Si ahora mismo preguntara a mis sobrinos quienes son los malos de la película me responderían que los bancos. Y no les faltaría razón ya que la falta de responsabilidad de una sociedad infantilizada con mensajes cortos (140 caracteres) o fotitos de Facebook, son el caldo de cultivo para que no solo los bancos, sino cualquier otro se aproveche de nosotros.
Para empezar las políticas de emprendimiento con que los voceros de los gobiernos atosigan a las clases populares que se quedan sin trabajo y capitalizan el paro (técnicamente sería un descuento, pero bueno) para “montarse un negocio y no tener Jefe” es una de las peores formas y con menos estilo de llevar a personas sin formación adecuada al precipicio.
Para empezar, hay que dejar claro que los bancos son empresas.
Como las que desean “montar” nuestros avezados emprendedores. Los Bancos captan el dinero en el interbancario y mediante ampliaciones periódicas de capital: esta es un clase gratis formidable para los que se inicien en la emprendeduría: solo hay tres salidas posibles cuando el negocio va mal (y tiene futuro): a) acudir al “interbancario” (solicitar un nuevo préstamo a tu entidad), y b) ampliar capital “pedirle dinero a tu familia” o que entre un nuevo socio. Y por que digo tres: por que los Bancos tienen otra más que los comunes mortales no tenemos: solicitar un rescate.
Y de todo ello existe un solo responsable: TÚ MISMO.
Por ello es tan importante formar a los potenciales emprendedores. El 90% de los concursos de acreedores vienen causados por una deficiente funcionamiento de la sociedad: es decir por un deficiente cálculo del Fondo de Maniobra inicial, o un deficiente uso de la herramienta de presupuestación de las Necesidades Operativas de Fondos.
Para manejar con soltura estas herramientas solo se requiere sumar, restar, multiplicar y dividir y como dice Warren Buffet (ni una sola fórmula con letras griegas…)
Y todo ello para que con esos mínimos conocimientos muy claros nos sentemos a negociar con los bancos (los bancos son otro proveedor más: no la encarnación del mal).
Y si son otro proveedor, y uno de los importantes ¿cómo debemos negociar con ellos? Sí, efectivamente con profesionalidad. Si nosotros deseamos que nuestros clientes nos paguen nuestros productos, el banco desea con la misma pasión y derecho que le devolvamos los préstamos. Ahora bien…
¿Hacemos caso de lo que los bancos nos dicen?
Si el banco te deniega una solicitud de financiación, es un regalo. Me explico: si nosotros le negamos una nueva venta a un cliente que sabemos que no nos va a pagar, ¿somos la encarnación del mal?, si ese cliente no sabe gestionar su negocio, ¿tenemos que correr un riesgo innecesario y venderle?
Volvamos al Banco que nos deniega la operación. ¿ Por qué nos empeñamos en seguir adelante y avalamos “con todo” cuando nos están haciendo un estudio gratis de liquidez? ¿No sería mejor replantearse que hasta aquí hemos llegado?. Pues no: nos empeñamos en que la operación salga porque “solo hace falta la financiación”: que si la conseguimos (a qué precio?), nos hará sentir lo que tantas veces oía yo a mi padre comentar: hijo mío, yo trabajo para los bancos, esos…
Ángel Cordero Rico, coordinador del Máster MBA de IMF Business School
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