Claves para invertir en bitcoins

Aunque parece que mediáticamente ha bajado un poco su presencia en los medios generalistas con respecto a unos meses atrás, los bitcoins no han desaparecido del mapa ni mucho menos. Siguen siendo una auténtica realidad y muchos inversores a largo plazo mantienen firme su apuesta de considerar a la criptomoneda el futuro monetario, tomando el relevo de los que son protagonistas ahora, como el euro y el dólar entre otros. Dado que, más allá de los expertos hay mucha confusión y poco conocimiento al respecto, vamos a intentar desgranar qué es el bitcoin, cómo funciona, sus fortalezas y debilidades principales y, en conclusión, si conviene o no invertir en ello.

Cómo funciona el bitcoin

El bitcoin pretendía ser en su origen una forma de pago “en metálico” pero a distancia en el sentido de que se hiciera fuerte por su carácter anónimo y dejando fuera de las transacciones a los intermediarios. Pero los meses pasan, incluso los años, y no termina de cuajar toda la maquinaria que necesita tener alrededor para que esto fuera una realidad viable al 100% para la gran masa de usuarios medios, que son los que realmente podrían provocar su boom si se generalizara su uso. Las comisiones, los casos de malas prácticas de algunos intermediarios para beneficiarse, las escasas aplicaciones de calidad o la dificultad internacional derivadas de las distintas legislaciones son algunos de los grandes inconvenientes que se está encontrando en su camino esta moneda digital, además de la falta de regulación global y la ausencia de transparencia e información veraz proveniente de un órgano oficial con autoridad para ello, lo que conlleva una inseguridad y una incertidumbre en él que resulta definitiva para no confiar en el servicio.

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Precisamente el carácter global del bitcoin, lo que a priori sería su gran ventaja con respecto a las monedas tradicionales, es un arma de doble filo que tiene mucho peso a la hora de generar desconfianza en los usuarios que no son expertos o que no pueden arriesgar su capital en un entorno de dudas, por muchos atractivos que algo pueda ofrecer también.

El bitcoin no depende de ningún estado, es independiente e intangible, y eso hace que navegue en un mar a nivel legislativo muy distinto a las monedas que todos conocemos, las cuales tienen detrás un organismo especial creado para su control e intervención, como es el caso del Banco Central Europeo con el euro, que tiene su sede en la ciudad alemana de Frankfurt. EN el caso del bitcoin son los propios usuarios quiénes tienen la responsabilidad de su control, validando directamente ellos las transacciones de intercambio.

Los distintos activos que participan en la comunidad del bitcoin han de estar de acuerdo en todos los cambios que se quieran introducir en el protocolo. Es decir, los desarrolladores pueden mejorar el software pero nunca imponer un cambio porque de lo contrario sería un absoluto caos, sin un mínimo de estabilidad que lo hiciera viable. De esta forma, y gracias a su tecnología ‘blockchain’, su funcionamiento es posible en un marco que ofrezca unas mínimas garantías de que todos los usuarios juegan con las mismas reglas.

Inestabilidad e incertidumbre

En cualquier caso, es evidente que la inestabilidad es una característica del bitcoin y en general de todas las criptomonedas en la actualidad y que introducirse en ellas requiere muchas horas de estudio, lectura, asesoramiento fiable, comprensión y reflexión acerca de ello porque no es una decisión sencilla de tomar. Eso sí, en este tipo de ríos tan revueltos es donde algún inversor sabe pescar las mejores piezas, y por eso hay determinadas personas que han ganado mucho dinero con esta moneda, si bien es conveniente alertar de que el riesgo es muy alto, por lo que un gran número de economistas internacionales de prestigio son muy críticos con ella por todo lo explicado anteriormente.

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No parece todavía el producto ideal para invertir siempre y cuando no sepas muy bien dónde te estás metiendo o al menos lo sepa el gestor de tu capital. Desde luego, para aquellas personas que no pueden permitirse lujos con su dinero, es una apuesta demasiado arriesgada como para recomendarla abiertamente.

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