Las modas alcanzan a todos los entornos. Este año la última tendencia en dietas es la llamada 5.2, que consiste en semiayuno dos días a la semana con una ingesta de no más de 500 calorías, y el resto de días normal.
Cómo se traslada y por qué esta idea.
En su base, las dietas buscan aminorar el consumo, léase “gastos” y se está estudiando la eficacia de las dietas “perennes”, lo que se considera una dieta saludable a la baja continua.
Pues bien, esa sensación de estar siempre bajo mínimos en el mundo financiero que aboca a una sensación frustrante de que siempre estamos ahorrando y nunca terminamos de disfrutar de unos beneficios justamente conseguidos, termina por perder su consistencia y eficacia.
Tratamos de buscar el equilibrio, pero algunas circunstancias críticas nos obligan por errores cometidos, que desembocan en situaciones de difícil tránsito comercial, o bien por causas externas ajenas a nuestras organizaciones, a sumergirnos en situaciones de urgente replanificación o toma de acciones extraordinarias.
Para conseguir unas finanzas saneadas, así como en las dietas, debemos huir de los perfiles de comprador compulsivo o ahorrador frugal, y en la misma medida buscar estrategias que no nos saquen de un apuro en un instante para devolvernos al mes siguiente a una situación aún peor que la inicial, tal y como pasa cuando tras una severa dieta recuperas aún más peso del perdido.
En el sistema 5,2 se trata de introducir en nuestros hábitos económicos una regular cantidad de tiempo en la que aumentamos de manera considerable el ahorro, para seguir el resto de tiempo con ritmo normal de consumismo o lo que es lo mismo, tratar de capitalizar en aceleración durante unos meses al año y el resto seguir con ritmos similares a la competencia y sistemas.
Como en cualquier control extra, hay que localizar los puntos en que las “necesidades” son susceptibles de deceleración o suspensión parcial, como pueden ser, comidas de empresa, reuniones con clientes, actos socio culturales, etc., que suponen gastos extras no imprescindibles, y durante unos meses no se celebran.
De esta manera tendremos en las partidas presupuestarias un reparto equitativo durante todo el año, que en los meses de “carencia” generaran superávit que no degenera en costes a recuperar.
Y como este ejemplo muchas maneras de ir controlando los excesos durante el año, dejando el resto de tiempo en parámetros normales más estables, avalados por el ahorro generado por los meses de inactividad. Nos inspirará confianza y seguridad por saber que ante ciertas contingencias tendremos capacidad de respuesta y recuperación.
Y en cuestión de modas ¿qué no se podría aplicar al mundo de las finanzas? Casi nada. La economía no es más que un reflejo del ritmo de vida de cada sociedad.
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