El hombre a lo largo de la historia, siempre ha llevado a cabo diversas actividades que consumían energía. En un principio se basaba en su propio esfuerzo físico y en ocasiones se ayudaba de animales como los burros, bueyes, caballos, etc.
En el paleolítico los protagonistas eran el fuego y los combustibles vegetales. Entonces la madera era abundante y gratuita. La gente vivía en tribus y empezaron a surgir aldeas, ciudades y a medida que éstas crecieron hubo mayor necesidad de energía y los bosques comenzaron a sobre explotarse. Así, poco a poco se empezaba a hacer necesario una cierta monitorización de la oferta y la demanda de la leña. En la edad del bronce destacaron la metalurgia, las velas, y el movimiento rotatorio entre otros.
Podemos decir que hasta la llegada en el siglo XVIII de la I Revolución Industrial, los únicos sistemas mecánicos que se empleaban para la obtención de energía eran los molinos de viento y los de agua y la fuente de energía fundamental, por ser la más abundante, era la leña.
La invención de la máquina de vapor marcaba el origen de la I Revolución Industrial. Estas máquinas quemaban carbón para generar energía.
Hacia 1825-1830, se pudo proliferar la aplicación práctica de la máquina de vapor; ya no se necesitaban las fuerzas de origen animal y por ello, empezó a intensificarse su empleo industrial.
Con la máquina de vapor se mejoraron los medios de transporte; apareció la locomotora de Stephenson pero consumía enormes cantidades de carbón para transformar la energía calorífica en mecánica con un rendimiento inferior al 1%.
Así la nueva sociedad que surgía con la Revolución Industrial implicaba también nuevas y mayores demandas de energía; fue así como surgió con mayor fuerza la comercialización del petróleo y sus derivados. Las compañías petrolíferas se desarrollaban proporcionalmente a los mercados nuevoss que se creaban: transportes, calefacción etc. Y la búsqueda de yacimientos petrolíferos era el objetivo perseguido por los países que ya intuían su poder. Así Gran Bretaña estableció en 1941 su primer campo petrolífero en Irán.
Las grandes demandas de combustibles generadas por la Segunda Guerra Mundial hizo que las empresas americanas se expandieran por todo el mundo; de hecho en 1955 las dos terceras partes del petróleo del mercado mundial eran suministradas por empresas de Estados Unidos. A su vez, Oriente Próximo se perfilaba como la mayor reserva de crudo del mundo…
La primera gran crisis del petróleo tuvo lugar en 1973; los productores de petróleo (países árabes) embargaron el suministro de crudo a Estados Unidos y recortaron su producción haciendo saltar todas las alarmas.
A finales de los setenta, una segunda crisis azotaría de nuevo; la producción de Irán bajó a niveles mínimos tras ser destronado el Sha de Persia. En consecuencia entre 1970 y 1980 el precio del petróleo se había multiplicado por 19. Esta situación provocó que los mercados, que hasta ahora se habían consolidado en el petróleo y en el gas, dieran nuevas oportunidades al carbón que poco a poco comenzó a recuperar el terreno perdido sobre todo como alternativa más económica para industrias y centrales eléctricas.
Este breve resumen histórico nos puede servir como referencia para entender, desde el punto de vista energético y económico, qué puede llegar a suponer esta serie de revoluciones encadenadas que se están produciendo a día de hoy en los países árabes de Oriente Próximo.
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