Una vez más nos topamos con un anglicismo, tras la expresión de “value investing” no se esconde otra cosa más que “la creación de valor con una inversión”.
Si bien la traducción literal sería “invertir en valor”, podemos fácilmente decir que es una expresión redundante, ya que de no existir dicha posibilidad de crear valor no se invertiría.
Qué tener en cuenta al invertir
Recordemos que a la hora de invertir tenemos que tener en cuenta tres aspectos clave:
- La necesidad de disponer de un dinero (propio o ajeno) que permitirá la realización de una inversión, ya sea adquiriendo bienes materiales o instrumentos financieros.
- La existencia de un período de tiempo durante el cual nuestra inversión “está trabajando” y produciendo flujos de caja, ya sean positivos o negativos.
- Un coste o tipo de interés que afecta al valor económico del dinero.
Teniendo en cuenta los anteriores puntos diremos que se crea valor cuando se realice un desembolso económico sobre un bien para que, pasado un determinado plazo o período, se recupere el dinero invertido más una plusvalía, teniendo en cuenta el efecto de la inflación y otros conceptos que afectan a los valores monetarios.
Qué es el value investing
El término fue creado a principios del siglo XX por Benjamin Graham el cual simplificaba el concepto y lo definía como algo muy obvio (también hay que tener en cuenta el momento en que creó la idea): como la compra de activos financieros por menos de lo que valen.
Tras el Crack del 29 en Estados Unidos se vio encaminado a intentar dar una serie de pistas para asegurar inversiones positivas y lo hizo apoyándose en tres conceptos:
- El valor intrínseco o valor real de dicho activo financiero nacido de la actualización futura de los flujos de caja de la empresa.
- El margen de seguridad o la diferencia entre el valor actual de mercado y el valor intrínseco, obviamente hablaba de empresas bien y mal valoradas por el mercado.
- La alegoría de Mister Market (así llamada por él a la clásica Teoría de los Mercados Eficientes).
Hoy en día batir al mercado es cada vez más complicado. Este reacciona muy rápido a las noticias, la competencia es fiera, las TICs hacen que los precios de las acciones tiendan a su valor intrínseco más rápido que antes siendo complicado obtener altas rentabilidades sin informaciones privadas.
Esto nos lleva a las teorías actuales de generación de carteras donde debemos encontrar el punto exacto entre rentabilidad y riesgo. A más riesgo las empresas nos darán una mayor rentabilidad porque más volátil es el mercado (menos eficiente) y por tanto, menos querrían invertir los accionistas al no tener seguro ese “gap” positivo entre el valor intrínseco y el de mercado.
No es, por tanto extraño ver, como los mercados más consolidados son los más estables (pensemos en los índices clásicos como IBEX35, NIKKEI…), mientras que los más volátiles son los que dan más rentabilidad (actualmente, las criptomonedas).
Cómo sacarle rentabilidad al value investing
Si quisiera responder a cómo sacarle la mayor rentabilidad en primer lugar diría que es imposible, para empezar porque sería pasto de especulaciones (y, personalmente, multimillonario de saberlo) y, en segundo, porque siempre debemos tratar de sacar una rentabilidad, aunque no sea la mayor.
Lo siguiente que recomendaría sería empezar conociendo un sector, estudiarlo hasta descifrarlo al milímetro y, a partir de ahí, encontrar ineficiencias.
Empresas de dicho sector no correctamente valoradas y donde podemos encontrar esa diferencia rápidamente o bien inversiones a largo plazo al no tener los flujos actualizados a lo que nos indica el mercado.
Sólo un correcto estudio de grafos (análisis técnico) y de datos (análisis fundamental) nos puede llevar a encontrar ineficiencias en los mercados financieros y la cantidad de datos a asumir es tal a día de hoy que es más sencillo una valoración de activos reales (bienes como un inmueble o una empresa).
Nunca debiendo olvidar la existencia de ese período de tiempo y de la pérdida de valor que se produce en el dinero por ese tiempo perdido y también invertido.