¿Hasta qué punto un discapacitado puede realizar su tarea de forma segura? En cuanto a la prevención de riesgos laborales, ¿sería posible que desempeñara mejor su actividad si contara con las mismas posibilidades, es decir, con ayudas técnicas que los empleados no discapacitados? ¿Sería viable eliminar las barreras existentes adaptando los puestos de trabajo?
Las dificultades de las personas con discapacidad no se deben a sus propias limitaciones sino a barreras que existen en el entorno social
Cualquier persona con algún tipo de discapacidad tiene una menor habilidad para efectuar determinadas actividades, si bien, lo cierto es que estas limitaciones dependen del entorno social de la propia discapacidad y de las funciones del puesto. Así, esta persona deja de ser discapacitada o disminuye el grado cuando tiene a su disposición las condiciones adecuadas y precisas que le permiten acceder a las diferentes situaciones que se encuentra en la vida diaria de forma muy parecida a los trabajadores sin discapacidad.
Según la ultima “Encuesta sobre discapacidades, deficiencias y estado de salud” llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España, una de cada diez personas en edad de trabajar posee una discapacidad severa o moderada. Entre ellas, un 32% de los hombres trabaja mientras que en el caso de las mujeres solamente lo hace un 23,7%.
La Ley de Prevención de Riesgos Laborales establece en su artículo 25 que el empresario deberá garantizar la protección de los trabajadores que tengan reconocida la situación de discapacidad adoptando las medidas preventivas y de protección necesarias.
Por esta razón, el empresario debería formarse con un Master Prevencion Riesgos Laborales. De este modo, el empresario podrá también adoptar las medidas preventivas necesarias en su empresa, tanto para sus trabajadores con discapacidades como para los que no sufren ningún tipo de discapacidad.
Menos barreras
En el ámbito laboral, se considera trabajador discapacitado a aquella persona que, por causa de su situación de discapacidad reconocida, muestra dificultades para desempeñar y desarrollar determinadas actividades o tareas exigidas por su puesto de trabajo, o problemas por la existencia de una serie de barreras que limitan su accesibilidad a las instalaciones de la empresa.
La realidad es que las dificultades y desventajas de las personas con discapacidad no se deben a sus propias limitaciones sino a carencias, obstáculos y barreras que existen en el entorno social.
En definitiva, las soluciones a la discapacidad se basan en apoyar, mediante ayudas técnicas y servicios especializados, la vida de las personas que las padecen para que puedan vivir e integrarse en la sociedad, haciendo su rutina diaria lo más normal posible. Esta equiparación se ha de dar en todos los ámbitos incluido el laboral y, por ende, en el relativo a la seguridad y a la salud en el trabajo.
Los puestos tienen que adaptarse con el objeto de minimizar los obstáculos y barreras mencionadas. En la oficina habría que seguir y aplicar una serie de recomendaciones. Por ejemplo, que esté diseñada ergonómicamente de modo que se acomode al empleado de la misma forma que un martillo bien ideado se amolda a la mano del carpintero. En el caso concreto de un trabajador con discapacidad, esta ergonomía debe ser tenida en cuenta con mayor rigor, extendiendo el concepto hacia las limitaciones que comprenda cada limitación en particular.
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Carlos Martinez

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