The Incredible Machine, todo sobre el videojuego vintage que sigue vigente

Si eres amante de la tecnología o por lo menos tienes alrededor tuyo que suelan hablar de ello, es muy probable que lleves tiempo escuchando hablar de ‘The Incredible Machine’, algo que te suena a muchas cosas y a nada a la vez. Salvo que alguien te lo haya explicado o ya te nos hayas adelantado buscando información al respecto -sorprendentemente, no hay mucha-, seguramente no tendrás ubicado exactamente a qué se refiere este nombre. Por eso, nosotros hemos compilado en este texto todo lo necesario para que se acaben tus dudas al respecto.

Qué es The Incredible Machine

‘The Incredible Machine’ (TIM de ahora en adelante en el texto) es una serie de videojuegos vintage creada originalmente por Kevin Ryan y producida por la empresa Jeff Tunnell Productions, ya desaparecida, que vio la luz por primera vez en 1993, hace ya más de un cuarto de siglo. Su última actualización data del año 2011, y todas ellas fueron distribuidas por lo que ahora es Sierra Games.

Lo que hace diferente a la saga TIM es su originalidad, especialmente en la época en la que sea creó su primera entrega pensada para ordenador personal. Es un juego en el que la creatividad y la imaginación tienen una importancia decisiva, de ahí que pese a lo anticuado que se vea en la actualidad teniendo en cuenta los límites que está explorando el sector en estos momentos y lo rápido que ha avanzado en los últimos 25 años, siga siendo una referencia.

El objetivo del juego es sencillo de entender: hay que construir una máquina con la ayuda de objetos complementarios. Pero no es una máquina cualquiera, sino una de las llamadas de ‘Rude Golberg’, de aspecto inverosímiles, en las que todo funciona como un engranaje perfecto. Para el que no las sitúe, son esos circuitos originales recorridos, generalmente, por una pelotita que supera distintas estaciones hechas con todo tipo de artilugios. En muchas ocasiones han sido utilizadas, sin ir más lejos, en el exitoso programa de Antena3, ‘El Hormiguero’. En resumen, son máquinas cuyo diseño es muy complejo y su tarea final es muy sencilla.

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Cada nivel -es un juego de esos que a muchas generaciones no tan jóvenes nos recuerdan mucho a la infancia porque todos los videojuegos tenían niveles o ‘pantallas’- se debe resolver por separado porque no tienen nada que ver con el anterior. De los más de 80 disponibles hay casi una treintena que no necesitan ser desbloqueados; el resto sí. Cada nivel está relacionado con una acción que debes completar, muchas de ellas a priori tan sencillas como encender un interruptor por ejemplo.

Evidentemente, no todo es tan fácil como parece al leerlo con palabras, y tampoco tienen todos los puzzles el mismo nivel de dificultad. En muchos casos, la clave está en los objetos que tengas disponibles para apoyarte en ellos cuando los necesites, y estos se van adquiriendo a medida que se avanza en el juego, que por supuesto también aumenta al mismo ritmo de dificultad.

La jugabilidad, la clave

Como ya hemos citado anteriormente, a nivel técnico el juego está, como todos imagináis, muy anticuado. Se dice que el citado Kevin Ryan, el programador del juego, tuvo 36.000 dólares para invertir en todo el proceso, por lo que por mucho que fuera otra época, tampoco disponía de mucho dinero. Además, parece claro que el objetivo no era tener una gran interfaz, sino centrarse en la jugabilidad y la originalidad de los rompecabezas propuestos, algo que consiguió con creces. Tan viejo parece que la interfaz incluso es sencilla para su época, osea que es algo completamente secundario.

De hecho, es posible que tenga más importancia con el tiempo porque le da ese aire vintage que tanto gusta desde hace ya unos años. Lo importante de verdad en este juego es, dicho de forma vulgar pero muy esclarecedora, romperte la cabeza, por lo tanto si no te gusta hacerlo y no tienes mucha paciencia, una de dos: o te sirve como terapia o es mejor que ni lo pruebes si tienes la oportunidad. Si te quieres empapar de él, puedes visionar alguna de las partes de este vídeo de Youtube para que veas en imágenes lo que te estamos contando con palabras:

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Si te fijas bien, verás que lo poco desarrollado que está a nivel técnico contrasta con el nivel de detalle del juego en sí, ya que los objetos se diferencian hasta el punto de que una pelota de baloncesto, por ejemplo, no bota igual que una de tenis. Cada material se comporta de una manera en la vida real y esto se tiene en cuenta en TIM.

Pionero en el mercado

Aunque el juego tiene el modo que ya hemos hablado de ir superando niveles, para los más expertos en la materia ofrece también un modo libre en el que se pueden construir las máquinas sin objetivos, límites ni restricciones, pudiendo dar rienda suelta a la imaginación y a la curiosidad. Es, desde luego, un modo muy divertido de jugar en cuanto tienes un poco de experiencia, sobre todo si eres curioso y si prefieres los juegos que dan libertad de los que marcan objetivos.

En el mercado TIM fue pionero -estamos hablando de un videojuego nominado al premio Game Developers Conference del año 1993- y todavía hoy existen títulos con una similaridad evidente al original. Dentro de la propia saga ‘The Incredible Machine’, después del original, que contaba con 87 puzzles, llegaron muchas secuelas. La segunda, por ejemplo, dobló prácticamente el número de puzzles. Fue tal el éxito que hasta se crearon juegos derivados del original, estilo spin-off, como el The Incredible Machine basado en el universo de Ghosts’n Goblins, otro videojuego arcade muy famoso, que formaba parte de Arthur to Astaroth no Nazomakaimura: Incredible Toons, que resultó un auténtico éxito.

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