Muy de moda sigue la introducción de comportamientos más verdes y sostenibles para el medio ambiente tanto en empresas, familias, colegios y sobre todo en las grandes ciudades.
Cada vez se comparten más consejos y opciones para que cada una de nuestras actividades diarias se convierta en un apoyo a un entorno más sano.
Dentro de una ciudad, y como aporte al deseo de un transporte más sostenible, la introducción del hidrógeno como combustible a las bicicletas eléctricas ha supuesto uno de los mayores avances en el campo de las pequeñas renovables como apoyo al medio ambiente.
Un ejemplo más de que estas energías limpias van mucho más allá de los campos solares y eólicos.
Ya son varias las empresas que comercializan este vehículo de funcionamiento eléctrico pero usando el hidrógeno como combustible.
Las ventajas que presenta la bici de hidrógeno, se unen a las múltiples que tienen ya de por sí los primeros modelos, y es que principalmente gozan de mayor autonomía sobrepasando en algunos casos los 100 kilómetros y al ser baterías extraíbles, no es necesario estacionarlas en un punto de carga eléctrica o enchufe en sí mismo.
Se trabaja eso sí, en seguir optimizando esta tecnología, a la hora de poder llevar baterías o pilas de combustible de repuesto para el cambio de las mismas ya agotadas, no obstante se puede combinar con el pedaleo ordinario.
La introducción de este vehículo limpio en nuestro transporte habitual a parte de la evidente reducción de emisiones, contribuiría también a una reducción de los accidentes de tráfico por desgracia tan habituales en algunas zonas, estrés personal y los atascos que ocupan varias horas de nuestra jornada.
Hay que añadir que existen aún algunas barreras que impiden la adaptación de nuestro transporte a la utilización de estos vehículos.
Al igual que ya se comentó en el post sobre el coche eléctrico, la primera barrera que nos encontramos los usuarios es la económica, estas tecnologías tan novedosas lamentablemente no están al alcance de muchas economías domésticas.
Los desplazamientos a lugares de trabajo, escuelas… en muchos casos superan la hora de trayecto, por lo que la autonomía de la batería de hidrógeno podría no ser suficiente.
Añadir también que la climatología en los meses de invierno tanto para la temperatura corporal como para las condiciones de las vías de circulación, desde luego no siempre es la óptima.
Quisiera recalcar una desventaja no menos importante, que en cierto modo está más presente de lo que a priori pensamos y es que las actuaciones colectivas no permiten muchas veces el poder/querer adoptar ciertos cambios en las rutinas.
Con esto concluir que como la mayoría de los avances en tecnología, y al margen de las ventajas e inconvenientes que siempre se presentan, esta novedosa bicicleta es una opción más de sostenibilidad y respeto al medio ambiente utilizando energías de cero emisiones.
Ana Belén Peña, experta en Energías Renovables
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