Importancia de la iluminación de un puesto de trabajo

Dentro de las condiciones ambientales de los lugares de trabajo, comenzamos un tema bastante estudiado en el master prevención: la iluminación de un puesto de trabajo.

La mayor parte de la información, aproximadamente un 80%, se recibe a través de la vista. Ello convierte a la visión en uno de los sentidos más importantes, y sin luz no podemos ver. También es cierto que, gracias a la capacidad de la vista de adaptarse a condiciones de iluminación deficientes, y, por tanto, al “ser capaces de ver”, en numerosas ocasiones no se cuida lo suficiente este tema.

Tradicionalmente se ha dicho que la luz y el sentido de la visión son dos caras de la misma moneda. Sin una, la otra no tiene sentido. Sin luz, los ojos no podrían percibir las formas, los colores de los objetos y, en definitiva, el mundo que nos rodea. Sin una visión que interpretara la luz, ésta no serviría de nada.

El estudio del fenómeno de la visión abarca el estudio del medio emisor, así tendremos la diferentes fuentes de luz, la luz natural y artificial, que excita a nuestros ojos permitiéndonos la visión, el medio y su influencia, la naturaleza de la luz, el color, las características de la tarea a realizar y el receptor: la fisiología y el funcionamiento del ojo y los factores que influyen en la visión.

Una vez conocida la importancia del sentido de la visión, así como su inseparable condición junto con la iluminación, debemos preguntarnos cuáles son los riesgos a los que se encuentran expuestos los trabajadores por una mala o deficiente iluminación, así como las repercusiones sobre la visión del individuo.

Riesgos

a. Molestias visuales y oculares

b. Aumento de la fatiga visual

c. Reducción del Rendimiento

d. Errores y accidentes

e. Disminución de la cantidad y calidad del trabajo

La aparición de estos efectos sobre el individuo, en nuestro caso sobre el trabajador, vendrá determinada por los niveles y adecuación de las llamadas condiciones de confort visual: nivel de iluminación, tipo de iluminación (natural o artificial), distribución de la iluminación, contrastes, colores, deslumbramientos, brillos, etc.

Parámetros a considerar

La eficacia del “sistema visual” se mide en términos de “rendimiento visual”. El término “rendimiento visual” se emplea para cuantificar la aptitud de un individuo para: detectar, identificar y reaccionar ante los estímulos visuales existentes en su campo de visión.

El “rendimiento visual” depende de 2 cosas: de las características de la tarea y de la percepción visual del operador. A su vez, la percepción visual del operador está influenciada por las características del entorno visual (nivel de iluminación, deslumbramiento, estímulos visuales que pueden distraer su atención, etc.)

Las principales “funciones visuales” implicadas en la ejecución de la tarea visual, funciones que, en última instancia, intervienen en la percepción y el reconocimiento de las formas, son las siguientes:

La percepción de luminancias

La luminancia es el parámetro de estímulo visual más primario; la sensación de luminosidad o brillo de una superficie es la sensación visual más simple.
Recordemos que la luminancia de una superficie o fuente luminosa es la intensidad de luz emitida por cada unidad de superficie. En fuentes secundarias esto depende de la reflectancia de la superficie y del nivel de iluminación.

El ojo humano tiene la facultad de adaptarse a muy distintos niveles de luminancia.

El nivel al que se encuentra adaptado el ojo en un momento dado se conoce como “luminancia de adaptación”. Hay que tener en cuenta que el ojo necesita tiempo para adaptarse a un nivel diferente de luminancia.

El tiempo de adaptación cuando la luminancia crece es pequeño, comparado con el requerido cuando la luminancia disminuye (en este último caso se pueden requerir varios minutos). Durante ese intervalo de tiempo, un trabajador puede quedar “cegado” o su capacidad de visión notablemente disminuida. Por esta razón, se recomienda introducir períodos de adaptación antes de comenzar a trabajar en ambientes poco iluminados después de haber permanecido en otro muy iluminado.

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Otro aspecto importante que debemos considerar, es que en condiciones normales, un aumento de luminancia conlleva una mejora del rendimiento visual. Esta mejora crece hasta un punto en el que ya no aumenta más aunque siga aumentando la luminancia.

La mejora se manifiesta, sobre todo, cuando se ejecutan trabajos minuciosos o de poco contraste. Sin embargo, en tareas visuales bien contrastadas y que no precisan la percepción de detalles finos, el rendimiento visual máximo se consigue con niveles moderados de luminancia.
Para una tarea dada, el aumento de luminancia se puede conseguir incrementando el nivel de iluminación. Éste es el fundamento de las tablas de alumbrado, donde para cada tarea se estima el nivel mínimo de iluminación necesario para alcanzar el máximo rendimiento visual.

La percepción del contraste

La mayor parte de la información visual que recibimos no se debe a la luminancia, sino a las variaciones de luminancia que detecta el ojo en el campo visual, es decir, al contraste de luminancias.

La sensibilidad del ojo a la detección del contraste también aumenta con la “luminancia de adaptación”. En general, esta sensibilidad crece hasta llegar a una luminancia media del fondo de unas 100 Cd/m2. Naturalmente, esta luminancia depende tanto del nivel de iluminación como de la reflectancia de las superficies del entorno.

Aunque después se verá con mayor detenimiento, conviene adelantar que el contraste de la tarea se puede ver afectado negativamente en los siguientes casos:

a)   Cuando existe un deslumbramiento perturbador, debido a las fuentes luminosas cercanas a la línea de visión. Esto disminuye la percepción del contraste.

b)   Cuando existen reflexiones de velo, debido a la reflexión de fuentes de luz sobre la tarea. Esto produce una reducción real del contraste.

La percepción del color

El color constituye otro importante parámetro de estímulo visual. Como es sabido, en la retina existen dos tipos de células fotosensibles: los conos y los bastones. Los bastones permiten la visión con niveles muy bajos de luz (visión escotópica o nocturna) pero no permiten la visión en color. Por el contrario, los conos son menos sensibles que los bastones pero son los responsables de la visión en color (visión fotópica).

El ojo humano es capaz de percibir diferencias extraordinariamente pequeñas de color entre superficies adyacentes (sensibilidad al contraste de color). Pero la capacidad de reconocer colores (memorizados) es muy modesta (en la identificación basada en códigos de color, se recomienda no emplear mas de 10 colores distintos).

Para garantizar una buena percepción del color, es necesario tener en cuenta lo siguiente:

a)   El nivel de luminancia de adaptación debe ser suficientemente elevado para permitir la “visión fotópica” del ojo, responsable de la visión en color (se requieren varias Cd/m2).

b)   Que las lámparas utilizadas emitan la luz en un espectro continuo (típica de la emisión del llamado “cuerpo negro” a elevada temperatura).

c)    Que la tonalidad de la luz no se aleje mucho de la tonalidad de la luz natural.

 

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Licenciada en farmacia, Técnico superior en prevención de riesgos laborales (3 especialidades), Tutora de cursos ohsas y auditoria de sistema de gestión de la prevención, Experta en obras y Tutora curso de coordinador de seguridad y salud Formadora en PRL en IMF Business School.

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