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Entrevista a Mark Stevenson, “Un viaje optimista por el futuro”

Esta tarde a las 19:00 horas tenemos una cita en el Hotel Palace de Madrid con el autor Mark Stevenson, que dentro del marco de las jornadas organizadas por la Universidad Internacional Valenciana (VIU) y el Grupo IMF, nos ofrecerá su conferencia “Por qué nuestros hijos vivirán mejor que nosotros”. Conocido mundialmente por su libro Un viaje optimista por el futuro (ed. Galaxia, 2011), hemos tenido el placer de poder entrevistar a este escritor británico que se define a sí mismo como un ingeniero de la serendipia. ¡No os la podéis perder!

Tu libro, Un viaje optimista por el futuro, es una llamada al optimismo. ¿No te parece que el optimismo es realmente una especie de adaptación?

Realmente, el libro constituye más un alegato sobre un optimismo ambicioso, con un enfoque creativo y también basado en algunos testimonios. No es un pensamiento muy novedoso pero sí poco tenido en cuenta actualmente, lo cual es peligroso viendo los enormes desafíos a los que debemos enfrentarnos. Y podemos hacerlo, pero no si nos repetimos desde el principio que es imposible llevarlo a cabo, como hace la mayoría. El cinismo que ahora mismo define nuestro futuro colectivo se ha convertido en una excusa para ser apáticos. Lo cierto es que este libro te permite conocer esas otras alternativas para el futuro que también están sobre la mesa, sin que esto suponga rehuir los riesgos que existen.

Algunos lectores, especialmente los españoles, podrían alegar que, teniendo en cuenta la delicada situación actual a que nos enfrentamos, es complicado pensar en el futuro desde una perspectiva optimista. ¿Algún consejo que nos ayude a contemplar un futuro más esperanzador?

El filófoso Mark Bedau me dijo una vez algo como que los cambios terminarán ocurriendo igualmente, así que podemos formar parte de ellos de un modo constructivo, intentar frenarlos o simplemente ignorarlos. Tratar de evitar que ocurran es inútil. Ignorarlos, irresponsable.

Esto sólo nos deja una alternativa: reconducir las cosas positivamente, porque –como es evidente- es lo único que podemos hacer. ¿Cómo vamos a construir un futuro mejor si ni siquiera somos capaces de imaginárnoslo?

A nivel más práctico, el futuro está a nuestro alcance mucho más de lo que lo ha estado nunca. Es un hecho que muchos de los instrumentos que hemos estado utilizando hasta ahora ya no sirven para el propósito para el que fueron concebidos. Al mismo tiempo, la tecnología y un conocimiento del ser humano cada vez más profundo nos están brindando las ideas y las herramientas perfectas para reestructurar nuestro mundo o para, al menos, contemplarlo de otra manera: debemos cambiar nuestra forma de hacer las cosas, y la buena noticia es que cualquiera puede empezar a hacer del planeta un lugar mejor sin necesitar el permiso de nadie.

No obstante, tu libro ha tenido muy buenas críticas en prácticamente todos los lugares donde se ha publicado: Reino Unido, Estados Unidos, Australia, España… tanto por parte de la prensa como de los libreros, los bloggers… parece que a todos nos hacía falta una buena dosis de positivismo, ¿verdad?

En mi opinión, lo único que ha pasado es que yo he puesto voz a un sentimiento que ya estaba muy arraigado en la mayoría. La gente empieza a estar cansada de escuchar a la prensa y a nuestros políticos decir cosas como “el futuro no pinta bien (especialmente si votas a este candidato)”; “todo era mejor antes”; “hay que mirar por uno mismo”; “el mundo es unlugar peligroso e inseguro”; “puedes perder tu trabajo”; “las nuevas generaciones son muy violentas”; “las cosas han cambiado tanto que ya no puedes confiar en tu jefe, ni en tu médico, ni en tu vecino, ni en lo que comes”; “estás solo”; “aprovéchate todo lo que puedas”; “vótame a mí”; “cómprame a mí”; “yo te entiendo”.

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No parece muy motivador, ¿no crees? Al final, acabamos dándonos cuenta de que todo esto sólo es creíble si nosotros queremos creérnoslo. Es como escuchar a The Cure; llega un momento en que necesitas ponerte a Stevie Wonder, y después puedes volver a escuchar a The Cure –según mi experiencia-.

