Hace tiempo que se viene debatiendo enconadamente sobre la necesidad de hacer algo para mejorar ostensiblemente la tasa de reciclabilidad de la basura doméstica. Hace ya 25 años de la aparición de los iglús de vidrio, algo similar de los contenedores de papel y cartón y casi 20 años de la aparición del famoso contenedor amarillo. Pero tras ese avance el tiempo parecería haberse detenido. En cierta medida parecería que con esos 4 contenedores se ha cuadrado el círculo: vidrio, papel, envases y … todo lo demás. Pero en cuanto miramos con un poco más de atención a esos 4 contenedores y luego vamos a nuestras casas y vemos lo que de ellas sale cada día nos damos fácilmente cuenta que, si realmente queremos reciclar nuestros residuos domésticos, la cosa no puede acabar aquí.
Algunos cuentan que han viajado a otros países y que han visto que allí las cosas se hacen de otra forma, que la gente recicla más, que incluso se reutiliza, que les pagan por los envases, que tienen 7, 8 o 9 cubos… pero ya se sabe que cuando uno viene del extranjero tiende a exagerar sus historias para que suenen más emocionantes.
Pero lo cierto es que desde un tiempo a esta parte algunas entidades han empezado a alzar la voz, -en paralelo claro con las campañas institucionales que nos repiten por activa y por pasiva que todo está de maravilla-, y esas voces lo que nos dicen es que no tiene sentido que rompamos las botellas de vino una vez utilizadas, que se podrían reutilizar mejor que reciclar. Y también nos dicen que algunos envases incluso plásticos podrían ser reutilizados si se establece un sistema de depósito y retorno que lo incentive. Incluso llegan a decir que con los residuos orgánicos que se generan en el hogar se podría generar un compost que nutriera los campos y la agricultura.
Claro que, para que todo eso fuese posible habría que plantearse que tal vez las cosas como están ahora no son perfectas. Habría que admitir que queda mucho por hacer y que habernos detenido hace 20 años no basta.
Y ahí surge una propuesta práctica y bastante sensata, que no pretende revolucionar la forma en la que gestionamos los residuos sino imprimir una cierta evolución y sentido común a esos residuos. Y la propuesta, que en algunos municipios se está ya probando con cierto éxito, dice que si queremos poder aprovechar los residuos orgánicos que hay en el hogar no podemos mezclarlos con los plásticos que no son envases, ni con el vidrio que no es de una botella, ni con el metal de una cuchara rota, ni con la bombilla que se ha fundido. Lo cierto es que hoy en día cuando este contenedor llamado “de resto” llega a las plantas de selección son incapaces de sacar de él un compost que pueda llamarse siquiera así. Lo más que logran con mucho esfuerzo es una “fracción bioestabilizada” que bajo esta nomenclatura esconde el que lo más que puede hacer es utilizarse como relleno o como enmienda de suelos degradados. Y eso con reservas.
El llamado quinto contenedor o contenedor de residuos orgánicos logra sacar de ese “contenedor de resto” todo lo que es orgánico de manera que sí se pueda hacer algo más que rellenar huecos con lo que sale de él. Con la materia que viene de ese quinto contenedor se puede obtener biogás mediante su biometanización con el que generar energía eléctrica o gas natural. Y con el resto, se produce un magnífico compost que sí sirve para nuestra agricultura en igualdad de condiciones.
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Gracias
**** Tierra al contenedor marrón de materia orgánica para hacer compost: por qué no se debe echar ****
Se van extendiendo los contenedores para recoger materia orgánica para elaborar compost, normalmente de color marrón. Si te llama la atención como a mí que no se deba echar tierra en estos contenedores, ya que el compost es un sustrato que se suele añadir precisamente a la tierra o suelo para enriquecerla, sigue leyendo.
La prohibición sale p.e. en http://jokogarbia.donostia.eus/es/edukiontzi-marroia/ y en http://www.ermua.es/pags/noticias/archivos/2012/20121109/Que_depositar_diptico.pdf
El motivo principal es que no se consigue compost a partir de tierra, sino desde materia orgánica fresca apta para ser fermentada o descompuesta (el proceso se llama compostaje). Esta materia orgánica suele ser de origen vegetal o animal normalmente, y procede de los seres vivos correspondientes. El compost tiene un grado medio de descomposición y, si ésta avanza, se puede convertir en humus, con un grado superior de descomposición. Ambos se pueden añadir a la tierra o suelo para enriquecerla.
Otro motivo para no echar tierra a los contenedores de compost, en línea con lo dicho, es que la tierra es un bien preciado y escaso si se quiere, a cuidar. Como se ha dicho, si está empobrecida podemos añadir compost, humus, … como abono o enmienda, para mejorarla.
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Fuente: http://www.foroswebgratis.com/tema-tierra_al_contenedor_marr%C3%B3n_de_materia_org%C3%A1nica_para_hacer_compost_por_qu%C3%A9_no_se_debe_echar-106040-3372674.htm