Como todos sabemos, la cantidad de CO2 emitido a la atmósfera, junto con el de otros gases y partículas contaminantes, proviene en su gran mayoría de las fuentes de energía que el ser humano emplea para desarrollar su vida laboral y personal.
Actualmente, la contaminación en algunos países se está volviendo prácticamente insoportable, dado que los niveles son tan altos que impiden a los trabajadores asistir a sus puestos de trabajo, poder salir a la calle o incluso las autoridades recomiendan no abrir las ventanas de las viviendas.
Descubrir que desde la ONU y los principales bancos centrales de los distintos países, y al frente el Banco Mundial, se aportan enormes inversiones para el desarrollo e implantación de energías renovables es, a mi modo de ver, una satisfacción y un sentimiento de que no todo está perdido.
En el pasado año, las inversiones en distintas energías renovables, tanto en la instalación como en el desarrollo de las mismas han alcanzado los 252.500 millones de Euros, cifra que supera el anterior record de 2011, que estaba establecido en 242.100 millones de Euros. El informe fue elaborado por el Frankfurt School UNEP Collaborating Centre for Climate & Sustainable Energy Finance.
En dicho informe aparecen datos reveladores de donde están los focos de inversión, dado que indica que más de la mitad de las inversiones en energías renovables se realizaron en países en vías de desarrollo (136.700 millones de €), mientras que en los países desarrollados se invirtió menos (114.000 millones de €). Cabe destacar que de los países en vías de desarrollo, China es el que más ha invertido con diferencia, invirtiendo cerca del 36% de la inversión total mundial, lo que supone una inversión en energías renovables de 95.500 millones de €.
En la cumbre COP21 de Diciembre en París, 195 estados, miembros de la ONU, acordaron limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, para así evitar el calentamiento global. Es de esperar que con las inversiones realizadas y las limitaciones acordadas, tanto localmente como globalmente deberían comenzar a notarse mejorías en no demasiados años.
El seguimiento de estas inversiones y acuerdos demostrarán, de cumplirse y llegar ambas a instaurarse de forma permanente en los distintos países, si el daño realizado actualmente en el medio ambiente todavía es reversible o, por el contrario, estamos encaminándonos a una destrucción de gran parte de la biodiversidad y de los ecosistemas de nuestro planeta de forma invariable.
Joaquín Martínez, Profesor del Master en Gestión del Medio Ambiente de EIPE BUSINESS SCHOOL
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