Ahora que este largo recorrido por la ciencia que has emprendido ha terminado… ¿cuál dirías que ha sido la experiencia más gratificante? ¿En qué te ha cambiado?

No tengo una en concreto –y creo que pasarte la vida clasificando tus experiencias en uno u otro sentido termina siendo una fuente de decepciones-, pues el hecho de categorizar algo como “lo más gratificante” implica que haya algo que lo sea menos. Me considero muy afortunado por amar mi trabajo pero, si insistes, te diré que la experiencia más satisfactoria de mi vida es cuando mi novia me besa.

En este contexto de investigación y desarrollo, ¿qué papel juega para ti la educación? ¿Crees que la creatividad debería ser la clave para mejorarla?

Nuestros sistemas educativos son un auténtico desastre. Yo fui a la escuela, como la mayoría de los niños, obsesionado por aprender, haciendo preguntas continuamente y metiendo las narices en cualquier cosa que me pareciera interesante. Cuando salí de allí, como cualquier adolescente, la odiaba. Lo quiero decir es que aprender se ha convertido en algo gris y aburrido, lo cual, si lo piensas, es toda una hazaña. A veces, cuando algunos padres me dicen agotados que sus hijos no paran de hacerles preguntas, les respondo “no os preocupéis. En cuanto acaben el colegio no volverán a hacerlo”.

Son numerosos los estudios que demuestran que los profesores que solo buscan tener en sus clases alumnos muy obedientes consideran a aquellos que son más creativos y curiosos (es decir, todos los niños pequeños) unos seres odiosos. La mayoría de las empresas contemplan con esa misma desconfianza a sus empleados más creativos –y así es como justifico el hecho de haber sido despedido un par de veces, aunque mi novia se ocuparía de recordarme que quizás simplemente había sido un ser odioso-.

Me han contratado muchas empresas que perseguían un pensamiento más creativo, más innovador, más global, para no dejarse llevar por una sociedad donde la práctica habitual es que la creatividad se aparte del trabajo. Existe una necesidad cada vez más clara de repensar la educación, de crear un entorno donde creatividad y conocimiento no sean conceptos excluyentes. Los países que entiendan esto prosperarán. Los que no, serán cada vez más irrelevantes.

Hay quien dice que tienes una gran fe en que la tecnología y la ciencia liderarán un futuro de cambio e innovación y nos ayudarán a salir de la situación actual, pero ¿cómo podemos acercar la ciencia a la sociedad?

Toda tecnología es socio-técnica y de doble uso. De esta forma puedes usar la biología artificial para crear nuevos combustibles pero también para diseñar nuevos agente patógenos.

Comprensiblemente, la gente se preocupa por los avances de la tecnología. Dicen que debemos parar y volver a tiempos más sencillos, que debemos dar un paso atrás en la tecnología si queremos mantener eso que nos hace “esencialmente humanos”. Esto no es lo que ordenó Dios. Como Einstein dijo una vez: “Se ha hecho terriblemente obvio que nuestra tecnología ha excedido nuestra humanidad”.

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Pero Einstein se equivocaba. Intentar mantener nuestra “esencia humana” luchando contra lo que los humanos hacemos mejor —que es evolucionar a través de la cultura y la ciencia—, es contradictorio y, definitivamente, inútil. Nos guste o no, esto es lo que somos. Innovamos, inventamos, y lo hacemos cada vez más rápido, ya que cada invento sirve de plataforma para crear algo aún más poderoso. Esto es importante, ningún otro animal lo hace. En este momento no hay ningún perro leyéndonos. Sería genial, pero no ocurre. Así que lo que la gente cree que erosiona nuestra humanidad es, en realidad, una expresión sincera de esa misma humanidad. Una vez nuestra mente se hace con esta idea, se libera para pensar de una forma más clara acerca de nuestro papel a la hora de dar forma a este mundo.

Así que no tengo fe en la tecnología, tengo la idea de que si empezamos a mantener conversaciones adecuadas acerca de dónde estamos en la historia, podemos guiar esa tecnología para que beneficie a nuestra sociedad en más ocasiones de las que la perjudica. Ya hemos hecho esto antes (alcantarillado, papel, electricidad) y podemos volver a hacerlo, y es verdad que la ciencia nos pone en las manos todas las herramientas que necesitamos para llevar a cabo nuestros grandes retos. Pero necesitamos innovaciones institucionales (la parte social) para hacer mejor uso de ellas.

