Oratoria procesal: comunicación oral en el ámbito jurídico

La oratoria procesal es un tipo de comunicación, aplicada al ámbito jurídico, que representa gran parte del trabajo y el éxito de abogados y juristas. Tanto si nos dirigimos a nuestros clientes como al juez, o a la hora de hablar al jurado, las habilidades comunicativas son fundamentales, sumadas a una buena capacidad de escucha y empatía.

Una buena comunicación jurídica permite defender mejor una idea y, además, hacerlo de una forma elegante, elocuente y persuasiva. Por eso, el abogado que domine esta técnica tendrá hecha una parte importante de su trabajo.

Oratoria y abogados, una relación muy necesaria

¿Es posible ejercer mejor la abogacía con una buena oratoria procesal? Por supuesto que sí. Veamos en qué momentos una buena comunicación puede ayudarnos:

1. Reunión con el cliente. Antes de hablar con él tenemos que conocer a nuestro cliente: edad, sexo, profesión, etc.
Esta información nos dará pistas sobre cómo hemos de dirigirnos a él, si utilizar un lenguaje más o menos sencillo, hacer uso de ciertas emociones, etc. Al final, nuestros objetivos son que nos entienda bien y transmitirle confianza.

2. Hablar con el jurado popular. Un mensaje claro, preparado, entendible y con un uso correcto de las emociones será la clave del éxito para poner a un jurado a nuestro favor.
No olvidemos que estas personas están en una posición independiente, donde van a calar más profundamente una comunicación clara y no enlatada, que se diferencie del resto y sea convincente.

3. Al dirigirnos a un juez. Nuestro discurso ha de cambiar completamente con respecto a los anteriores. En esta ocasión, tenemos que seguir un protocolo y utilizar las palabras técnicas que sean pertinentes.
Además, la persuasión ha de ser muy sutil, utilizando un tono de voz modulado y unos modales correctos, para convencer al juez de una manera casi inconsciente.

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Claves de oratoria procesal para abogados

En la gran mayoría de profesiones, una buena oratoria es siempre un factor que ayuda mucho a la hora de convencer a los demás de nuestros productos o servicios. En el caso de la abogacía, se trata de una herramienta fundamental para el éxito, ya que el objetivo principal es la capacidad de convencer que tenga el abogado.

La buena noticia es que la oratoria se puede mejorar, desarrollar y cultivar con una formación adecuada, ya que pocas personas tienen este valor intrínseco. Pero, ¿cuáles son sus principales claves? 

1. Preparación. Tener un amplio vocabulario y una capacidad innata para convencer no sirve de mucho para un abogado que no se prepara bien los juicios. Por tanto, hay que olvidar la idea de dejar a la improvisación cualquier exposición oral, ya sean los interrogatorios, la exposición de motivos y, por supuesto, la defensa del cliente.

2. Conocimientos. Los abogados deben conocer al dedillo el asunto que estén tratando en esos momentos, con un conocimiento en profundidad y desde todos los puntos de vista. Esto es importante a la hora de utilizar la oratoria con seguridad, una sensación que, además, vamos a transmitir a los demás.

3. Posibles cambios legislativos. Todos sabemos que en el mundo jurídico se realizan continuamente cambios en normas y leyes que podemos aprovechar en la oratoria. Por una parte, transmitiremos a los demás nuestros conocimientos sobre el tema; por otro lado, lo usaremos en nuestro favor y el de nuestros clientes.

4. La emoción en la oratoria. El uso del lenguaje en la comunicación puede resultar muy frío si no le añadimos los tres ingredientes claves de la oratoria: emoción, naturalidad y sentido común. La mayoría de las personas somos más proclives a reaccionar a través de las emociones que nos transmiten los demás. Por el contrario, un discurso “enlatado” y demasiado formal puede causarnos rechazo. Esto también ocurre con un juez, un jurado o los clientes.

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5. El lenguaje corporal. En la oratoria, las palabras siempre han de ir acompañadas de un movimiento del cuerpo, pero no cualquier movimiento. Se aconseja que utilicemos las manos de manera natural, nada de hablar con ellas en los bolsillos o cruzadas. Caminar demasiado mientras se habla o balancearnos inconscientemente da la sensación de nerviosismo. Lo mejor es adoptar una postura neutral y mirar a los ojos al interlocutor.

6. Evitar leer. Cuanto más usemos nuestras propias palabras y la naturalidad en nuestro discurso, más creíbles seremos. Esto no quiere decir que no podamos tener un texto de apoyo por si nos perdemos o tengamos que enunciar palabras técnicas, pero no leer un discurso sin quitar los ojos del papel.

7. Estructura y argumentación. Es vital para un abogado explicar los hechos de manera que se entienda, y eso es todo un reto para los casos complicados. Lo mejor es planear una estructura argumentativa con una introducción, detalles y conclusión. 

8. La voz. Se trata de otro elemento muy a tener en cuenta y que debemos saber modular. Cuando hablamos con un jurado o con un cliente tenemos que mostrar el mayor respeto posible, por lo que los gritos, el vocabulario callejero o un tono monocorde son poco convenientes. 

9. Tecnicismos. Debemos ser capaces que adecuar la oratoria al tipo de público. No es lo mismo hablarle a un juez, donde se deben emplear los tecnicismos, que hablar con nuestro cliente o con un jurado popular. Es totalmente desaconsejable utilizar un vocabulario incomprensible para ellos, porque los va a confundir y poner en contra nuestra.

10. Reconocer lo importante de lo superfluo. Andarse por las ramas causa confusión y aburrimiento en el oyente, más si son profesionales con muchos casos que tratar al día. Lo mejor es que sepamos qué es lo más importante de nuestro discurso y decirlo en primer lugar.

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En definitiva, la oratoria procesal en la profesión de la abogacía es una herramienta fundamental para el éxito. El buen uso del lenguaje no verbal, un tono de voz adecuado y un discurso preparado y bien estructurado constituyen algunas de las claves de una buena oratoria. 

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