Economía circular: vehículos fuera de uso, envases y electrónica

Economía circular: vehículos fuera de uso, envases y tecnología

Como comentábamos en nuestro anterior post, el esfuerzo para lograr una Economía Circular real pasa por dar una mejor gestión a las principales líneas de residuos que se producen.

Sin duda los 3 mejores ejemplos y en los que estará la clave de tener éxito o fracasar en esa transición hacia la Economía Circular real son los vehículos fuera de uso, los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos y los residuos de envases y embalajes.

Reciclaje de vehículos fuera de uso

vehiculos fuera de uso

En el caso de los vehículos fuera de uso, y en el caso de España, el planteamiento que los fabricantes e importadores de vehículos establecieron se basó en la creencia de que el valor residual del vehículo era alto y, por lo tanto debía ser capaz de asumir los costes de su descontaminación y reciclado financiado dichos costes tomando como base dicho valor marginal.

Esto, obviamente, implicaba un gran ahorro para los propios fabricantes que no debían proveer de fondos para asegurar dicha gestión al final de su vida.

La realidad es que con este principio se logró hacer una importante reconversión del sistema de desguaces tradicionales de vehículos ya que de los más de 3000 que había a finales de los años 90, sólo un 30% lograron cumplir con los requisitos que la nueva normativa exigía.

Esto produjo, no obstante que los desguaces “supervivientes” contaron con un mayor mercado de vehículos fuera de uso lo que permitió justificar los costes de la reconversión.

En 2006 entraron en vigor los objetivos de valorización y reciclaje de la Directiva de vehículos fuera de uso y el sistema demostró ser capaz de alcanzar dichos porcentajes.

El problema ha surgido cuando 10 años después, en 2016 estos objetivos de valorización y reciclaje se han incrementado por encima de lo que el valor residual del vehículo es capaz de financiar de forma autónoma.

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Actualmente el sector se encuentra en la encrucijada de incumplir los objetivos de reciclaje y valorización o establecer sistemas de financiación por parte del productor de los extra-costes que supone incrementar esos porcentajes de gestión.

 Reciclaje de envases y embalajes

reciclaje de latas

Otro caso paradigmático lo constituyen los envases pues desde 1996 se estableció directamente un sistema de financiación de su recogida y gestión financiado a través de los propios productores agrupados en una plataforma denominada Ecoembes que estableció un sistema de recogida conveniada con ayuntamientos y comunidades autónomas basado en el despliegue de contenedores de recogida separada para envases, el denominado contendor amarillo.

Los envases recogidos de este modo han venido siendo llevados a plantas de selección también financiadas por Ecoembes de las cuales se obtienen flujos más o menos homogéneos de residuos clasificados que son subastados al sector del reciclaje para su gestión final.

El sistema ha permanecido más o menos inalterable durante 20 años. El problema es que el sistema no tiene suficientemente en cuenta el valor marginal de los residuos de envases, de tal manera que el sistema da igual importancia a una tonelada de envases de plástico que a una de envases de aluminio.

Lo que esto está produciendo es que esté habiendo una «fuga» de los envases de mayor valor (acero y aluminio) que hacen que el porcentaje de los mismos en los contenedores amarillos vaya en disminución.

Esto hace que los recicladores que deben acudir a las subastas de material recuperado se quejen de que la calidad de dichas partidas no sea suficiente ya que la cantidad de envases de calidad disminuye en favor de otros que, siendo considerados con base de aluminio como las bolsas con láminas de aluminio añadido, se incluyen dentro de esta categoría.

Actualmente, el 80% de los envases de aluminio que se reciclan en España no lo son a partir del contenedor amarillo sino de vías coplementarias de recogida como el sector reciclador tradicional o incluso la recogida en el contenedor de fracción resto.

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Reciclaje de residuos de aparatos eléctricos o electrónicos

ordenadores desechados

Finalmente, el tercer sector especialmente significativo a la hora de desarrollar un avance que nos aproxime hacia un sistema de economía circular progresiva, es el de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos.

La diversidad y diferencias de este tipo de residuos cuyo único factor común en muchos casos no es más que el hecho de que funcionan a base a la electricidad, hace que el análisis del mismo no sea en absoluto sencillo.

En los primeros años de implantación del sistema de responsabilidad ampliada del productor para este tipo de residuos a partir de 2005 se crearon multitud de sistemas integrados de gestión impulsados por diferentes fabricantes pero sin una lógica clara en cuanto a la metodología o incluso a la tipología de residuos.

El resultado ha sido un panorama en el que, a diferencia de los envases o los vehículos, existen más de una docena de entidades operando con modelos distintos, gestionando residuos iguales y con una dispersión geográfica importante.

El resultado de este sistema ha sido una deficiente implantación de la trazabilidad del reciclaje y que haya una clara diferencia entre la realidad del sector del reciclaje práctico y lo que España finalmente es capaz de informar a Europa.

El problema se basa en que conviven sistemas que siguen el modelo de basar la gestión en el valor residual de los bienes fuera de uso, como es el caso de las luminarias o algunos residuos de línea blanca no peligrosa (lavadoras, lavavajillas, etc) con otros sistemas que aplican un sistema puro de eco-tasa y financiación completa de la gestión a través de canales propios.

Ello mezclado con el sector reciclador tradicional que es finalmente quien lleva a cabo el tratamiento de estos residuos.

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La conclusión es que hoy en día sólo se conoce y traza el tratamiento de un 30% de los RAEE generados cada año dejando lo que le pasa el otro 70% a la especulación de quien haga las declaraciones.

Así, para unos ese 70% es gestionado ilegalmente y exportado a países de África mientras que el sector reciclador manifiesta que ese 70% se gestiona mayoritariamente bien pero simplemente se hace al margen de los sistemas integrados de gestión.

Como quiera que sea, probablemente la mejora del sistema debería ir de la mano de una racionalización de los modelos de responsabilidad ampliada del productor en esta categoría de residuos, de la diferenciación entre los RAEE que necesitan de una financiación suplementaria que cubra los extracostes de su gestión y los que cuentan con un valor residual suficiente como para cubrir su gestión.

Así, el valor marginal positivo de los elementos materiales que contenga un bien al final de su vida útil resultan el elemento esencial a la hora de lograr los objetivos de reciclaje y valorización establecidos. Si el modelo no tiene en cuenta el valor residual de los materiales, los de mayor valor se “escaparan” hacia el mercado.

La Economía Circular no podrá ser una realidad hasta que el ciclo completo de la producción, consumo, recogida y reciclaje decida apostar por ello.

Álvaro Rodríguez, Director de Energías Renovables de IMF

 

 

Álvaro Rodríguez , Director Área Energías Renovables y Medio Ambiente de IMF Business School.

Las dos pestañas siguientes cambian el contenido a continuación.
Director del Área de Energías Renovables de IMF Business School

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