Los que saben bien de management, y de técnicas de dirección de personas y gestión del talento, conocen este concepto relacionado con la Inteligencia Emocional y lo temen, por estar vinculado a desequilibrios en el ambiente laboral diario.
Desde la necesidad de humanizar el entorno del puesto de trabajo surge la necesidad de manejar la Inteligencia Emocional a niveles óptimos. Las llamadas “habilidades blandas” toman gran relevancia entre todas las posibles herramientas a dominar en cada rol profesional, da igual la rama que sea.
Normas VICA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo
Estas cuatro palabras: volátil, incierto, complejo y ambiguo que definen los modelos VICA, implican una flexibilidad y una confianza extremas para dejar a la improvisación y creatividad el devenir del flujo de las relaciones, apartando esas figuras de control o motivadores de látigo.
Ser más tolerantes a las equivocaciones, reforzar los feedback, motivación intrínseca, trabajo de retroalimentación en las relaciones.
Es un buen camino ya emprendido que sin embargo nos sorprende con sus recovecos de singularidades en la mentalidad de los líderes y que a la hora de la verdad choca con los comportamientos mecanizados y por mucha concentración que le pongamos, siempre hay circunstancias que nos sacan y devuelven al tratamiento del «ordeno y mando», y de las relaciones forzadas.
Cuanto más sepamos y conozcamos de nuestros colaboradores, estaremos más cerca de poder utilizar mejor las herramientas emocionales. Pero no podemos pretender tener todo bajo control o delimitar cada una de las respuestas de las personas entre ellos o con nosotros, hay que habituarse a un proceso VICA, donde dejemos a la vida que ella misma nos posicione y haya un mínimo de improvisación y naturalidad en las reacciones, entonces si sabremos como actuar y reconducir situaciones de conflicto.
Por ejemplo: un entorno laboral donde los jefes son déspotas, lo saben y lo son a conciencia, y además tratan de esconderlo y disimularlo entre falsos proteccionismos; su comportamiento es absolutamente incoherente porque delante de los clientes son encantadores, y a la espalda el equipo trabaja bajo el manto del pánico. Aun hoy en este siglo existen estos perfiles. Y hay que lidiar a veces como clientes con ellos, a veces como familiar de empleado etc. es imposible establecer relaciones sanas ni reconducir una situación con alguien que planea cada gesto o palabra. Ahí no cabe la naturalidad ni la humanidad.
Y no se podrá generar un ambiente bueno o de confianza cuando te sientes coaccionado para realizar las tareas normales que sabes ejecutar pero con el miedo o pavor a cometer errores.
Este es el peor entorno posible, donde hay que correr a introducir normas VICA: que consiste en dejar ser, dejar sentir, dejar hacer y permitir esos errores como aprendizaje, creando ambientes de permisividad y confianza y promover la valentía y el atrevimiento de probar cosas nuevas, de salirse del patrón, de innovar y experimentar.
La Inteligencia Emocional y estas normas VICA, son cada día más exigidas para el buen funcionamiento de un Departamento de Recursos Humanos, y también se pueden aprender a desarrollar; desde IMF Businesss School te ofrecemos la posibilidad de hacerlo con cualquiera de nuestros Másteres del Área de Recursos Humanos.
Mónica Fernández, experta en Liderazgo y Coaching


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