Ya conocemos las últimas tendencias laborales, en las que cada vez más orientamos el control de productividad y la contratación a los resultados, en lugar de fijar simples horarios o tareas. Son muchos los países que hace años enfocan el trabajo hacia la consecución de objetivos independientemente del presentismo.
La flexibilidad horaria se ha convertido en la mejor herramienta para motivar y conseguir el máximo rendimiento de un trabajador. No sólo en la cultura americana de sobra conocida por sus libertadoras mentalidades en cuanto a mercados laborales, sino en Europa más tradicionales pero innovadoras líneas de normativas empresariales, existen ya muchas compañías en las que el empleado se puede ir a casa cuando ha cumplido sus objetivos diarios, sea cual sea la hora del día a las que los finalizó.
Libertad, después del cumplimiento.
Múltiples mejoras tanto en el ambiente laboral como en el control de Recursos Humanos, el modelo ROWE permite que el objetivo común sea mejor conseguido y perseguido a favor de la empresa.
La creatividad y desarrollo de talentos se ve fortalecida puesto que el empleado sólo piensa en optimizar su tiempo, siendo capaz de generar corrientes de hiperproductividad desde la proactivización y seguridad de que la conciliación de su vida es lo más importante.
De esta manera las personas pueden dedicar más esfuerzo en menos horas, para luego disponer de más vida privada.
Es verdad que el futuro del modelo ROWE, está íntimamente ligado al no menos novedoso concepto de la UBERIZACION del empleo, donde podemos hablar del futuro del teletrabajo. Aunque son diferentes , todo nos conduce a una contratación más efectiva, donde los conflictos socio-laborales pasan a un segundo plano.
El trabajo se convierte en algo más profesional y las personas no confunden ni mezclan sus frustraciones personales con las laborales. Los compañeros de trabajo se convierten en colaboradores necesarios a los que sólo veremos desde su utilidad real para conseguir nuestros propios objetivos profesionales, ya no serán los ocupantes de la mesa de al lado que nos entorpecen con sus “problemas”.
Ya no se gestionan personas sino trabajos o proyectos, y los RRHH se pueden convertir en algo menos humano pero más profesionalizado. Desde contratos hasta leyes y normativas incluidos los convenios laborales deberán adaptarse rápidamente a estos nuevos escenarios.
Y estaremos muy atentos a las nuevas figuras de relación profesional que irán surgiendo y a las que tendremos que aprender a seguir en sus recovecos de despersonalización, un riesgo controlado que en cualquier caso, será menos agreste que los tradicionales conflictos de personal.
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