En un departamento de Recursos Humanos lo que necesitamos son auténticos líderes, capaces de compromisos serios, formados y preparados para tomar decisiones y dirigir equipos multidisciplinares y muy heterogéneos.
Gallina o huevo… El líder se hace o nace…
No es sólo carisma, simpatía ni mucho menos, idealistas ni pragmáticos, no hay secreto ni guía perfecta, no hay un solo camino porque hay tantos tipos de líderes como personas en puestos de liderazgo, pero sí hay denominadores comunes imprescindibles para ser un buen líder.
Fundamental el autoexamen, la disciplina y el espíritu de servicio.
Se pueden aprender cosas como hablar en público, planificación, coaching, análisis de resultados, dirección de proyectos, formación, reglamentación, etc.; pero hay matices que no se pueden transmitir si no es porque los hayamos cultivado en nosotros mismos como parte de nuestros valores.
Un líder debe tener sentido de la responsabilidad y una personalidad fuerte, carácter y una alta autoestima. Según el momento o etapa de la vida podemos pasar malos o buenos momentos, pero el equilibrio debe triunfar siempre entre nuestros sentimientos más visibles.
Coherencia y honestidad, saber que incumplir una promesa o dar la palabra por algo que no se lleve a cabo es error tremendo que conlleva una pérdida de confianza tremenda y casi imposible de recuperar.
La capacidad de adaptación a los cambios, y transmitir fuerza y resolución ante las adversidades.
Saber que si alguien te pide algo, debe sentir que ya está en las mejores manos posibles y así se lo vas a demostrar, porque si no no aceptarías un reto, si piensas o dudas de tu éxito, no lo aceptas.
Importante tener claridad de objetivos y una mente preparada para reestructurarse en cualquier momento, transmitiendo seguridad y motivación al logro.
Es muy importante tener la capacidad de síntesis necesaria para adaptar un mensaje a los diferentes interlocutores de un mismo grupo o equipo, y que no haya malentendidos.
El positivismo se puede trabajar y mejorar, pero la parte intrínseca de nuestro carácter debe tener una sólida base emotiva que no puede flojear ni verse influida, así que la parte más mecanizada y aprendida de nuestra experiencia y forjado carácter será la que marque la diferencia entre otros líderes tan aptos y válidos y nosotros.
Ser capaces de mostrar estas capacidades innatas nos dará ese lugar en Recursos Humanos que merecemos y deseamos.
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