Una advertencia importante: la ciencia no es siempre la respuesta, a veces se requieren nuevas formas de pensar. Viajé a Australia y vi que las granjas de ganadería, que eran como las de la Inglaterra rural, estaban aumentando sus niveles de producción de lana, reduciendo sus costes, aumentando la biodiversidad y contaminando menos, simplemente cambiando la forma en que las reses se movían dentro de los cercados. Así que aquí necesitamos trabajar más en sintonía con la tierra en lugar de tratar de compensar nuestros abusos con más “apaños” químicos.

Desde tu punto de vista, cuáles son los retos principales que habría que solventar en este futuro? ¿Has averiguado ya qué viene después y cómo enfrentarnos a ello?

Tenemos tres retos principales: el cambio climático, aumentar la producción energética y su eficiencia y readaptar nuestras instituciones (gobierno, finanzas, educación, el sistema legal) de cara a la nueva era. Todos nuestros problemas son el resultado del pensamiento propio de la Revolución Industrial y… ¡noticia de última hora! Ya hemos salido de la Revolución Industrial. Una vez más, las naciones que comprendan esto se pondrán en cabeza, las que no, se quedarán atrás.

Como fundador de la Liga del Optimismo Pragmático (LOPO), ¿nos podrías explicar brevemente en qué consiste este movimiento?

La liga es un punto de encuentro en ciudades a lo largo de todo el mundo, donde la gente que quiera hacer del mundo un lugar mejor pueda reunirse, generar ideas y proyectos, encontrar inspiración e ilusionarse, encontrar colaboradores y estimular sus neuronas en pos de la mejora de la historia de la humanidad. Otra forma de contemplarlo es un ejercicio de “arquitectura de la serendipia”.

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Es un mecanismo para hacer que diferentes ideas y personas choquen y creen (y repartan) proyectos que ayuden a mejorar las cosas. Las delegaciones locales se encuentran a intervalos regulares para liberarse de los silos mentales u organizacionales cotidianos, y conectar en una atmósfera inspiradora de personas emprendedoras. Por lo tanto, si TED es “Ideas que Merecen ser Divulgadas”, LOPO es “Ideas que Merecen ser Realizadas”. Tenemos 8 principios clave:

1.- Un optimismo desvergonzado de ambición por el futuro.

2.- Un enfoque pragmático. Las delegaciones se reúnen para ayudar a que la gente haga cosas, no solo hablen (y, si solo eres un charlatán, lo más probable es que no vuelvas a ser invitado).

3.- Los miembros se implican en proyectos que son “más grandes que yo”.

4.- Hay una fuerte creencia de que las ideas se hacen más poderosas cuando se comparten, no cuando se reservan.

5.- Tus historias y opiniones están bien, pero las evidencias son mejores.

6.- Equivocarse está bien, pero no intentarlo es irresponsable.

7.- Los miembros se esfuerzan en vigilar su propio cinismo, y lo mantienen controlado.

8.- La LOPO es apolítica. Todas las ideologías son bienvenidas, pero no se acude a la liga para promocionarlas.

Además tenemos una (poco rigurosa) “regla” que es que no te puedes ir de una reunión de la LOPO sin añadir al menos una cosa a tu lista de tareas. Y tu pase para la siguiente reunión es que en tu lista haya al menos una tarea tachada.

Puedes encontrar algo más de información y unirte en la web: www.leagueofpragmaticoptimists.com

No podemos acabar esta entrevista sin preguntarte… ¿Crees en realidad que nuestros hijos van a vivir mejor que nosotros? ¿En qué basas este argumento?

No sé si nuestros hijos tendrán un futuro mejor. Es posible, y también puede que tengan uno peor. La respuesta a si vivirán mejor reside en las acciones que llevemos a cabo y en los valores que abracemos. Mi opinión es que el futuro está ahí, por lo que todos aquellos que tengan una buena conciencia deberían estar trabajando en hacerlo mejor —haciendo uso de nuestros mejores conocimientos, pero también guiándonos por la compasión, la justicia, la humanidad y la sostenibilidad—. Esta es una opción que el libro vuelve a poner sobre la mesa. Tú mismo eres la respuesta a tu pregunta. Ghandi lo expresó mejor: “sé el cambio que quieras ver en el mundo”.

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