Si hay algo seguro es que la población en general se hace mayor debido al descenso de la natalidad y al aumento de las esperanza de vida de nuestros mayores. Este aumento de la tercera edad supone el aumento de puestos de trabajo relacionados con sus cuidados.

Los trabajos con personas impedidas, bien por enfermedad, accidente o deterioro de la edad son frecuentes en hospitales y residencias de ancianos. Las tareas relacionadas con estos trabajos implican la realización de grandes esfuerzos físicos que pueden dar lugar a lesiones músculo-esqueléticas o sobrecargas musculares.  La parte del cuerpo que se ve más afectada es la columna vertebral.

La funciones de la columna vertebral son sujeción o sustentación del cuerpo y servir de protección a la médula espinal. La columna vertebral está dividida en varias regiones:

  1. Curvatura sacra: cinco vértebras sacras y de tres a cinco vértebras coxígeas.
  2. Región lumbar: cinco vértebras lumbares.
  3. Región dorsal: doce vértebras dorsales.
  4. Región cervical: siete vértebras cervicales.

Los movimientos de la columna puede ir disminuyendo por una serie de factores como la edad, pérdida de elasticidad de la musculatura, pérdida de elasticidad del disco intervertebral, etc.

La columna vertebral soporta normalmente una serie de cargas que pueden ser debidas a:

  • El peso del propio cuerpo.
  • La actividad muscular (fuerza que ejerce el músculo sobre el lugar del hueso donde está cogido).
  • Acciones externas: movimientos del cuerpo, movilización de cargas, etc. Cuando la columna está recta la fuerza se reparte por igual en toda la superficie del disco.

El centro de todas las fuerzas que soporta la columna vertebral, está localizado en el segmento lumbar bajo. La fuerza que soporta esta zona se ve aumentada y multiplicada en caso de transportar alguna carga. Esto mismo sucede cuando la carga son los enfermos o impedidos.

Técnica para la movilización de enfermos

Antes de nada debemos recordar que existen ayudas mecánicas para la movilización de estos pacientes y que deben utilizarse siempre que se disponga de ellas pues facilita en gran medida el trabajo del personal y ayuda a disminuir el riesgo de lesiones.

Algunas de las consideraciones a tener en cuenta todas las personas que en su actividad realizan la movilización de enfermos son:

– Antes de mover a un enfermo es necesario conocer qué enfermedad o lesión tiene. Si es posible moverlo y cual es su grado de dependencia.

– Utilizar vestido y calzado adecuados. La ropa ha de ser holgada, para que permita el movimiento. El calzado será cómodo, de tal forma que sujete firmemente el pie y con suelas adherentes. No deben llevarse objetos punzantes en bolsillos o adornos.

– Es fundamental explicar al enfermo los movimientos que se van a realizar y pedir su colaboración, dando órdenes concretas.

– Dar una orden única, clara y precisa para el momento del movimiento. Tanto si es para el enfermo, como si se trata de un movimiento a realizar entre dos o más cuidadores.

– Doblar la espalda de manera correcta, utilizando los músculos de las piernas para hacer los esfuerzos de mover y levantar pesos.

– Contraer los músculos abdominales y glúteos para estabilizar la pelvis. Así protegemos también los ligamentos y articulaciones contra las lesiones.

– Trabajar siempre que sea posible a una altura adecuada.

– Aprovechar el peso del cuerpo sosteniendo al enfermo cerca del centro de gravedad. La fuerza requerida para mantener el equilibrio del cuerpo aumenta cuando el eje de gravedad se aleja del punto de apoyo.

Deben mantenerse los brazos cerca del cuerpo, sujetando al enfermo con los antebrazos (presas de contacto ancho), y transportar los pesos apoyándolos en las caderas.

– para que la base de apoyo sea mayor se mantendrán  los pies separados, uno ligeramente delante del otro. Así se consigue aumentar la estabilidad y el equilibrio del cuerpo.

Utilizar el contrapeso del propio cuerpo para aumentar la fuerza aplicada al movimiento y la inercia del cuerpo del enfermo.

Empujar mejor que tirar. Reducir el roce entre el cuerpo del enfermo y la superficie sobre la que se mueve y aprovechar la gravedad, no trabajar en contra de ella.

– Ayudarse con el máximo número de puntos de apoyo exteriores posibles (mesa camilla, silla, etc).

– Siempre que exista alguna duda utilizar los medios mecánicos disponibles, o requerir ayuda de un compañero.

 

 

 

 

 

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