La Formación despunta como recurso para trabajadores y empresas

Recientemente, he leído un interesante artículo sobre la financiación de la formación profesional en diferentes países de la Unión Europea que me parece digno de comentar.

En él, el Director de la Sección Fundamentos sociales y económicos de la Formación Profesional en el Instituto Federal de la Formación Profesional en Alemania, Folkmar Kath, realiza una comparativa entre los sistemas de financiación de la formación tanto profesional como continua (en adelante formación profesional) entre Francia, Dinamarca, Alemania y Gran Bretaña; en el caso de los 2 primeros destaca el hecho de que la formación profesional es costeada por las empresas de modo obligatorio participen o no en los programas de cualificación. En Francia, en concreto, las empresas que no ofrecen formación a sus trabajadores son penalizadas con un “sobreimpuesto”.

En cambio en Alemania y Gran Bretaña las aportaciones para la formación profesional son de carácter voluntario, asumido individualmente por cada organización. En el país germano, periódicamente se sucede el debate entre los agentes sociales que solicitan un cambio en el sistema para avanzar a una financiación interempresarial y aquellos que abogan por mantener el sistema actual.

Sin duda, parece que estamos en un momento de crecimiento de la tendencia a que la implicación de las empresas en la formación de sus trabajadores debe ir más allá de valorar la formación que traen de casa; es decir, que deben implicarse y fomentar la formación continua para obtener trabajadores más cualificados, más motivados y, por ende, más productivos.

Hay empresas que utilizan la formación como “beneficios auxiliares” para sus trabajadores, esto es, “en este momento no podemos ofrecerte un mayor reconocimiento económico, pero podemos invertir en tu conocimiento y tu desarrollo profesional ofreciéndote un curso o máster que pueda ayudarte en tu carrera”.

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La formación se ha convertido también en una medida “anticrisis”, no tanto por convertirse en la alternativa de los parados para incrementar sus posibilidades de encontrar un empleo, como por resultar una opción positiva para los empresarios que pueden evitar el coste de los despidos tratando de reciclar a los trabajadores con más flaquezas en el dominio de sus herramientas de trabajo. En 2007 era significativo el dato de que las empresas habían invertido más en despidos que en formación para sus empleados; si bien, cuatro años después, el tejido empresarial parece ir aprendiendo a valorar el know how de sus trabajadores y a no dejarles escapar sin más aludiendo a su falta de aptitud sin intentar reconducirlos.

Aunque a día de hoy el gasto en despidos es superior al de formación, el crecimiento del segundo caso es también importante y nos puede hacer albergar esperanzas de que ante una posible situación de despido la formación se convierta en red para agotar todos los cartuchos.

 

 

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Tutora y docente de postgrado de Recursos Humanos en IMF Business School. Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología en la especialidad en sociolaborales. Actualmente dirige su propia consultoría de gestión y aprendizaje en Recursos Humanos y Laboral.

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