Los tiempos están cambiando en cuanto a la movilidad se refiere, sobre todo en lo que tiene que ver con el entorno urbano, en donde se hace completamente necesario que haya unas variaciones modales por la contaminación que producen la mayor parte de los automóviles que discurren por nuestras ciudades. Esto se hace palpable en las grandes urbes, como se ha visto recientemente tanto en Madrid como en Barcelona, cuando tras una serie de días anticiclónicos en los que el Sol se encontraba de manera deslumbrante, no se avistaban nubes en el horizonte y las hojas o ramas de los árboles permanecían impasibles al paso del tiempo. Es en estas ocasiones cuando se incrementan de manera alarmante los niveles de óxido nitroso, partículas contaminantes, dióxido de azufre, etc., tras la combustión de los combustibles convencionales, principalmente gasóleo.
Es por ello por lo que se lleva trabajando desde hace un tiempo en introducir vehículos respetuosos con el medio ambiente, bien porque utilicen combustibles alternativos derivados de fuentes renovables, como es el caso del biodiesel principalmente (aunque no es la única opción, ya que también se puede utilizar biogás o biometano, tal y como sucede en otros países), vehículos híbridos que incorporen un motor de combustión y otro eléctrico (como ocurre con los taxis de algunas ciudades en donde cada vez se hace más común encontrar vehículos tipo Prius o similar), vehículos que utilizan pila de combustible o hidrógeno (todavía les falta desarrollo, ralentizándose el mismo en los últimos años), e incluso vehículos eléctricos 100% en donde realmente las posibilidades que se tienen con la producción eléctrica a partir de energías convencionales y renovables es muy alta. No hay que olvidar que la sostenibilidad del vehículo eléctrico será sí y sólo sí se emplean fuentes renovables para generar la electricidad suficiente para que se carguen las baterías que llevan incorporadas, ya que en este caso aunque en el destino no se genere contaminación en el destino hay que tener presente todo el ciclo, también la que se produce en el origen de la generación eléctrica.
En cuanto a los vehículos eléctricos, al ser relativamente recientes, se encuentra todo por hacer. Desde AEDIVE (Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico), se están realizando verdaderos esfuerzos para que el desarrollo tecnológico posibilite el uso cotidiano de los vehículos eléctricos. Y entre estas cuestiones se encuentra la publicación en el BOE del 31 de diciembre de 2014, del Real Decreto 1053/2014, de 12 de diciembre, por el que se aprueba la Instrucción Técnica Complementaria (ITC-BT 52) sobre «Instalaciones con fines especiales. Infraestructura para la recarga de vehículos eléctricos», del Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión, aprobado por Real Decreto 82/2002, de 2 de agosto, y por el que se modifican otras instrucciones técnicas complementarias del mismo.
Con la publicación del mencionado Real Decreto, y tal y como se indica en los antecedentes del mismo, «La electricidad puede incrementar la eficiencia energética de los vehículos de carretera y contribuir a la reducción del CO2 en el transporte. Es la fuente de energía indispensable para el desarrollo de los vehículos eléctricos, incluidos los vehículos eléctricos ligeros, que puede contribuir a mejorar la calidad del aire y a reducir la contaminación acústica en las aglomeraciones urbanas o suburbanas y demás zonas densamente pobladas». Es por un tanto un paso más que contribuye en la mejora de la calidad del aire en entornos urbanos. El paso siguiente se encuentra en la utilización de fuentes renovables para la carga de dichos vehículos, y para demostrar la viabilidad de ello se puso en marcha el proyecto RECARGO (Renewable Energies-Electric Car-Grid Optimization), en el que participan las empresas EON-URBASER-CIRCUTOR, y en donde se recarga con energías renovables una flota cautiva de vehículos eléctricos que prestan servicios urbanos en la ciudad de Barcelona. Sigamos y practiquemos con el ejemplo.
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