Definición
Carga mental es el conjunto de requerimientos mentales, cognitivos o intelectuales a los que se ve sometido el trabajador a lo largo de su jornada laboral, es decir, el nivel de actividad mental necesario para desarrollar el trabajo.
La carga que supone la realización de una determinada tarea, viene determinada por la relación entre las exigencias de esa tarea y la capacidad de respuesta del individuo que la realiza.
En la carga mental, las exigencias de la tarea están en función, fundamentalmente, de la información que debe tratarse en el puesto de trabajo, es decir, de la información que el individuo recibe en su puesto de trabajo y a la que debe dar respuesta.
En los últimos años, el desarrollo tecnológico, la tecnificación y la organización del trabajo, han influido decisivamente en la carga de trabajo: a la vez que se ha producido una reducción paulatina de la actividad física en muchos puestos de trabajo, han ido apareciendo nuevos puestos en los que predomina la actividad mental (control de procesos automáticos, trabajos administrativos, control de calidad, trabajos informatizados, etc.).
Es decir, el trabajo moderno requiere cada vez menos esfuerzo físico y más tratamiento de información. Como consecuencia de todo ello, el estudio de la carga mental de trabajo cada vez adquiere una mayor importancia.
Las exigencias de la tarea van a estar determinadas por una serie de factores del entorno de trabajo, como factores del ambiente físico, factores psicosociales y de la organización del trabajo y factores relacionados con el diseño del puesto.
La capacidad de respuesta del trabajador en tareas en las que predomina la actividad mental estará en función de ciertas características individuales y factores extralaborales que pueden estar afectándole en un momento dado. Veamos estos aspectos más detenidamente.
Exigencias de la tarea
Las exigencias de la tarea, cuando se trata de trabajos eminentemente mentales o intelectuales, están determinadas por los siguientes factores:
El contenido del trabajo hace referencia a las exigencias de la tarea propiamente dichas, que dependen fundamentalmente de la información que el trabajador maneja en su puesto de trabajo, información que recibe y a la que debe dar respuesta.
Dicho de otro modo, un trabajo intelectual implica que el cerebro recibe unas señales o estímulos a los que debe dar respuesta, lo que supone una actividad cognitiva, que en psicología se conoce como procesamiento de la información, y que consta, de una manera muy esquemática, de las siguientes fases:
- Detección de la información.
- Identificación, decodificación e interpretación de dicha información.
- Elaboración de las posibles respuestas y elección de la más adecuada.
- Emisión de la respuesta.
En todo puesto de trabajo se reciben una serie de señales que pueden ser muy diversas (órdenes de trabajo, indicadores, documentos, etc.) y que tenemos que percibir e interpretar correctamente para realizar una acción u operación determinada.
Las señales se reciben principalmente a través de los sentidos y pueden ser múltiples y variadas, según el trabajo que se realice (por ejemplo, un mecánico oye el sonido de un motor, huele los olores que desprende un coche, nota cómo ajustan las piezas). Esta sería la fase de detección de la información.
A continuación, el cerebro interpreta esta información (por el ruido que hace, interpreta que el motor no funciona bien, o si huele a quemado, interpreta que falta aceite, etc.) y decide la respuesta, es decir, la acción más adecuada. Finalmente, se lleva a cabo esa acción.
En función de este proceso de tratamiento al que el cerebro somete a información con la que trabaja, para analizar las exigencias mentales derivadas del contenido de la tarea en un puesto determinado puesto de trabajo, deberemos tener en cuenta distintos tipos de exigencias, relacionadas con:
- La información recibida: cantidad y calidad de las señales que llegan, dispersión de las señales, diversidad de fuentes de las que proceden esas señales, variabilidad de los canales sensoriales a través de los cuales se perciben, etc.
- El análisis de dicha información: profundidad de elaboración de la información que se requiere, complejidad de los razonamientos, grado en que hay que recurrir a la memoria para realizar la tarea, etc.
- La respuesta: rapidez de respuesta exigida, complejidad de dicha respuesta, libertad en la toma de decisiones, número de alternativas entre las que se ha de seleccionar la respuesta, etc.
Además, el contenido del trabajo va a depender también del factor tiempo, cuya incidencia sobre la carga mental hay que considerar desde dos puntos de vista:
– La cantidad de tiempo de que se dispone para elaborar la respuesta.
– La cantidad de tiempo durante el cual debe mantenerse la atención.
El tiempo de que se dispone para elaborar la respuesta está relacionado con el ritmo de trabajo. Si se ha de trabajar deprisa (por estar sometido al ritmo de una máquina, para responder a una gran afluencia de público, para alcanzar unos determinados objetivos, etc.) el esfuerzo para dar la respuesta adecuada es mayor que si ésta puede ser considerada con más detenimiento.
El tiempo durante el cual debe mantenerse la atención, está relacionado con la posibilidad de hacer pausas o con la posibilidad de alternar con otros puestos cuando el trabajo exige un mantenimiento constante de la atención, de manera que sea posible la recuperación de la fatiga.