidad de la idea.
Una vez que lleguemos a conclusiones interesantes, el último paso será modificar el producto final y adecuarlo al interés de la audiencia. Si hubiera muchos cambios, podemos repetir todos estos pasos con el producto modificado desde el principio, pero siempre a costa de perder un poco de tiempo en el lanzamiento y comercialización.
Errores a evitar con el producto mínimo viable
En la gestión de los proyectos con el MVP se puede incurrir en errores que no solo van a hacer fracasar esta metodología, sino que harán que no consigamos los objetivos principales: ahorro de tiempo y dinero. Para evitar esto, ten en cuenta los siguientes consejos:
1. No planifiques tiempos de pruebas demasiado extensos. Como hemos dicho antes, hay que planificar concienzudamente este periodos para que no nos roben la idea y nos dé tiempo a ver resultados.
2. No cuentes con un público demasiado amplio, tanto en cantidad como en variedad. En la fase alfa es importante seleccionar bien a las personas que van a probar nuestro producto. Tomemos el tiempo necesario para ello, ajustando al máximo sus características.
3. No ignores los comentarios. No caigamos en el error de pensar que todos los demás están equivocados, por mucho que nos guste nuestra idea. Es mejor tener la mente abierta y prepararse para cualquier cosa, a la larga será mejor para nuestro negocio y nuestro bolsillo.
4. No realizar cambios. Debemos pensar en la rentabilidad del producto y en contentar al mayor número posible de personas, no a nosotros mismos. Siempre habrá algún cambio que realizar.
Conclusión
En definitiva, la metodología del MVP es una de las más eficaces para saber si merece la pena invertir o no en una idea. En el desarrollo de proyectos nos puede salir muy caro lanzar algo al mercado sin haber hecho las pruebas pertinentes. En nuestro máster sobre Gestión de Proyectos, el análisis y planteamiento del producto mínimo viable es un punto muy importante de la formación. ¡Pregúntanos para más información!
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