Hay muchos tipos de motivación al efectuar un trabajo, desde extrínsecas por necesidades económicas, hasta verdaderas “vocaciones profesionales”. De esta manera, si tratamos de definir el amor al trabajo como algo tangible y medible, sería muy complicado intentar poner nuestra misma estructura de pensamiento en cabeza ajena, y lo más que seremos capaces es de acoplar la “filosofía de la empresa” con la que colaboramos en cada momento a nuestros “objetivos de vida”.
El concepto si bien es real y una base en la viabilidad de todos los proyectos, hace poco tiempo que se incluyen en las formaciones en Máster de Recursos Humanos y gestión de personas las herramientas para manejarlo. Asimismo, se incluye dentro de la motivación y métodos de coaching donde la emocionalidad se comienza a controlar y conocer.
Contratamos desde el mundo de unas relaciones laborales no concientizadas hacia el valor humano mas allá de las cualidades técnicas o capacitaciones, y depende de todos que comprendamos que el valor más importante de los seres humanos es su ‘capacidad de amar’. Amar lo que hacemos. Y es que sin esto seríamos robot y las entrevistas de trabajo puro test, psicotécnicos o examen de conocimientos.
Lo que diferencia al repartidor de un simple medio de transporte es que dará un cuidado y cariño al tratamiento del mensaje, o envío más de lo que lo haría una máquina. Sin embargo, el repartidor puede estar feliz, enfocado con su tarea y enfrascado en la optimización de todo su potencial para ser excelente. Pero, si su jefe/líder no sabe mantener en él la alegría en lo que hace, puede llegar a sentir que, aun a pesar de amar, lo que hace, no le compensa y sentirá que su motivación no es útil para los demás.
Hay muchas personas que logran ser autosuficientes y no necesitan que les fortalezcan la motivación en el trabajo, y aprenden a disfrutar con lo que hacen de manera independiente, da igual lo que sea que hagan. Se motivan con su mejor hacer y ‘auto superación personal’.
Estos son empleados ideales a los que hay que cuidar mucho porque no dependerá del dinero o sueldos sino del bienestar que reciban en su entorno ambiental de trabajo. Y a su vez este perfil es un valor añadido tremendo pues suelen tener una repercusión grande en el entorno y son muy influyentes en los potenciales clientes a los que saben identificar rápidamente. Es un perfil honesto y auténtico.
Hay empleados con los que se van verdaderos presupuestos en inculcarles los valores de la empresa, pero si en ellos no hay una base sólida de principios ya concordantes con la filosofía de empresa será trabajo y costes serán infructuosos. Por eso, lo más importante en las entrevistas de trabajo es conocer objetivos de vida, qué objetivos laborales tiene el candidato, etc.
Un empleado que ama lo que hace, es un talento innato que si lo encuentras nadie se puede permitir el lujo de perderlo. Su fidelizacion será el futuro del progreso de la empresa.
Aprendiendo a ser líderes sabremos identificar y cuidar de estos valores de trabajadores que aman lo que hacen, son el Coaching, Liderazgo y formación en RRHH las que nos proporciona estas herramientas.
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