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Emprender después de la cuarentena: por dónde empezar

En este post hablaremos de cómo emprender después de la cuarentena. La etapa COVID ha llegado a nuestras vidas repentinamente, generando grandes cambios y dejando fuera de juego a mucha gente. Diferentes ámbitos de nuestra vida se han visto muy afectados, entre ellos el ámbito laboral. Una de las consecuencias es que un número significativo de personas ve peligrar su trabajo, así como muchos proyectos emprendedores que han tenido que cerrar o se plantean hacerlo. A partir de aquí se nos muestra un escenario muy particular, diferente a la “normalidad” a la que estábamos acostumbrados. Un escenario que nos avisa, una vez más, que todo puede cambiar en cualquier momento. Para mal… o para bien.

En este tipo de contexto es en el que nos vamos a mover en un futuro muy próximo. Un futuro que cada vez da más avisos de que va a ser volátil, cambiante e imprevisible. Y que además esos cambios se producirán de una forma muy rápida. La capacidad de adaptación a los cambios será una de las habilidades más necesarias a partir de ahora. Tanto como lo ha sido hasta el día de hoy tener el conocimiento técnico adecuado. La actitud con la que nos tomamos los cambios, la adaptación a los mismos y la posibilidad de generar oportunidades a partir de ellos, es dar con una gran clave de éxito para un futuro que ya está aquí. Y ahí es donde juega un papel protagonista el emprendimiento: uno de los mejores caminos para desarrollar todas estas capacidades.

Las habilidades del emprendedor

Es por ello que en estas líneas hablo de emprender, pero no de cualquier manera: centrado en la persona y en el desarrollo de sus habilidades emprendedoras, que le servirán para implementar cualquier tipo de proyecto presente o futuro. Y buscando la manera de disfrutar, emprendiendo, de entornos cada vez más cambiantes. No solo como creadores de empresas y negocios, sino como empleados intraemprendedores que lideran o co-lideran el desarrollo de nuevas formas de comunicación interna y externa, nuevas formas de gestionar, de vender, de innovar… un perfil de empleado cada vez más demandado en cualquier gran empresa competitiva. Un “empleado emprendedor” adaptado a entornos de trabajo volátiles y en permanente evolución.

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La actitud del emprendedor

La actitud emprendedora es una competencia fundamental para afrontar, no solo el reto que supone la llegada de la COVID-19, sino para aprovechar las oportunidades que surjan a partir de este hecho, trágico para muchos. Y convirtiendo, en la medida de nuestras posibilidades, los problemas en propuestas, en acciones concretas, en soluciones. Cuando hablo de actitud emprendedora no hablo de actitud positiva, sino de algo más profundo y complejo: la asunción de responsabilidades, la proactividad, la tolerancia a la frustración, el (auto)liderazgo, la inteligencia emocional o el desarrollo de habilidades comunicativas como la escucha activa o la asertividad.

Emprender: una carrera de fondo

Emprender es, entre otras cosas, comprometerse con un resultado. Es empezar algo… y acabarlo. Hay quien piensa que emprender es un proceso rápido en el que hacemos magia y de la nada, tenemos una empresa ya creada. Pero no es así. De hecho, ese es uno de los grandes generadores de abandono de nuestros proyectos, el entenderlo como un gran esfuerzo inicial que tiene su recompensa cuando el proyecto ya está en marcha. Emprender es una carrera de fondo, con paso firme, y en la cual no participamos estando “contra los demás” sino “con los demás”. Formando parte del ecosistema emprendedor y sabiendo pedir favores, ayudar y que te ayuden, generar alianzas, aprendiendo de los errores y reciclando tu proyecto de forma permanente a esos cambios que se producen en la sociedad, los clientes, las modas o la posible competencia.

¿Por dónde empezar?

Un gran primer paso para evitar esa sensación de vértigo inicial, esa falta de formación e información o la falta de experiencia emprendedora, es desarrollar un prototipo que nos permita probar al mercado y a nosotros mismos. Saber qué punciona y qué no, con una o varias

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pruebas piloto. Es lo que llamamos lanzar un “producto mínimo viable” al mercado, cuyo objetivo no es exclusivamente hacer negocio, sino obtener información sobre si ese es el camino a adecuado. Saber qué funciona y qué no, y por qué. Esto nos permitirá modificar y adaptar nuestro producto o servicio a las necesidades reales del mercado, neutralizar riesgos y ahorrar recursos. Y probarnos a nosotros mismos, ya que emprender tiene que ver no solo con prosperar, sino con cuidarse. Haciendo de esa carrera de fondo que es emprender, algo sostenible: tanto para nuestro bolsillo, como para nuestra salud física y mental.

¿Cuáles son las mejores ideas de negocio? Las que aportan una gran satisfacción al cliente. Más concretamente, una experiencia gratificante. No solo se trata de ofrecer un producto o servicio de calidad a un precio competitivo, sino que la experiencia de nuestro cliente antes, durante y después de su consumo sea plenamente satisfactoria. Poniendo el ejemplo de cenar en un restaurante: ¿Cómo es el procedimiento de reserva? ¿Cómo es la entrada en el local, y el proceso hasta que el cliente esté sentado? ¿Qué factores son importantes durante esa cena, además de una comida de calidad a un precio competitivo? ¿Cómo es el trato y atención al cliente a partir de que acaba su consumo? Si la experiencia es suficientemente satisfactoria, no solo tendremos un cliente contento, sino fiel y recurrente. Y lo que es más importante: será un embajador o prescriptor de nuestro producto o servicio.

La idea de negocio, es decir el “qué”, es importante. Pero la clave, lo que marca la diferencia, está en el “cómo”: cómo la desarrollamos, cómo la adaptamos a lo que nuestros clientes necesitan (por ejemplo en esta etapa COVID). Y cómo nos comportamos ante los cambios, los retos o las oportunidades que se nos presenten. Voy a sintetizar ese “cómo emprendemos” en una frase: se trata de vivir el futuro cambiante que nos espera como un misterio a descubrir, aprovechar, disfrutar… y no como un gran problema a resolver. Sonar, suena bien, pero aplicarlo a nuestro día a día, es un gran reto. De esto, es en gran medida de lo que trata emprender en un mundo post COVID. En cómo lo hacemos.

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Alfonso Basco, CEO Consultora Impactoring

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