Bajo esta definición incluimos cómo las entidades administran el efectivo o tesorería.
El objetivo básico de la administración del efectivo es mantener las cuentas de dinero en el nivel más bajo posible, sin afectar el funcionamiento de la empresa. Algo que podríamos resumir bajo la frase: “cobrar pronto y pagar tarde”.
Las empresas, según Keynes, encuentran tres razones para mantener un cierto nivel mínimo de efectivo en sus cuentas:
1. Motivo especulativo: para poder aprovechar oportunidades beneficiosas del mercado (nuevos precios de compra, nuevas tasas de interés,…).
2. Motivo precautorio: para hacer frente a problemas recaudatorios y así mantener la liquidez.
3. Motivo de transacción: mantener efectivo en la empresa debido a la existencia de tiempos diferentes de cobranza y desembolso.
Tradicionalmente los tiempos de tránsito (tiempo que tardamos en cobrar a los clientes y a los proveedores) se veían afectados por el tiempo en tránsito en el correo, el retraso de procesamiento y el retraso de disponibilidad de efectivo, pero por suerte los sistemas informáticos de electrónico de datos (EDI) han solventado este problema tanto como el “clearing”.
Pero, ¿es interesante aun así tener efectivo ocios? La respuesta es sí en una cuantía controlada, tal que podamos usar el excedente temporal de efectivo para invertirlo en valores negociables a corto plazo para obtener una rentabilidad o beneficios con los que:
– Financiar las actividades estacionales o cíclicas de la empresa.
– O hacer frente a inversiones o gastos planeados futuros.
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