¿PIB o Bienestar?

Desde el sistema económico actual se confunden intencionadamente “bienestar” y “crecimiento”, este último no conlleva necesariamente un incremento de la calidad de vida, del bienestar o la felicidad. Según una encuesta realizada en Canadá en 1998 donde se preguntaba a los canadienses si vivían mejor que sus padres, sólo un 44% estimó que sí, aunque el PIB per cápita había crecido un 60% en el último cuarto de siglo.

Economía del Bien Común

Podemos asumir sin miedo a equivocarnos que la Economía ha perdido su propósito original:

1. Cubrir las necesidades humanas, como es el caso de los países más pobres, donde un incremento económico necesario sí puede conducir a un incremento automático del bienestar, pero donde raramente se produce el primero

2. Contribuir al bienestar de la población, en los países desarrollados se observa una tendencia internacional: el incremento de la riqueza ha venido acompañado de un incremento de las desigualdades, donde una minoría de la población ha acumulado riqueza y poder, otra gran parte está siendo excluida del sistema y las clases medias se hunden lentamente. Un ejemplo evidente es EEUU, la mayor economía del mundo con un PIB que representa ¡una cuarta parte del PIB nominal mundial!, sin embargo, 1 de cada 6 estadounidenses vive bajo el umbral de pobreza relativa, así como un 22% de los niños, sólo superado por Rumanía y España (29%).

Se impone retomar el sentido original de la Ciencia Económica, entendida como la ciencia que se dedica a la creación, distribución y consumo inteligente de la riqueza. La idea de que el Mercado por sí mismo puede crear riqueza, distribuirla y solventar cualquier impacto negativo asociado a la libertad de actuación del mercado ha sido ya ampliamente refutada por la realidad. Esto se debe a que el verdadero juego no se da en los mercados, sino que es anterior a estos. Los mercados no son “neutrales” sino que están instituidos de acuerdo con los intereses de los grupos de poder y capacidad de presión, siendo que las reglas del juego están escritas de antemano para beneficiar a unos grupos determinados frente al resto (1). Este desequilibrio en la relación de las fuerzas de poder ha sido reforzado precisamente a través de las desigualdades y acumulación de riqueza. En la actualidad, un 1% de la población posee un 43% de la riqueza mundial.

Entonces, ¿cómo podemos equilibrar esta situación?

PIB y bienestarLa respuesta está en la profundización de la democracia y la transparencia, sólo habilitando las estructuras democráticas necesarias dentro de las constituciones, se puede incrementar la participación ciudadana y poner al sistema económico bajo control democrático. Los ciudadanos deberíamos, entre otras cosas, ser capaces de proponer leyes vinculantes o bloquear leyes que van en detrimento de la mayoría, esta es la única manera de que el sistema funcione para todos, y no sólo, en provecho de una minoría.

Así mismo, es importante tener en cuenta que el crecimiento per se, y de cualquier manera, no aumenta la calidad de vida de las personas. No es lo mismo crecer en base al consumo de energías no renovables que en base a energías renovables, ni crecer produciendo armas que produciendo medicinas. Que se trate de una u otra forma de crecimiento depende de la política, de las relaciones de poder de cada país y de qué grupos y clases sociales controlan la producción y su distribución. Por lo tanto, se trata de qué tipo de crecimiento queremos. Necesitamos tener unos objetivos claros que reconduzcan la economía hacia un sistema sostenible medioambiental y socialmente, que substituya el afán de lucro ilimitado por el afán de cubrir las necesidades humanas y proveer de aquellos productos y servicios que son realmente necesarios para el desarrollo de las capacidades humanas esenciales, lo cual sólo se puede dar en un contexto de democracia y libertad que asegure y apoye el desarrollo de estas capacidades. Mientras tanto, el incremento del PIB no devengará necesariamente en calidad de vida y desarrollo humano sostenible, a lo mejor ni siquiera en una mejora económica para muchos.

Verónica Gómez, blog de Desarrollo Sostenible de IMF Por Verónica Gómez

Doctora en Sociología/Economía, máster en Cooperación Internacional al Desarrollo, miembro de la Comisión Internacional de ATTAC y la Economía del Bien Común.

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