Mucho se ha hablado y se habla sobre la dirección financiera, sobre su necesidad o no de mantenimiento en las organizaciones como un departamento estanco o, más bien, como un departamento integrador.
El origen de la dirección financiera
La dirección financiera surge del concepto economía financiera, un término teórico muy desarrollado en los 80 que tenía como fin la creación de modelos.
Estos planteamientos ya no eran modelizaciones sencillas de la realidad, si no que las nuevas tecnologías y el avance de ingenierías y matemáticas permitían nuevos desarrollos e introducir conceptos como la inflación o los impuestos.
Estas dos ideas tan sencillas e importantes dentro de la economía causaron tradicionalmente numerosos problemas aunque se conocían, tanto es así que se eliminaban de los ejemplos y se hablaba de “mundo perfecto”.
Ahora ya se puede incorporar a los planteamientos matemáticos para intentar valorar. Y es que ese verbo tan sencillo, supone uno de los principales quebraderos de cabeza de la economía.
Esta rama económica debe centrar sus esfuerzos en saber si las cosas que la contabilidad valora “de manera objetiva” por precio de adquisición (modificando su valor por correcciones valorativas), están bien cuantificadas.
Esto depende en gran medida de su valor futuro, cuyo cálculo, nacido de la especulación y del desconocimiento de hechos próximos, lo hace complejo. De esta manera se han ido creando modelizaciones de la realidad para conocer el valor real de proyectos (inversiones económicas) y de títulos (inversores financieras).
Objetivos de la valoración de las empresas
Una correcta valoración de las empresas, de sus inversiones actuales, de cómo van a evolucionar los proyectos futuros, permitirá establecer una serie de parámetros básicos:
- Conocer la verdadera dimensión de la empresa, su tamaño en cuanto a activos.
- Conocer la más perfecta distribución de las fuentes de financiación, con el objetivo de maximizarlas. Es decir, que porcentaje debe tener de pasivo y cuando de fondos propios.
Decidir qué invertir y de donde sacar los recursos para realizar esas inversiones es la idea principal de la Dirección Financiera.
Un departamento que muchas veces se considera independiente pero que por su mero funcionamiento debería siempre actuar en consonancia con el resto de la organización ya que destinar recursos a un determinado proyecto suele llevar el sacarlos de otro, además del hecho de la siempre necesidad de ajuste entre recursos propios y ajenos.
Y es que este departamento al final integra a todos los demás o, al menos, involucra a todos los demás.
Debe conocer las necesidades de cada rama de actuación para abordar sus necesidades desde el punto de vista más racional posible, por tanto creando valor al resto tanto de la propia organización como del conjunto de “stakeholders” de la economía.