En todo master prevención nos enseñan que los accidentes y enfermedades derivados del trabajo no sólo ocasionan lesiones y sufrimiento a los trabajadores y sus familias, sino que también representan un gasto económico para todo el mundo: para la empresa, para el mismo trabajador y para la sociedad en general.
Los trabajadores que son víctimas de accidentes relacionados con el trabajo padecen consecuencias que pueden ser materiales, como gastos y pérdida de ingresos, e intangibles, como el dolor y el sufrimiento, en ambos casos pueden ser de corta o de larga duración. Esas consecuencias incluyen:
– El pago de honorarios médicos, el coste de la ambulancia u otra forma de transporte, los gastos de hospital o la remuneración por los cuidados de enfermería a domicilio, los pagos efectuados a personas que prestaron su asistencia, el coste de miembros artificiales, etc.
– La pérdida inmediata de ingresos durante la ausencia de puesto de trabajo (salvo que se esté asegurado o se obtenga indemnización).
– La pérdida de ingresos futuros si la lesión discapacita de manera permanente o a largo plazo, o impide el ascenso normal de la víctima en su carrera profesional.
– Los trastornos permanentes a consecuencia del accidente, como la mutilación, la cojera, la pérdida de visión, las cicatrices desagradables o la desfiguración, las alteraciones mentales, etc., que pueden reducir la esperanza de vida y provocar sufrimiento físico o psicológico, así como elevar los gastos derivados de la necesidad de la víctima de encontrar una nueva profesión u otros intereses.
– Las consiguientes dificultades económicas para el presupuesto familiar si otros parientes se ven obligados a trabajar para compensar los ingresos perdidos o a abandonar su empleo para cuidar de la víctima. Pueden producirse otras reducciones de ingresos si el sujeto accidentado trabajaba al margen de la jornada normal de trabajo y ya no puede seguir haciéndolo.
– La ansiedad para el resto de la familia y el deterioro de su futuro, sobre todo en el caso de los niños.
Los trabajadores accidentados suelen recibir una indemnización o un subsidio en efectivo o en especie. Aunque estas prestaciones no afectan a las consecuencias intangibles del accidente (salvo en circunstancias excepcionales), son una parte más o menos importante de las materiales, puesto que influyen en la cuantía de los ingresos que sustituirán al sueldo. No cabe duda de que una parte de los costes generales de un accidente, excepto en condiciones muy favorables, debe ser afrontada directamente por las víctimas.
Considerando la economía nacional en conjunto, debe admitirse que la dependencia entre todos sus miembros es tal que las consecuencias de un accidente que afecta a una persona tienen un efecto adverso sobre el nivel de vida general. He aquí las consecuencias:
– Un aumento en el precio de los productos manufacturados, ya que los gastos directos e indirectos y las pérdidas resultantes de un accidente pueden dar lugar a una elevación del coste de fabricación de un artículo.
– Una reducción del producto nacional bruto, como resultado de los efectos perjudiciales de los accidentes sobre las personas, los equipos, las instalaciones y los materiales. Estos efectos variarán de acuerdo con la mano de obra, el capital y los recursos materiales de que disponga cada país.
– Un aumento de los gastos destinados a cubrir el coste de las indemnizaciones a los accidentados y el pago de primas de seguro de mayor cuantía, así como a reunir la cantidad necesaria para adoptar las medidas de seguridad que exige la prevención de sucesos similares.
Una de las funciones de la sociedad es proteger la salud y la renta de sus miembros. Y lo hace mediante la creación de instituciones de seguridad social, programas de salud (algunas Administraciones ofrecen asistencia médica gratuita o de bajo coste a sus ciudadanos) y sistemas de seguridad y de seguro de indemnización por lesión (incluida la legislación, la inspección, la asistencia, la investigación y otras actividades), cuyos costes administrativos representan una carga para la sociedad.
El nivel de las indemnizaciones y la cuantía de los recursos que dedican las Administraciones a la prevención de accidentes son limitados; ahora bien, el dinero dedicado a la acción preventiva brinda beneficios económicos sustanciales, en cuanto que da lugar a la reducción del número total de accidentes y de su coste.
Gran parte del esfuerzo dedicado a la prevención de accidentes, como la aplicación de normas de seguridad más exigentes a la maquinaria y a los equipos, y la educación general de la población antes de alcanzar la edad para trabajar, son igualmente útiles dentro y fuera del lugar de trabajo.
Es una circunstancia que cobra cada vez mayor importancia, ya que el número y el coste de los accidentes que ocurren en el hogar, en las carreteras o en otras actividades de la vida moderna no relacionadas con el trabajo siguen aumentando.