La distancia entre subordinados y jefes es emocional y mantiene un lenguaje que hay que conocer muy bien, pues no sólo nos comunicamos a través de las palabras. Una relación vertical conlleva muchas herramientas no verbales desde todas las acciones que ha efectuado. Es responsabilidad del mando conocer bien el ámbito no verbal de sus empleados, tal como gestos y distancias de confort.
El líder que no valora una buena tarea realizada o no cuida que los materiales estén en buen estado, está comunicando importantes mensajes desmotivantes. Es imprescindible evitar las «Brechas de credibilidad de comunicación» que se producen cuando alguien no cumple lo que dice.
Notaremos enseguida cuando estamos a cargo de un equipo que parece que nos observan más que nos escuchan, y es así de verdad. Desde la comunicación no verbal no es necesario ser un experto para entender las frases «habla bonito pero no me inspira confianza».
Un líder debe manejar la «cognición social» que no es sino el proceso por el cual nos conocen y transmitimos el nivel de reconocimiento que vamos a generar en los demás y todo esto al margen de lo que digamos.
Las personas no están predispuestas a filtrar, más bien funcionan desde la inferencia social dependiendo de sus improntas emocionales. Es decir no basta con cuidar al detalle las muestras e imagen que damos porque para cada individuo significará todo algo diferente. Desde un ceño fruncido por un malestar estomacal por ejemplo, aunque estemos hablando de un trabajo que nos dejó satisfechos, este gesto para unos significa seriedad, inseguridad incluso para algunos rechazo o desconfianza.
Los distintos lenguajes en cada línea de negocio cambian así como la primera impresión es tan diferente. La manera de comunicación de un bombero, médico o escritor puede significar extremos con las mismas palabras. Una expresividad demasiado positiva en un entorno de urgencias sanitarias puede generar falsas expectativas que luego son más difíciles de encauzar y crear patrones de desconfianza fatales en un equipo de trabajo o en clientes.
Por supuesto la línea más difícil de crear y mantener es la de simpatizar con la conciencia de jerarquía. Aunque traten de convencernos que un buen jefe, es un líder y no un mando, incluso desde el innovador sentido del coaching, la escalera, peldaños y lugar de cada uno debe estar muy clara.
La manera en que nos vemos unos a otros sea cual sea la posición debe facilitar la fluidez de instrucciones y cumplimiento de desempeños, desde la » amigable» sensibilidad de personas que no deben ser amigos.
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