A principios de 2013 Marissa Mayer, la consejera delegada de Yahoo!, anunció que a partir de junio nadie podría trabajar de forma flexible en su empresa. Refería, entre otras cosas, que no quería “vagos en pijama”.
En mi opinión, la señora Mayer (con muy buen criterio) no quiere vagos con independencia de que vayan en pijama o con traje y corbata. Hasta ahí podemos estar de acuerdo. En cuanto a su visión del teletrabajo, discrepo. Entiendo que el teletrabajo permite ahorrar costes, conciliar vida laboral y profesional y, desde luego, una mayor productividad. Las empresas que disponen de personal con teletrabajo monitorizan diariamente su actividad y rendimiento mediante “troyanos” instalados en los equipos informáticos.
Normalmente, el teletrabajador debe tener un perfil muy determinado con un nivel elevado de autoexigencia, autonomía y responsabilidad. Obviamente, estas características son necesarias en cualquier buen empleado. Si lo incorporamos a un equipo de una oficina, el rendimiento sería igualmente elevado, aunque se lograrían sinergias y un enriquecimiento personal y profesional mayor fruto del trabajo en equipo. Evidentemente, la presencia física no constituye trabajo efectivo. Entiendo que por este motivo no quiere teletrabajadores, no porque sean vagos.
El teletrabajador soporta una carga mental superior, ya que en ocasiones el aislamiento y la presión le condicionan. Es oportuno y conveniente adoptar medidas para evitar que el empleado se sienta como una isla en la empresa. Establecer reuniones periódicas con el resto del equipo (Skype puede ser una buena herramienta) y una línea de comunicación constante con su superior directo ayudará a paliar esas circunstancias de aislamiento. De todas formas, en mi opinión, es conveniente establecer al menos un día a la semana de trabajo en la oficina con el resto del equipo.
Aconsejo, para ampliar información, la lectura de la NTP 412: